El barraquismo del 22@
Solares, viejas naves y furgonetas albergan a un millar de personas en el distrito tecnol¨®gico La mayor¨ªa procede de Senegal, Ruman¨ªa y Portugal
Un espacio para desguazar, otro para acumular el metal que ir¨¢ al chatarrero, otro para los objetos que se deben reciclar, otro para ropa y zapatos, otro para neveras y electrodom¨¦sticos que viajar¨¢n a Senegal, otro para dormir y otro para divertirse, en el que el Ayuntamiento de Barcelona ha colgado una notificaci¨®n dirigida ¡°a los ocupantes¡± para que dejen de organizar fiestas. En una tremenda nave del Poblenou viven unos 200 senegaleses que fueron desalojados de otra, tambi¨¦n en Sant Mart¨ª.
No son los ¨²nicos que se ven obligados a mudarse a golpe de desalojo. Lo mismo les ocurre a la comunidad galaico-portuguesa y a los rumanos que se han refugiado en las naves y solares abandonados en el distrito tecnol¨®gico del 22@. Ahora es Sant Mart¨ª y hasta hace pocos a?os tambi¨¦n hubo barraquismo y chabolas en la zona de la Sagrera, hasta que los expulsaron las obras del AVE. Se podr¨ªa ir m¨¢s atr¨¢s en la memoria de Barcelona: la Perona, el Somorrostro, Montju?c¡
¡°Ya nos pueden echar de aqu¨ª, que en alg¨²n sitio nos tendremos que meter. Llevamos m¨¢s de 20 a?os en Barcelona. Nuestros hijos van a la escuela del barrio¡±. Sentado sobre un pal¨¦, en medio de un solar lleno de caravanas, camiones, camionetas ¡ªalgunos para trabajar y otros para vivir¡ª y montones de cartones, C¨¢ndido pone cara de qu¨¦ quieres que te diga. Es un tri¨¢ngulo de terreno en el talud de las v¨ªas junto a la plaza de las Gl¨°ries. All¨ª viven 11 familias con hijos. Unas 40 personas, calculan. Un chavalillo de dos a?os corre entre los coches; otra, de seis, acaba de volver del cole; dos mujeres entran con dos cajas de cruasanes de chocolate. Cinco minutos despu¨¦s un hombre entra con un colch¨®n a la espalda. Tienen luz ¡ªpinchada¡ª y no hay agua. Llenan dep¨®sitos en las fuentes. Dentro y fuera del recinto, camiones con letreros de chatarreros. La familia de C¨¢ndido lleg¨® a ese solar con su caravana tras ser expulsado de otro cercano. Hace a?os vivieron en un piso, hasta que les echaron: ¡°Me apunt¨¦ a los sorteos de vivienda social de alquiler del Ayuntamiento, pero nada de nada¡±.
La muerte de los cuatro rumanos esta semana en la chabola que se hab¨ªan construido en un solar de la calle de Bilbao ha provocado revuelo en todos los asentamientos dispersos por el Poblenou y ha evidenciado que el problema del barraquismo va a m¨¢s. M¨¢s crisis, m¨¢s calle. Seg¨²n los n¨²meros del Ayuntamiento, hay algo m¨¢s de 800 personas, la mayor¨ªa inmigrantes viviendo en naves, furgonetas y barracas en solares. De ellos, unos 350 son galaico-portugueses. ¡°Nos llaman itinerantes y hace a?os que lo hemos dejado de ser. Vamos a la vendimia y a las ferias de los pueblos en verano, pero vivimos aqu¨ª¡±, insiste C¨¢ndido. Dos mujeres asienten. ?Soluciones? Un solar para establecerse de forma fija o pisos. La asociaci¨®n Amics del Moviment del Quart M¨®n ayuda a estas familias.
?Silvia, cooperante de la ONG, se reuni¨® con el gerente de Servicios Sociales del Consistorio, ?ngel Miret, en marzo. ¡°Le explicamos las opciones que barajan las familias: acceder a pisos sociales de alquiler, instalar los camiones y caravanas en solares p¨²blicos habilitados pagando por los servicios y con seguimiento social, o pagar un alquiler para instalarse con sus cosas en un solar¡±, explica.
