Recuerdos de la Exposici¨®n Universal, 20 a?os despu¨¦s
Se cumplen dos d¨¦cadas de la Exposici¨®n Universal de Sevilla, que transform¨® la ciudad y propici¨® la modernizaci¨®n de las infraestructuras de la comunidad
El abogado Manuel Olivencia cuenta que una v¨ªspera de Reyes se reuni¨® en Sevilla con el ingeniero Jos¨¦ Luis Manzanares e hicieron una lista con las obras de infraestructura que hac¨ªan falta para que la ciudad pudiera acoger la Expo 92. Era el a?o 1985 y Olivencia hab¨ªa sido nombrado meses antes comisario de la exposici¨®n universal. Pidieron la ampliaci¨®n del aeropuerto, autov¨ªas, un AVE, una decena de nuevos puentes sobre el Guadalquivir, la reordenaci¨®n de la Isla de la Cartuja, la transformaci¨®n de la avenida de Torneo, rondas de tr¨¢fico por fuera de la ciudad. A aquel documento le llamaron la carta a los Reyes Magos. ¡°Parec¨ªa dif¨ªcil, pero el 90% se hizo¡±, admite Olivencia.
Esta semana se cumplen 20 a?os de la inauguraci¨®n de la Expo y los resultados de aquel plan de infraestructuras son uno de los grandes legados. El tiempo que transcurri¨® entre el 20 de abril y el 12 de octubre de 1992, los seis meses que dur¨® la muestra, fueron para la mayor¨ªa 176 d¨ªas de fiesta, recepciones y espect¨¢culos (m¨¢s de 31.000). Pero para llegar hasta ah¨ª hubo que transitar casi una d¨¦cada de preparativos en la que las dificultades se multiplicaban de un d¨ªa para otro y daban alas a las tensiones pol¨ªticas y al escepticismo ciudadano. ¡°Trabajar para la Expo de 1985 a 1992 fue un martirio. Nadie te respetaba, nadie se cre¨ªa lo que hac¨ªas¡±, resume el arquitecto Jaime Montaner, que fue consejero de Pol¨ªtica Territorial en los a?os previos a la exposici¨®n.
Olivencia recuerda el ¡°v¨¦rtigo absoluto¡± de los primeros a?os de trabajo. ¡°Ten¨ªamos que inventar qu¨¦ era una exposici¨®n universal casi en el siglo XXI¡±. Al margen de las obras imprescindibles para que la Sevilla de entonces pudiera albergar un evento as¨ª, se quer¨ªa lanzar un mensaje. ¡°No quer¨ªamos quedarnos solo con la conmemoraci¨®n del V Centenario del Descubrimiento de Am¨¦rica, que adem¨¢s era un tema pol¨¦mico. Quer¨ªamos lucir todo lo bueno que Espa?a hab¨ªa hecho. Decir que aquel descubrimiento geogr¨¢fico signific¨® un avance extraordinario en el conocimiento de la Tierra¡±, recuerda el que fue primer comisario de la muestra. De ah¨ª se pas¨® a un homenaje ¡°a la capacidad creadora del hombre¡± y a la idea de convertir el recinto, en la Isla de la Cartuja, en ¡°la Plaza Mayor de la aldea global¡±.
Pensando en ese ambicioso cruce de intenciones se gest¨® el proyecto, cuenta Olivencia, aunque ¨¦l, que dimiti¨® en julio de 1991 por discrepancias con otros responsables de la muestra, lamenta que al final la exposici¨®n universal ¡°fracas¨®¡± en el lanzamiento de este mensaje y se centr¨® en la ¡°fiesta¡±, una opini¨®n que no comparten otros dirigentes pol¨ªticos y t¨¦cnicos de la exposici¨®n.
