Este espect¨¢culo nos cuesta dinero
Su partido sab¨ªa que Conde Roa no pod¨ªa acabar de otro modo
Corren rumores, los sepultureros del cementerio de Boisaca encuentran movida cada ma?ana la losa de la tumba de Valle-Incl¨¢n y tienen que volver a colocarla. Hasta all¨ª llegaron cuentos de lo que ocurre en la ciudad desde hace meses, querr¨¢ salir y escribir otro esperpento. Mejor que no, esto es c¨®mico pero tambi¨¦n triste para Santiago, Galicia y la vida p¨²blica. Y tambi¨¦n para alguien llamado Gerardo Conde Roa.
Nadie diga que se extra?a, nadie diga que fue enga?ado: todos sab¨ªamos todo. En Espa?a y en Galicia no les pedimos hip¨®critamente a los gobernantes que representen la estampa de marido o esposa ejemplares, suponemos que son personas como nosotros. Pero Conde Roa es caso aparte: no pudo ocultar los aspectos m¨¢s conflictivos de su vida y represent¨® p¨²blicamente un psicodrama, sus avatares y problemas personales son parte de su figura p¨²blica. Sus quiebras y embargos tambi¨¦n fueron desvelados, no pod¨ªa ser de otro modo. Es decir: su partido y los vecinos de Compostela sab¨ªan lo que nos ofrec¨ªa el PP para la alcald¨ªa, y sab¨ªan que no pod¨ªa acabar de otro modo. El pol¨ªtico Conde Roa es hoy el mismo que era cuando se present¨®: un hombre desesperado por sus problemas personales, econ¨®micos y de todo tipo, y que crey¨® que les encontrar¨ªa soluci¨®n en la pol¨ªtica. Alguien tan vulnerable acab¨® siendo v¨ªctima de un sector de su propio partido. Todo ha sido una desesperada y autodestructiva fuga hacia adelante.
Fue un alcalde muy inapropiado. En una ciudad lugar de encuentro persigui¨® todo tipo de disidencias; donde se deb¨ªa fomentar y acoger la cultura, atac¨® a ¡°los culturetas¡±; donde hubo di¨¢logo con vecinos diversos, impuso un personalismo chulo y autoritario; a una ciudad con d¨¦cadas de planeamiento urbanismo cuidadoso, reconocido internacionalmente, le desbarat¨® el urbanismo. Sin duda, la relaci¨®n del alcalde con los intereses inmobiliarios tendr¨¢ que ser analizada. Pero ese comportamiento lo preve¨ªamos todos, tambi¨¦n los veinte mil vecinos que votaron una candidatura que en los d¨ªas previos a la votaci¨®n ya protagoniz¨® escenas chuscas; hay que preguntarse por qu¨¦ votaron para que fuese alcalde. ?Porque ten¨ªan el cuerpo golfo y quer¨ªan disfrutar de este espect¨¢culo, Conde Roa abrazado a Leo Bassi? ?Porque no les importaba en absoluto lo que le ocurriese a la ciudad??O quer¨ªan que se generalizase el no pagar impuestos? ?O porque nos hemos fanatizado tanto que hay personas que votan indefectiblemente a quien le presente ¡°su¡± partido, sea quien sea y haga lo que haga? M¨¢s razones no se me ocurren.
Los vecinos que lo pusieron ah¨ª con su voto sabiendo lo que sab¨ªan tienen su responsabilidad particular, pero mucho m¨¢s la tienen los dirigentes del partido que lo aval¨® y present¨®. Romay Becar¨ªa liquid¨® pol¨ªticamente primero a Cui?a y a continuaci¨®n al propio Fraga, su viejo rival. Fue ¨¦l quien protegi¨® a la camada generacional que tom¨® el relevo en el partido. Rajoy, Feij¨®o o el propio Conde Roa, una generaci¨®n caracterizada ¨²nicamente por la franja de edad, por la ideolog¨ªa derechista y por el deseo de hacer una carrera pol¨ªtica, sin obligaci¨®n alguna con el grueso de la sociedad. Galicia como nacionalidad, como antropolog¨ªa o como sociolog¨ªa les cae lejos, son veraneantes ¡°sangenjinos¡± de coraz¨®n con su cabeza en Madrid.
Su padrino pol¨ªtico pensar¨ªa que la alcald¨ªa de Santiago era ¡°lo que le conviene a Gerardo para sentar la cabeza¡±. Santiago, nuestras ciudades o la propia Galicia son piezas para jugar en sus carreras pol¨ªticas. IRRESPONSABILIDAD, con may¨²sculas.
Tambi¨¦n tienen responsabilidades los dos partidos que perdieron ante Conde Roa. Entonces el PP martilleaba ¡°la culpa de Zapatero¡±, ¡°los sindicatos son in¨²tiles¡±..., en la calle una generaci¨®n de universitarios que se ve¨ªan sin futuro, a los que se unieron colectivos que combat¨ªan pol¨ªticas econ¨®micas injustas, acampaban en las plazas. Al fin se fueron Zapatero y bastantes gobiernos municipales del PSOE y BNG. En aquella coyuntura, el PSOE en Santiago no supo ganar un nuevo impulso y s¨®lo ofreci¨® continuidad; visto lo visto, no era poco. El BNG se enroc¨® en su aparato, de espalda a su propia base social. ¡°Vota y calla¡±, ofreci¨®. El voto nacionalista se dividi¨® entre dos candidaturas, por cuarenta votos el BNG perdi¨® un concejal y Santiago un gobierno municipal de izquierdas. A cambio, esto.
Esta mascarada pol¨ªtica nos degrada y enmascara la realidad: nuestro fracaso financiero; la crisis laboral, sobre todo en Ferrol y Vigo; la situaci¨®n de la agricultura y del campo, absolutamente olvidado; la destrucci¨®n de una generaci¨®n de creadores art¨ªsticos... Divirt¨¢monos.
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