La Guardia Urbana les multa con entre 90 y 300 euros por recoger cartones
La Administraci¨®n, de momento, no ha contestado. ¡°Yo estoy dispuesto a pagar un alquiler barato, a nadie le gusta vivir as¨ª. Nos tenemos que integrar, como pas¨® con la Mina o la Perona. Mis hijos han nacido y van a la escuela aqu¨ª¡±, contin¨²a C¨¢ndido. El Ayuntamiento, por boca de Miret, habla de soluciones individuales. ¡°La opci¨®n de reubicarlos en un solar ser¨ªa lo mismo que estigmatizarlos. No se har¨¢¡±, dijo tras la muerte de los rumanos.
¡°Y luego est¨¢ lo de las multas¡±, espeta otro que interviene en el solar de Gl¨°ries. Dicen que desde noviembre pasado la Guardia Urbana los fr¨ªe a sanciones por recoger cartones: multas que oscilan entre 90 y 300 euros.
La ofensiva la reconoce el propio Ayuntamiento. En 2011 pusieron 1.824 multas, muchas a partir de noviembre. ¡°Van en grupos, con camiones y, seg¨²n las ordenanzas, no pueden coger residuos de los contenedores ni seleccionar objetos de la v¨ªa p¨²blica sin homologaci¨®n¡±, apunta un portavoz. ¡°Pues que nos dejen trabajar con permiso, porque de algo tenemos que comer, ?no?, ?o robamos?¡±, replica C¨¢ndido. ?l paga las multas. Tiene 1.500 euros en sanciones. ¡°Las pago poco a poco porque si no me embargar¨¢n el cami¨®n, y entonces, ?de qu¨¦ vivimos?¡± Por una tonelada de cart¨®n se sacan 60 euros. Si les pillan el cami¨®n lleno, les intervienen el cart¨®n. Y vuelta a empezar.
Muy cerca de ese solar, en la esquina de ?laba con T¨¤nger, furgonetas y camiones son vivienda y almac¨¦n de varios rumanos. Este colectivo, de unas 150 personas, est¨¢ bastante m¨¢s disperso por Sant Mart¨ª. Muchos han ocupado espacios ruinosos o tiendas de campa?a en los solares vac¨ªos, algunos vallados. Otros se han agrupado en pisos sobreocupados. Son los que menos apoyo social tienen.
Llega un punto de la avenida de Pere IV en el que la ciudad parece de otro siglo. Se han acabado los edificios singulares del 22@ y lo que impera son casas y naves muy deterioradas, solares ¡ªvallados o no¡ª y terreno bald¨ªo. Aceras y calzadas est¨¢n rotas. Es la zona m¨¢s cercana al barrio del Maresme del Bes¨°s. El ir y venir de los carritos del s¨²per llenos de cacharros es incesante. Y la mayor¨ªa de los conductores son senegaleses. Esa comunidad ha crecido en los ¨²ltimos meses porque han llegado m¨¢s de ciudades del ¨¢rea metropolitana. ¡°Saben que aqu¨ª nos hemos organizado¡±, explica el el ¡°presidente¡±. Es el que pone orden. ¡°Son gente que se organiza y quiere trabajar, pero aqu¨ª, no volviendo a su pa¨ªs¡±, dice Manel Andreu, de la Red de Apoyo a los Asentamientos del Poblenou. Un grupo de vecinos ha organizado ayudas en forma de alimentos (han repartido en lo que va de a?o casi 12 toneladas) y una suerte de microcr¨¦ditos: 1.427 euros para pagar desde unas gafas hasta una multa. Tambi¨¦n les ayudan en cuestiones legales y sanitarias.
Muchos de los inmigrantes senegaleses trabajaban en la construcci¨®n. Ahora subsisten con la chatarra. Los cursos que organiz¨® el Ayuntamiento para que se formaran y volvieran a su pa¨ªs solo interesaron a seis. Ahora tienen alguna esperanza de poder fundar una cooperativa y disponer de un sitio en condiciones. Mientras eso llega, siguen con el ir y venir, y con la clasificaci¨®n de todo lo que recogen por las calles. El buen humor no falta. Y un caf¨¦ y m¨²sica, tampoco.
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