Manuel Olivencia
Hab¨ªa que satisfacer necesidades que no se hab¨ªan satisfecho antes
En lo que s¨ª hay unanimidad es en admitir que fue un trampol¨ªn inigualable para situar Sevilla, Andaluc¨ªa y Espa?a en un lugar al que, sin Expo, le hubiera costado mucho llegar. ¡°Junto a los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona, demostr¨® una gran capacidad de organizaci¨®n que nunca hab¨ªamos tenido la oportunidad de demostrar¡±, recuerda Manuel Chaves, que vivi¨® en primera l¨ªnea la exposici¨®n y los dos a?os previos como presidente de la Junta. ¡°Traslad¨® fuera de Espa?a lo que era la Espa?a y la Andaluc¨ªa moderna, competitiva¡±.
Como suele ocurrir, los principales enemigos de la Expo estuvieron en casa. ¡°En Sevilla siempre hay resistencias a cualquier innovaci¨®n¡±, apunta el expresidente. ¡°Solo se ven las obras, nunca se piensa que eso va a acabar, que hay un gran proyecto detr¨¢s y que iba a estar a punto para el d¨ªa de la inauguraci¨®n¡±. Al final, la Expo a punto estuvo de morir de ¨¦xito. Si Chaves rastrea en su memoria en busca de alg¨²n momento de desasosiego de aquellos meses, alude, adem¨¢s de al incendio del Pabell¨®n de los Descubrimientos, a ¡°los problemas de seguridad¡± que se produjeron en alg¨²n momento debido a la gran afluencia de p¨²blico. ¡°Tuvimos que llegar a recomendar que la gente no fuera¡±, recuerda.
Las colas, de centenares de metros y varias horas de espera en muchos casos, acabaron convirti¨¦ndose en un s¨ªmbolo de la Expo. Como la mascota Curro o la bola del mundo de la imagen corporativa. Al margen de los turistas de dentro y fuera del pa¨ªs, los andaluces y los sevillanos se reconciliaron con la exposici¨®n una vez que se abrieron las puertas y se cerraron las zanjas de las obras. Unas obras sin las que hoy no se entiende Andaluc¨ªa. ¡°Fue el proceso de modernizaci¨®n de infraestructuras m¨¢s importante de la segunda mitad del siglo XX. No ha habido luego nada comparable¡±, se?ala Chaves. Olivencia recuerda que el entonces presidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez, le dec¨ªa a menudo: ¡°Con la excusa de la Expo tenemos que hacer muchas cosas¡±. ¡°No me gustaba la frase, pero era verdad¡±. ¡°Era el momento de satisfacer muchas necesidades de Sevilla y Andaluc¨ªa que injustamente no se han satisfecho antes¡±, se?ala el excomisario.
Las obras sintetizan para Jaime Montaner ¡°la gran aportaci¨®n del 92¡±: ¡°Cohesi¨®n social, articulaci¨®n territorial y patrimonio cultural¡±. Y como art¨ªfice fundamental, apunta al que fue consejero delegado de la Expo, el ingeniero Jacinto Pell¨®n, ya fallecido. ¡°Si ¨¦l no llega a entrar (en 1987), la Expo no se hace¡±. En el momento de citar a grandes art¨ªfices de la exposici¨®n, adem¨¢s de a Pell¨®n todos los consultados se?alan a los sevillanos Felipe Gonz¨¢lez y Alfonso Guerra, presidente y vicepresidente del Gobierno en aquellos a?os.
Cuando la Expo ech¨® el cierre, hubo entre los protagonistas abrazos de agradecimiento y alg¨²n suspiro de alivio. Pero el proyecto no hab¨ªa acabado. Faltaba gestionar la postExpo, en la que tambi¨¦n se hab¨ªa estado trabajando. ¡°Cost¨® que arrancara, pero porque coincidi¨® con una crisis econ¨®mica fuerte y las empresas desconfiaban del proyecto¡±, se?ala Isa¨ªas P¨¦rez Salda?a, actual presidente del Parque Tecnol¨®gico Cartuja 93. No fue hasta muy a finales de los noventa, cuando el parque se consolid¨®. Salda?a cifra hoy en el 10% del PIB de la ciudad la facturaci¨®n anual del recinto, donde trabajan 16.000 personas. ¡°No hay en Andaluc¨ªa un espacio m¨¢s rentable econ¨®micamente por metro cuadrado¡±, afirma el presidente.
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