Arenas sigue arrastrando el estigma
El candidato no consigue dejar atr¨¢s la marca de perdedor al cuarto intento Ha ganado las elecciones pero no gobernar¨¢
Hay personajes a los que la ense?anza evang¨¦lica de que nadie es profeta en su tierra se les agarra como una maldici¨®n. Le ha vuelto a suceder a Javier Arenas, que se ha quedado una vez m¨¢s plantado a las puertas del Palacio de San Telmo, una empresa a la que se ha entregado con denuedo y que a estas alturas de su vida (54 a?os) era una cuesti¨®n de pundonor, de orgullo personal. Ni al cuarto intento, y con todo a su favor, ha logrado dejar atr¨¢s la marca de perdedor impuesta con el hierro candente de crueles caricaturas, que seguir¨¢ luciendo en la frente como un estigma.
Porque Arenas ha llegado muy alto: vicepresidente del Gobierno de Espa?a, varias veces ministro y secretario general del Partido Popular. Pero siempre se hab¨ªa atorado en Andaluc¨ªa, un territorio hist¨®ricamente hostil para su partido, donde ¨¦l, adem¨¢s, ha vivido como una penitencia infamante el sambenito de se?orito sevillano con el que le embiste la calculada mercadotecnia del PSOE.
Un bald¨®n que ha intentado combatir repitiendo hasta el aburrimiento que es de pueblo, de Olvera, localidad de la serran¨ªa de C¨¢diz de la que procede su familia, acompa?ado de una rica antolog¨ªa de dichos y an¨¦cdotas para conectar. Aunque, en realidad, naci¨® en Sevilla el 28 de diciembre de 1957. Su infancia fue un traj¨ªn de Olvera a la capital andaluza, donde se form¨®, estudio Bachillerato (Colegio Claret) y Derecho, y se hizo como pol¨ªtico, primero en la democracia cristiana y la UCD y luego en el PP de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.
Segundo de cuatro hermanos y de padre abogado y funcionario, el joven Arenas despunt¨® enseguida por su car¨¢cter avispado, ingenioso y desbordantemente simp¨¢tico. No le cost¨® subir, dotado de una especial habilidad para hablar en p¨²blico y deambular por los entresijos del PP nacional, donde ahora, pese a ejercer de andaluz arquet¨ªpico ¡ªanima las reuniones con chistes y requiebros¡ª es reconocido como un pol¨ªtico todoterreno, experto, con muchas conchas y resistencia de corredor de fondo.
La primera vez que se present¨® como candidato en Andaluc¨ªa ten¨ªa 36 a?os. Fue en 1994, una ¨¦poca en la que el PSOE auton¨®mico era una ciudadela inabordable, y el PP apenas un ap¨¦ndice que le hacia las veces de decorado de oposici¨®n y al que doblaba con creces en esca?os (62 a 26). Se dedic¨® con ah¨ªnco a rebajar la imagen de derecha montaraz que paseaba su partido y consigui¨® quebrar la mayor¨ªa absoluta. Sin embargo, en la siguiente cita (1996) derrap¨® por exceso de confianza y de hostigamiento hacia Manuel Chaves.
La tendencia a tomarle el pelo a su adversario y a regodearse en sus tribulaciones funcion¨® en su contra. Abund¨® en una de las debilidades del cuatro veces candidato: la de aparecer como un pol¨ªtico irresponsable, un andaluz tramposo, vende motos, sin enjundia y fundamento, capaz del cualquier cosa. Fiel a su legendaria fama de superviviente, continu¨® su carrera en Madrid, y ocup¨® la cartera de Trabajo en el flamante Ejecutivo de Aznar.
Desde all¨ª manej¨® los hilos del PP andaluz, una organizaci¨®n que le obedece con devoci¨®n. Hace y deshace a su antojo sin que nadie levante la mano, como una nave estanca que se mece a la voz de su capit¨¢n. Le gusta fomentar la rivalidad entre sus segundos para administrar el poder y colocarse por encima de las disputas impartiendo justicia.
En 1999, Aznar lo coloc¨® en la secretar¨ªa general del PP, en sustituci¨®n de Francisco ?lvarez Cascos. En la calle G¨¦nova se hizo con un equipo de fieles que m¨¢s tarde ser¨ªan decisivos en la tarea de desarmar al escuadr¨®n de Esperanza Aguirre en el congreso de Valencia y contribuir al ascenso y entronizaci¨®n del hoy presidente del Gobierno, quien, adem¨¢s de volcarse en su campa?a, le tienen en especial estima.
Jur¨® como ministro de Administraciones P¨²blicas en 2002 y un a?o despu¨¦s asumi¨® la vicepresidencia segunda del Ejecutivo. Al ganar las elecciones de 2004 Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, Mariano Rajoy le oblig¨® a volver a Andaluc¨ªa, el territorio m¨¢s inquietante para el PP, a pesar de que ¨¦l prefer¨ªa quedarse en Madrid como secretario general o portavoz en el Congreso.
En estos ocho a?os ha recorrido sin desmayo todos los rincones de la comunidad flotando en un mar de besos y abrazos, con maneras de pol¨ªtico norteamericano. Tiene una facilidad asombrosa para recordar nombres y caras, y regala una sonrisa y una palabra c¨®mplice a cada uno de los que se le acercan. Tambi¨¦n posee la extra?a cualidad de adquirir el color del medio que le rodea y entablar empat¨ªa con un extremo y el contrario, sin que se le mueva un m¨²sculo. Normalmente en la carretera o en el AVE que une Sevilla y Madrid, Javier Arenas presume de una pl¨¢cida vida familiar. Est¨¢ casado con Macarena Olivencia, abogada, e hija del excomisario de la Expo 92 y antiguo profesor de Derecho de Felipe Gonz¨¢lez, Manuel Olivencia. Tiene tres hijos: Marta, Javier y Carlos.
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