El esp¨ªritu de Aralar
La actual crisis en el seno de Aralar parece m¨¢s que profunda, esencial, derivada de discrepancias que no son de ideolog¨ªa, sino de significado, del sentido mismo de ese partido. Creo que conviene por ello situarla en una perspectiva hist¨®rica, conectada con el nacimiento de la formaci¨®n hace casi 12 a?os, porque lo que vali¨® entonces sigue valiendo hoy, y, sin duda, explicando la actual tensi¨®n entre la l¨ªnea oficial del partido y la que encabeza Aintzane Ezenarro.
Entonces como ahora la cuesti¨®n es de lectura de lo que la democracia significa y de lo que exige en t¨¦rminos de respeto y coherencia. Entiendo que Aralar surgi¨® para, sin renunciar a su ideario pol¨ªtico, oponerse a la violencia de ETA y desmarcarse de quienes, de un modo m¨¢s o menos expl¨ªcito y activo, la acompa?aban. Para, desde su posici¨®n, condenar los asesinatos, las extorsiones y amedrentamientos del terrorismo y aceptar las reglas comunes del juego democr¨¢tico, tan comunes que incorporan los mecanismos de su propia evoluci¨®n, de su adaptaci¨®n a los consensos de cada presente de la sociedad.
La otra izquierda abertzale, la de Batasuna (con sus diferentes denominaciones) se apart¨® de ambas cosas, de la condena a ETA y del juego democr¨¢tico. Y esa es la raz¨®n por la que, por ejemplo, no forma parte ahora mismo del Parlamento vasco. Y podr¨¢n levantar la voz tanto como quieran, y desplegar los habituales espejismos ret¨®ricos, y acogerse a los ecos que el nacionalismo (in)conscientemente les ofrece, para decir que su ausencia parlamentaria es una exclusi¨®n, pero la realidad es que no lo es. Es una autoexclusi¨®n. Se han excluido ellos, por voluntad propia, de las instituciones democr¨¢ticas; se han autoexcluido de las condiciones mismas de la democracia, porque han desafiado, despreciado sus reglas y valores m¨¢s fundamentales. No es una v¨ªctima, sino un victimario de la democracia quien, por acudir al m¨¢s rotundo de los ejemplos, ante el asesinato de un conciudadano, mira, como poco para otro lado o se niega a condenar la infamia. Quien as¨ª act¨²a no puede pretenderse un excluido de la democracia; es un excluidor.
Y ¨¦sa es la raz¨®n por la que la izquierda abertzale no est¨¢ en el actual Parlamento vasco y por la que, en consecuencia, no participa en la ponencia para el fin de ETA que esa C¨¢mara acaba de aprobar con los votos de 73 de sus 75 miembros, incluidos tres de los cuatro representantes de Aralar. El que sea deseable que la izquierda abertzale forme parte de los procesos que este nuevo tiempo nos permite y nos exige como sociedad no invalida esa ponencia, ni su valor ni su m¨¦rito. Al contrario, los subraya al recordarnos lo que no hay que olvidar: el papel de la izquierda abertzale en estos largos a?os y el sentido de la disidencia hist¨®rica de Aralar. Entiendo que los tres parlamentarios de esa formaci¨®n que han votado la ponencia representan ese sentido, ese esp¨ªritu vigente a¨²n, pertinente.
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