¡°El Gobierno de Rajoy, como el vasco, deben mantenerse firmes¡±
¡°Con todo lo que he vivido, no me f¨ªo de ETA. Ha dado un paso s¨ª, pero es un paso vigilado¡±

En 2007, con 74 a?os, Alfredo Marco Tabar se retir¨® de la actividad pol¨ªtica. Hoy, en la sede del PP en Vitoria, recuerda n¨ªtidamente los primeros pasos de una larga trayectoria que se inici¨® en el sindicalismo vertical franquista a mediados de los a?os sesenta; recuerda c¨®mo lleg¨® a concejal en 1970 y a procurador en Cortes dos a?os m¨¢s tarde. Sin embargo, y a pesar de que entonces la relaci¨®n pol¨ªtica con Madrid era ¡°espont¨¢nea¡±, porque no exist¨ªan agrupaciones que empujaran a nadie a esa actividad, lo que s¨ª rememora son sus primeras estancias en la capital cuando ten¨ªa 11 y 12 a?os. ¡°All¨ª ten¨ªamos t¨ªos y primos y en esa ¨¦poca viaj¨¦ varias veces. A mediados de los cuarenta, conoc¨ª las penurias de la posguerra. Aqu¨ª no me hab¨ªa enterado. Viv¨ª las dificultades de aquel tiempo y o¨ª los relatos de mi familia que no hab¨ªa sufrido la persecuci¨®n de los llamados rojos. Cada cual cuenta lo suyo. Aquello me sonaba casi, casi, como a novela del Oeste¡±, indica.
?Sin embargo, en esa familia madrile?a no hubo v¨ªctimas, pero s¨ª en Vitoria, donde uno de sus t¨ªos, el republicano Gabriel Mart¨ªnez de Arag¨®n, quien era el ingeniero de jardines del Ayuntamiento, se tuvo que esconder en una casa al lado del Hotel Canciller Ayala. El t¨ªo, en situaci¨®n an¨ªmica complicada, oy¨® pasar aviones y, creyendo que ¡°eran de los suyos¡±, sali¨® a la calle. Fue en ese momento cuando un polic¨ªa uniformado le peg¨® dos tiros al reconocerlo. As¨ª se lo relataron a Marco Tabar. ¡°Lo curioso del caso es que, ahora que tanto se habla de reconciliaci¨®n, dos de sus hijas se casaron con dos militares, y vivieron felices¡±, dice.
Volviendo a Madrid, Marco Tabar se acuerda, sobre todo, de su ¨¦poca como procurador en Cortes a partir de 1972 y de los ¨²ltimos a?os franquistas. ?C¨®mo eran esas Cortes franquistas? ¡°Nunca me sent¨ª m¨¢s libre e independiente. No ten¨ªa que seguir la disciplina de ning¨²n partido. Los procuradores familiares, los ¨²nicos elegidos por sufragio, que ¨¦ramos un grupo bastante numeroso y unido, particip¨¢bamos de una idea clara de renovaci¨®n. No hab¨ªa partidos; no ten¨ªamos ning¨²n mandato imperativo¡±.
En Madrid conoc¨ª las penurias de la posguerra. Aqu¨ª no me hab¨ªa enterado¡±
A las Cortes acudi¨® junto con Luis Ibarra Landeta, quien, a pesar de su vinculaci¨®n con Falange, siempre tuvo claro que se estaba viviendo el final del r¨¦gimen. ¡°En las Cortes se trabajaba de verdad, como lo hac¨ªa el procurador guipuzcoano Manuel Escudero Rueda, que era un hombre de vigor, de expresi¨®n y muy cr¨ªtico con la situaci¨®n. Y no pasaba nada¡±. Se cruz¨® con muchos franquistas, pero el ¨²nico contacto que estableci¨® en serio y el m¨¢s cercano fue con Adolfo Su¨¢rez, entonces presidente de la Diputaci¨®n de ?vila.
