El sue?o
He tenido un sue?o. Por fin ¨¦ramos independientes. Entre un revuelo de ikurri?as y rostros arrebolados, milenios de incertidumbre alcanzaban el repique de su gloria. ?Oh, qu¨¦ bonito! Y all¨¢, fundidos en el ¨¦xtasis, en el alm¨ªbar de un amanecer de rosa y n¨¢car, estaban ellos, los unos y los otros, pues ya no hab¨ªa m¨¢s lugar que para los unos y para los otros. Los unos eran mayoritarios en Bizkaia; los otros eran quienes dominaban en Gipuzkoa. Indecisos, los alaveses no sab¨ªan a qu¨¦ carta quedarse, aunque la mayor¨ªa hubiera decidido seguir como antes, y a¨²n discut¨ªan si seguir como antes era territorialmente vinculante, territorialmente desvinculante o si se convert¨ªan en zona franca y libre de impuestos. En cuanto a navarros e iparraldinos, representaciones de alto nivel segu¨ªan con entusiasmo los festejos en la explanada de Loyola, y entre suspiros de esperanza se hac¨ªan promesas de una pronta unificaci¨®n definitiva. Todo era, oh, ?qu¨¦ bonito!
Reducido a mero reducto melanc¨®lico de abstencionistas, el espa?olismo habr¨ªa sido ignorado si las vacilaciones alavesas no hubieran tendido a inclinarse hacia el espantajo rojigualdo, espantajo que tend¨ªa igualmente a tragarse el coraz¨®n navarro. Ninguna concesi¨®n parec¨ªa mitigar tanta desafecci¨®n hacia la justicia de los siglos. Ni la proclamaci¨®n de Amaiur como capital de Euskal Herria satisfac¨ªa a los desaprensivos navarros, ni la plena y definitiva ubicaci¨®n de nuestros or¨ªgenes en territorio alav¨¦s colmaba a los descastados alaveses. Pese a la certificaci¨®n de que el origen del euskera vizca¨ªno se hallara en ?lava, o al descubrimiento de unas cuevas con pinturas rupestres contempor¨¢neas y similares en estilo a las de Chauvet, en las que junto a los habituales bestiarios se habr¨ªa hallado el dibujo de una txapela - por lo que se reivindicaba tambi¨¦n a Chauvet como parte de nuestro patrimonio intemporal - , o pese a la autentificaci¨®n definitiva de las ostracas de Veleia, parec¨ªan dispuestos los alaveses a dejarse querer. Una X grabada en una de las ostracas, que en un principio hab¨ªa sido interpretada como Cristo, hab¨ªa sido le¨ªda definitivamente como Xabin, tras haber sido esclarecidas unas graf¨ªas pr¨®ximas, hasta entonces dudosas, como Abando. Se sospechaba que tal vez fuera ese el motivo de que en las zonas fronterizas con Gipuzkoa y Bizkaia hubiera empezado a operar un autodenominado Frente Xabinista de Liberaci¨®n Nacional.
En cuanto a los dos territorios m¨¢s decididos, las reyertas menudeaban, no se sab¨ªa si debido a motivos ideol¨®gicos o territoriales. Los unos, los de Bizkaia, acusaban ya a los otros, los de Gipuzkoa, de no ser xabinistas, sino sandinistas, y comenzaban a detectarse tensiones secesionistas e incluso enfrentamientos armados entre partidarios de una y otra fracci¨®n. El grito de ?un guipuzcoano est¨¢ dispuesto a todo! parec¨ªa extenderse por las inmediaciones de Loyola. Pero en mi sue?o era Groucho el que gritaba ?es la guerra! ?Qu¨¦ bonito!
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