El caldero vuelve a hervir
Los cambios de gobierno en Gibraltar y Espa?a resucitan viejos conflictos
Los ¨²ltimos acontecimientos a ambos lados de la verja que separa la localidad gaditana de La L¨ªnea de la Concepci¨®n de la colonia brit¨¢nica de Gibraltar hacen pensar que, tanto la llegada de los laboristas de Fabi¨¢n Picardo al gobierno del Pe?¨®n, como la del Partido Popular al gobierno de Espa?a, han provocado que el caldero de las desavenencias entre de nuevo en ebullici¨®n.
El pasado 12 de marzo m¨¢s de 70 barcos pesqueros de Algeciras y La L¨ªnea que faenaban en las aguas que rodean al Pe?¨®n vieron como la polic¨ªa gibraltare?a les imped¨ªa trabajar. Los echaban de la zona despu¨¦s de 13 a?os de convivencia gracias a un acuerdo entre la Asociaci¨®n de Armadores y el gobierno gibraltare?o.
Desde ese d¨ªa, los 300 pescadores han sido advertidos y expulsados de la zona varias veces. La semana pasada, el alcalde de Algeciras y diputado popular, Jos¨¦ Ignacio Landaluce, se lanz¨® a la aventura de conseguir que el gobierno de Fabian Picardo no rompa el compromiso de forma unilateral.
Landaluce se embarc¨® en una de las tra¨ª?as para comprobar el trato de las autoridades del Pe?¨®n. Tras ser expulsado de las aguas, forz¨® una reuni¨®n con el gobierno de Gibraltar en la que el Ministro principal volvi¨® a esgrimir las leyes medioambientales para impedir la actividad pesquera en unas aguas que los brit¨¢nicos consideran suyas y cuya titularidad Espa?a no reconoce.
Las pol¨ªticas de Rajoy respecto a Gibraltar han puesto en jaque a la colonia llanita
En los pr¨®ximos d¨ªas se ha fijado un encuentro a tres bandas: pescadores, Ministerio de pesca y polic¨ªa de Gibraltar. Mientras tanto, la situaci¨®n se mantiene casi igual de tensa que a finales de los noventa, cuando el enfrentamiento lleg¨® a provocar incidentes en la frontera.
La pol¨¦mica pesquera evoca tiempos pasados que vienen de la mano de cambios en los gobiernos de Gibraltar y Espa?a. Por un lado, las pol¨ªticas de Mariano Rajoy respecto a Gibraltar han puesto en jaque a la colonia llanita. Por otro, Picardo ha resucitado viejos fantasmas para los m¨¢s de 4.000 trabajadores espa?oles que cruzan a diario la verja al recomendar a las empresas que contraten personal de la Roca. Los empleados le han acusado de ¡°discriminar los espa?oles¡±.
Adem¨¢s de lanzar mensajes reclamando la soberan¨ªa del Pe?¨®n, los responsables de Exteriores del gobierno espa?ol han dado por muerto el Foro del di¨¢logo sobre Gibraltar. Esta ha sido la ¨²nica herramienta v¨¢lida en los ¨²ltimos a?os para que las comunidades de ambos lados de la verja colaborasen y llegasen a acuerdos de buena vecindad tan importantes como el uso conjunto del aeropuerto, el restablecimiento de la l¨ªnea mar¨ªtima entre Algeciras y Gibraltar o la instauraci¨®n de la sede del Instituto Cervantes en el Pe?¨®n.
El gobierno de Fabi¨¢n Picardo habla de colaboraci¨®n de puertas para fuera. Al tiempo pone trabas a los trabajadores espa?oles paralizando obras p¨²blicas que han llevado al despido de muchos de ellos o proh¨ªbe a los pescadores faenar donde lo ven¨ªan haciendo desde siempre.
Espa?a responde a estas situaciones como siempre. El exhaustivo control fronterizo provoca largas colas de personas y veh¨ªculos para salir de Gibraltar, algo que ocasiona un molesto colapso que perjudica seriamente a los intereses del Pe?¨®n y que, unos y otros justifican a su manera. Desde este lado de la verja, esgrimen la necesidad de estos minuciosos controles aduaneros con datos que hablan de un notable incremento de la entrada ilegal de tabaco hacia la L¨ªnea. En el Pe?¨®n culpan a la situaci¨®n de paro y crisis econ¨®mica que vive la vecina localidad gaditana para justificar el posible crecimiento del contrabando.
El conflicto con los pesqueros de 1999 lleg¨® a las acciones violentas. Tras varios desencuentros entre los gobiernos de Gibraltar y Espa?a, y de amenazar con medidas restrictivas para la circulaci¨®n de personas, veh¨ªculos y mercanc¨ªas, fueron los pescadores quienes llegaron a un acuerdo directamente con el entonces ministro principal del Pe?¨®n, Peter Caruana. Dejaron al margen a los pol¨ªticos espa?oles para conseguir apaciguar un caldero que ahora vuelve a hervir.
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