Perfil
Alfredo Marco Tabar (Vitoria, 1933) se licenci¨® en Derecho por la Universidad de Valladolid en 1955. Comenz¨® a ejercer como abogado para desempe?ar poco despu¨¦s el cargo de director de Asuntos Econ¨®micos de la Organizaci¨®n Sindical en ?lava.
En 1972, es elegido procurador en las Cortes franquistas por el tercio familiar. En 1977, en las primeras elecciones generales tras la restauraci¨®n de la democracia, es elegido senador por ?lava integrado en UCD como independiente. Participar¨¢ durante dos a?os en las Cortes constituyentes y luego en la primera legislatura de 1979 a 1982.
Convertido en uno de los dirigentes de la UCD en Euskadi, tras la profunda crisis que destruye al partido, se integra en el CDS a petici¨®n de Adolfo Su¨¢rez. Como representante de esta formaci¨®n ser¨¢ uno de los firmantes del hist¨®rico Pacto de Ajuria Enea el 12 de enero de 1988. La disoluci¨®n del CDS le empuja al PP, siendo elegido juntero alav¨¦s, hasta que en 2007 deja toda actividad pol¨ªtica.
Su relaci¨®n con Su¨¢rez no era todav¨ªa profunda, pero s¨ª amena y constante: ¡°Era afable, sin rival en las distancias cortas, aunque no un gran orador. Adolfo ten¨ªa, sin embargo, una claridad de ideas que transmit¨ªa en la cercan¨ªa de forma fenomenal. Cre¨ªa firmemente en el cambio, y por ello era mal mirado por algunos de los procuradores¡±. Las Cortes se divid¨ªan entonces entre el sector oficialista ¡ªtodos los procuradores del Movimiento¡ª y los del Tercio Familiar.
En esos a?os del final de la dictadura, Marco Tabar se pasaba pr¨¢cticamente toda la semana en Madrid, incluso, a menudo, con viajes de ida y vuelta en el d¨ªa en tren, a veces de noche. Se alojaba en un peque?o hotel cerca del Senado. Compatibilizaba entonces toda esa actividad pol¨ªtica en la capital con un puesto de concejal en el Ayuntamiento vitoriano y con su despacho profesional.
Con Fraga se cruza a veces en las Cortes, pero ¡°don Manuel¡± es uno de los dirigentes del r¨¦gimen y ¨¦l un simple qu¨ªdam. En realidad, conoce al veterano l¨ªder de la derecha el 3 de marzo de 1976, cuando, como ministro de la Gobernaci¨®n, Fraga se traslada a Vitoria con ocasi¨®n de los tr¨¢gicos sucesos de ese d¨ªa en el que cinco trabajadores mueren por disparos de la polic¨ªa. Como procurador en Cortes, Marco Tabar acompa?a al ministro a visitar a los heridos en el hospital de Arana, donde son recibidos muy duramente e increpados por los all¨ª presentes. ¡°Por su forma autoritaria y su car¨¢cter, cre¨ª que iba a saltar. Sin embargo, estuvo impert¨¦rrito y visit¨® a los heridos con toda correcci¨®n¡±, rescata.
Con Fraga no tuvo m¨¢s trato, excepto con ocasi¨®n de la ponencia constitucional, pero este nunca fue intenso, todo lo contrario a las excelentes relaciones que mantuvo durante largos a?os tanto con Rodolfo Mart¨ªn Villa como con Leopoldo Calvo Sotelo. Adem¨¢s, por entonces, las sensibilidades de AP y de UCD iban por distintos caminos.
Nunca me sent¨ª m¨¢s independiente que en las Cortes franquistas¡±
Durante el periodo constituyente, Marco Tabar se integra en la comisi¨®n del Senado por Euskadi, junto a Michel Unzueta, Marcelino Oreja, Manuel Escudero y otros representantes vascos. En esa ¨¦poca, tambi¨¦n dram¨¢tica por la ofensiva del terrorismo etarra, es nombrado vicepresidente de la Comisi¨®n de Justicia e Interior del Senado.
