Demasiado tarde para regresar
El Proyecto Retorno recoge testimonios y opiniones de una serie de exiliados por el acoso de ETA La mayor¨ªa de quienes se fueron por las amenazas no volver¨¢n
¡°Para nada. No podr¨ªa aguantar el estar call¨¢ndome todo el d¨ªa, sin poder abrir la boca¡±. ¡°Tuve la oportunidad de volver al ofrecernos trabajo en el Pa¨ªs Vasco, pero se me pusieron los pelos de punta¡±. ¡°Cuando me fui no ten¨ªa hijos; ahora tengo tres. Es frecuente que sea complicado por motivos familiares¡±. ¡°Lo de volver es una utop¨ªa. ?Qu¨¦ se creen que es volver? Es m¨¢s f¨¢cil votar¡±. ¡°No me apetecer¨ªa nada volver a ni anterior puesto de trabajo. Me siento desarraigado¡±.
Con esa claridad y coincidencia, sin que una sola de las voces se muestre proclive al regreso, se expresaron las personas de los grupos de trabajo del estudio del Gobierno Proyecto Retorno. Solo una dej¨® entreabierta la puerta, pero para otros: ¡°Quiza haya quien quiera¡±, apunt¨® uno de los asistentes a las sesiones que realizaron en junio pasado los especialistas en victimolog¨ªa Jos¨¦ Luis de la Cuesta, presidente adem¨¢s del Consejo de V¨ªctimas; Gema Varona, Virginia Mayordomo y C¨¦sar San Juan. Otro participante defini¨® dos grupos claros: ¡°Los que nos tuvimos que ir y no tenemos intenci¨®n de volver¡±, para quienes lo esencial ser¨ªa ¡°el reconcocimiento¡±, y ¡°los que quieran volver y necesitan, adem¨¢s de la reparaci¨®n simb¨®lica, una ayuda".
El informe fue presentado por el consejero del Interior, Rodolfo Ares, el pasado 14 de marzo en el Parlamento. Sirve de base para el acuerdo que permitir¨¢ modificar antes de finales de junio la Ley de Reconocimiento y Reparaci¨®n a las V¨ªctimas del Terrorismo para dar entrada en ella a quienes tuvieron que abandonar Euskadi por atentados o el acoso de ETA y deseen ahora volver.
Todo indica que la mayor¨ªa no volver¨¢, y esa es tambi¨¦n la impresi¨®n del Ejecutivo. Al menos no lo har¨¢n para instalarse de manera estable. Han pasado en la mayor parte de los casos demasiados a?os y la perspectiva del regreso les produce m¨¢s atisbos de amargura que de alegr¨ªa o recompensa. O se mezclan ambas cosas y otras m¨¢s. Por ejemplo: hay quienes dejaron atr¨¢s una ciudad o unos pueblos que van a encontrar gobernados ¡ªen algunos casos tambi¨¦n lo estaban entonces¡ª por los mismos que les forzaron a marchar, ya fuera con la violencia consumada, la extorsi¨®n o la amenaza directa, ya con el se?alamiento, las miradas de odio y el insulto o el vac¨ªo de hielo.
El acoso me cost¨® el matrimonio y el trabajo¡±, indica un ¡®exertzaina¡¯
Pero algunos s¨ª lo har¨¢n y reclaman ayuda. Es el caso del exertzaina N. E., de 45 a?os, incapacitado para su trabajo. Relata a EL PA?S por telefono su historia desde una localidad andaluza que ni siquiera ahora quiere precisar, como tampoco su nombre. Sus hijos, de 24 y 22 a?os, le piden que no lo haga. Ellos se quedaron en Euskadi con su madre y siguen residiendo en la misma localidad. Vivieron de ni?os con un padre hundido en la depresi¨®n y una noche de 1998 vieron arder su casa. ¡°Fue tras una manifestaci¨®n. En vez de ir a por un cajero, me toc¨®¡±, dice.
Adem¨¢s de ese atentado con bombas incendiarias, hubo a?os de llamadas, escritos y pintadas amenazantes, agresiones en las fiestas de su pueblo. Y lo que todo ello acarrea. ¡°No quer¨ªa ni llevar a mis hijos al front¨®n por miedo a que les pasara algo conmigo. Aquello me fue mellando y min¨® mi vida de familia. Se me fue la cabeza y eso me cost¨® mi matrimonio y mi trabajo¡±.
¡°Yo era de izquierdas, abertzale podr¨ªa decirse, y me cri¨¦ respetando a todo el mundo¡±, prosigue el exagente. Conoce casos de ca¨ªda en el alcoholismo y de suicidio. Tiene compa?eros en Galicia y en C¨¢diz y una cosa muy clara: ¡°No est¨¢bamos preparados para eso; no est¨¢bamos metidos en ninguna guerra, nos metieron¡±.
?En su caso, el vaso de la resistencia psicol¨®gica se desbord¨® cuando ETA asesin¨® a la esposa de su compa?ero de patrulla, ertzaina ella tambi¨¦n, y padres ambos de un ni?o con s¨ªndrome de Down. En 2005 le concedieron la incapacidad laboral ¡ªactualmente recibe 1.200 euros al mes¡ª y puso tierra por medio.
No aguantar¨ªa callar todo el d¨ªa¡±, dice un testimonio del proyecto
¡°Yo vuelvo ma?ana mismo¡±, destaca, aunque su psiquiatra ¡ªsigue en tratamiento, primero por trastorno de la personalidad y ahora por estr¨¦s postraum¨¢tico cr¨®nico¡ª le advierte contra una reca¨ªda. ¡°Cuando subo de visita, tres veces al a?o, no puedo aguantar muchos d¨ªas seguidos¡±, admite. El problema que aprecia, y no ser¨¢ menor, es la vivienda. Paga una hipoteca sobre la que compr¨® en Andaluc¨ªa ¡ª¡°pensaba que nunca volver¨ªa¡±¡ª. Venderla ahora, con la ca¨ªda de precios, o no lograr venderla, y comprar mucho m¨¢s caro en Euskadi le resultar¨ªa ¡°imposible¡±.
En el terreno psicol¨®gico, quiere ¡°seguridad de que ETA desaparece¡± y de que los radicales que gobiernan instituciones ¡ª¡°a lo mejor alguno de los que me zumbaron a m¨ª¡±, piensa¡ª est¨¢n ah¨ª ¡°solo, de verdad, para hacer pol¨ªtica, no para saber d¨®nde vivo yo o el otro¡±.
¡°Puede ser un proyecto m¨¢s o menos iluso¡±, pero al menos se ha impulsado, opin¨® una de las personas que particip¨® en los grupos de trabajo, frente a su sensaci¨®n anterior: ¡°Hubo ¨¦pocas en que las autoridades parec¨ªan alegrarse de que nos fu¨¦ramos¡±. M¨¢s de uno asegur¨® haber visto el alivio pintado en sus rostros y en el de sus jefes o compa?eros de trabajo.
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