¡°Me acuerdo que durante esos a?os, viajaba a Madrid sin escolta, y aun as¨ª, cuando iba al hotel de siempre en la Cuesta de San Vicente, todas las noches pon¨ªa una silla contra la puerta de mi habitaci¨®n. La sensaci¨®n de temor era cierta. Ya hab¨ªan matado a gente de UCD, y no solo en Euskadi. Entonces viv¨ªa en Berosteguieta, en el pueblo, y cuando llegaba a casa en tren o en coche a las diez u once de la noche estaba acojonado¡±. Hoy, recuerda a¨²n con tristeza que se manej¨® la idea de cerrar la sede de UCD. En apenas un mes ¡ªdel 27 de septiembre al 31 de octubre de 1980¡ª tres dirigentes vascos de UCD, Jos¨¦ Ustar¨¢n, Jaime Arrese y Juan de Dios Doval, fueron asesinados por ETA.
De Landelino Lavilla a Abril Martorell, todos se portaron miserablemente con Su¨¢rez¡±
Pocos a?os antes se hab¨ªa creado en Vitoria la UCD vasca con la idea de reagrupar a todas las fuerzas pol¨ªticas de centro y de derecha y lograr formar un partido fuerte. Por indicaci¨®n de Adolfo Su¨¢rez, el entonces gobernador civil de ?lava llama a Marco Tabar, un hombre conocido en esa provincia. Sin embargo, su amigo Jes¨²s Viana, antes de las elecciones ya se hace ¡°el amo del cotarro¡± en Madrid, convirti¨¦ndose en uno de los dirigentes m¨¢s importantes del partido.

¡°La capacidad de transmisi¨®n y de contacto de Chus Viana era tremenda. Muy lanzado, era un animal pol¨ªtico absoluto con ideas muy claras, aunque no se distingu¨ªa por su puntualidad¡±, dice. Pero pronto aparecen las diferencias y tensiones en el seno del partido en ?lava. ¡°Marcelino Oreja, entonces delegado del Gobierno en Euskadi empez¨® a maniobrar, a crear discordias, y al final se convoc¨® un congreso provincial en el que Oreja sali¨® elegido presidente¡±.
Al mismo tiempo, se inicia a nivel nacional la crisis profunda de la UCD, que los centristas vascos van a vivir de forma traum¨¢tica. Marco Tabar apunta que la idea de gente como Marcelino Oreja o Enrique Villar era llevar el partido a Alianza Popular, es decir ¡°a la derecha sin ning¨²n rubor¡±.
Muchos ten¨ªan la sensaci¨®n de que todo se iba al garete y de que el cisma estaba al caer. Tan es as¨ª, que Marco Tabar, entonces vicepresidente de UCD en el Pa¨ªs Vasco, acude, junto a Guillermo Suso y Mariano Chac¨®n, a Los Olivos, la residencia del delegado de Gobierno, para expresar su disgusto y decir ¡°las verdades del barquero¡±. Sin contestar a sus argumentos, Oreja les da las gracias y se despide.
Estos contestatarios siguen en contacto con Madrid, pero muy pronto se produce la dram¨¢tica escisi¨®n. Viajan a la capital para informarse de lo que estaba pasando en ese extra?o partido de agrupaciones y l¨ªderes m¨²ltiples, confiados en que al final se podr¨ªa recomponer la situaci¨®n en torno a Su¨¢rez. ¡°Desgraciadamente, no sucedi¨®¡±, lamenta todav¨ªa hoy el veterano pol¨ªtico alav¨¦s.
Viajaba a Madrid sin escolta y cuando volv¨ªa a casa estaba acojonado¡±
A los pocos d¨ªas, el presidente les plantea en una reuni¨®n la idea de crear un nuevo partido: el CDS (Centro Democr¨¢tico y Social). Marco Tabar y Chus Viana ser¨¢n miembros de la ejecutiva nacional durante todo el tiempo que durar¨¢ la controvertida alternativa. ¡°Adolfo siempre pens¨® en un centro izquierda y hab¨ªa una palabra, radical, que le gustaba mucho, pero que, sin embargo, generaba pol¨¦mica. Quer¨ªa introducirla en la definici¨®n del nuevo partido. En la ronda de intervenciones, cuando me toc¨® el turno le dije: ¡®?Y ahora que le digo yo a mi madre, que soy de centro izquierda radical?¡¯ Ah¨ª qued¨® el tema¡±.
Militante de la UCD, luego del CDS y del PP, Marco Tabar insiste en afirmar que su experiencia pol¨ªtica con Su¨¢rez en el CDS fue lo m¨¢s excepcional que vivi¨® en su vida. En su opini¨®n, uno de los errores mayores cometidos en la democracia fue la absorci¨®n y la eliminaci¨®n del CDS, cuando ya todo el mundo se proclama de centro: ¡°Nos hundi¨® en la miseria¡±.
A¨²n dolido, achaca ese fracaso, fundamentalmente, a las traiciones de las baron¨ªas de entonces, y concretamente a muchos miembros del Consejo de Ministros, ¡°en el que todos aspiran a ser presidente de Gobierno, dec¨ªa Adolfo¡±.
Lo que llev¨® a Su¨¢rez a abandonar la escena pol¨ªtica fueron cuestiones familiares¡±
A partir de ah¨ª, Su¨¢rez se da cuenta de que no pod¨ªa seguir en esa situaci¨®n. ¡°Nosotros solo habl¨¢bamos con ¨¦l y con Mart¨ªn Villa y nos transmit¨ªan que, m¨¢s que una incomodidad, era una falta de coherencia y de mando lo que se estaba palpando en las filas del partido. Los responsables eran todos los dem¨¢s. De Landelino Lavilla a Abril Martorell, todos se portaron miserablemente con Suarez, y lo siento mucho¡±, enfatiza.
Pero el golpe m¨¢s duro llega cuando el presidente anuncia de repente que dimite de su cargo. En ese momento no se lo pueden imaginar, y aunque luego el tiempo les dio las explicaciones, la noticia es recibida como un mazazo por los suaristas vascos, que ven confirmada la decisi¨®n cuando el propio presidente comparece en televisi¨®n para pronunciar su hist¨®rico discurso institucional. ¡°Adolfo era un hombre muy familiar, pero en el concepto m¨¢s estricto. Para m¨ª la explicaci¨®n, nunca expuesta, es que su mujer ya estaba enferma y entonces ¨¦l cort¨® radicalmente con la pol¨ªtica y con casi todo, como lo demostr¨® durante todos los a?os de su calvario. Nos dej¨® aturdidos, pero no dio una explicaci¨®n concreta. Estaba dolido a nivel pol¨ªtico, pero para m¨ª lo que le llev¨® a abandonar la escena pol¨ªtica fue m¨¢s el tema familiar, aunque unido a su desaz¨®n y a su desmoralizaci¨®n por todo lo sucedido¡±.
Llegan entonces los tiempos del PP y a Marco Tabar le cuesta entrar en la formaci¨®n de Fraga. Da el paso despu¨¦s de mantener tres reuniones en su despacho con Jaime Mayor Oreja, donde se habla de consolidar el centro derecha. Esa oferta va acompa?ada de la posibilidad de encabezar la lista por Vitoria a las elecciones municipales. A partir de entonces, su actividad dentro del PP se centrar¨¢ casi exclusivamente en la pol¨ªtica local, y, por ejemplo, no participar¨¢ en ning¨²n congreso del partido a nivel nacional.
Tienen que reconocer el da?o causado y no querer equiparar a las v¨ªctimas con los verdugos¡±
La posterior relaci¨®n de Marco Tabar con Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar es m¨ªnima y se limita a una campa?a electoral, cuando encabeza la candidatura del PP para el Ayuntamiento de Vitoria, y a alguna recepci¨®n oficial posterior: ¡°Relaci¨®n personal no he tenido¡±. Muy distinta es la que mantiene con Mariano Rajoy, con el que durante estos ¨²ltimos a?os se ha visto con m¨¢s frecuencia. ¡°Es mucho m¨¢s agradable en el trato, aunque este no es tan intenso como el que ten¨ªamos con Adolfo Suarez, al que el cubano \[Fidel Castro\] mandaba unas cajas de puros maravillosos y alguna regalaba a Chus Viana¡±, resalta riendo.
De su larga y dilatada actividad pol¨ªtica no quiere olvidar su participaci¨®n en el Pacto de Ajuria Enea de 1988. Ese primer acuerdo para la paz de todas las fuerzas democr¨¢ticas supuso un avance importante en ese momento, pero pronto se vio frenado y abortado por la intransigencia de algunos y el cambio de estrategia de otros.
Casi un cuarto de siglo despu¨¦s, Marco Tabar, tras reconocer que la situaci¨®n ha cambiado con el cese de la violencia por parte de ETA, se muestra, no obstante, prudente y precavido: ¡°Con todo lo que he vivido, no me f¨ªo. Es un paso s¨ª, pero es un paso vigilado, y as¨ª me lo parece. Mientras las cosas vayan como hasta ahora y la izquierda aber-tzale participe en las instituciones para hacer una pol¨ªtica distinta que la de apoyar a los violentos, conseguir¨¢ m¨¢s cosas que con la violencia. Entonces, si todo va bien, yo espero que ETA anuncie su desaparici¨®n¡±.
A ETA no le han preocupado mucho sus presos,? pero eso puede endurecer la situaci¨®n¡±
¡ª ?Y mientras tanto qu¨¦ se puede hacer?
¡ª ¡°Mantener la firmeza en lo que se ha dicho en relaci¨®n con los presos, con los acercamientos, y cumplirlo. La ley hay que cumplirla. Ellos lo tienen complicado porque, si uno se fija, el tema de los presos a ETA tampoco le ha preocupado demasiado hasta ahora, pero es el tema que puede endurecer la situaci¨®n. Poni¨¦ndose en el lugar de los presos que llevan tantos a?os en la c¨¢rcel, creo que acabar¨¢n diciendo: ¡®?Qu¨¦ co?o pasa aqu¨ª? Nosotros dentro y los otros ah¨ª fuera en las instituciones y con cargos importantes¡±, responde. Y a?ade: ¡°Se pueden sentir olvidados y discriminados. Puede ser uno de los motivos que muevan a ETA. No s¨¦ cu¨¢l es la relaci¨®n exacta entre esta izquierda abertzale y ETA. Se dice muy f¨¢cilmente que son los mismos, pero son los mismos con unas estrategias distintas. No s¨¦ si existe una supeditaci¨®n de la izquierda abertzale a consignas de ETA. De lo que s¨ª estoy convencido es de que existe una relaci¨®n. Y entonces por ah¨ª pueden complicarse las cosas¡±.
¡ª ?Qu¨¦ papel puede jugar el Ejecutivo popular?
¡ª ¡°El Gobierno de Rajoy, como el vasco, deben mantenerse firmes. Seguro que, si se van cumpliendo las condiciones, los presos ir¨¢n pasando al tercer grado, y se podr¨¢ abordar el tema de los acercamientos¡±, incide Marco Tabar. ¡°Ahora, cuando ellos hablan de pedir perd¨®n a las v¨ªctimas es solo una frase, pero no un convencimiento. Lo que tienen que hacer es reconocer el da?o causado y no pretender equiparar a las v¨ªctimas con los verdugos. Por el hecho de que haya habido excesos de las autoridades, que los hubo, no se puede mezclar todo. Adem¨¢s hay cantidad de asesinatos, entre ellos el del pobre Jos¨¦ Ustaran, de los que no sabe a¨²n nada¡±, concluye.
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