Los tontos del tulip¨¢n
El castillo inmobiliario se derrumb¨®, y sus deudas, las pagar¨¢n los pensionistas, los estudiantes y los ciudadanos
En el a?o 1623 un inversor lleg¨® a pagar por un bulbo de tulip¨¢n 1.000 florines neerlandeses, cuando el salario medio de la ¨¦poca apenas era de 150. Los Pa¨ªses Bajos vivieron un periodo de euforia especulativa con un curioso protagonista: los tulipanes, unas flores que se convirtieron en objeto de ostentaci¨®n y s¨ªmbolo de riqueza. Un periodista escoc¨¦s llamado Charles Mackay escribi¨® en el a?o 1841 un libro contando lo que muchos consideran el primer fen¨®meno especulativo de masas del que se tiene noticia y lo titul¨® Memorias de extraordinarias ilusiones y de la locura de las multitudes. En ¨¦l acredit¨® la existencia del primer mercado de futuros de la econom¨ªa globalizada, el de la fiebre por los tulipanes: los inversores, debido al alza de sus precios, compraron grandes cantidades de bulbos a¨²n no recolectados, en un fen¨®meno que se denomin¨® el negocio del aire.
Los compradores se endeudaban para adquirir las flores, pero ya no se intercambiaban bulbos sino que efectuaban las transacciones mediante operaciones de cr¨¦dito. Se adquir¨ªan por cat¨¢logo y el mercado de los tulipanes entr¨® en la bolsa de valores, pero ocurri¨® que una ma?ana se sac¨® a la venta un lote de medio kilo de bulbos a un precio de 1.250 florines y no encontr¨® comprador. Los inversores se pusieron nerviosos y sacaron al mercado todas las reservas, las que exist¨ªan de verdad y las que no estaban todav¨ªa ni plantadas. Los precios cayeron en picado y nadie compraba. De pronto, la gente se encontr¨® con enormes deudas generadas por la adquisici¨®n de unas flores que ahora no val¨ªan nada, lo que llev¨® a la econom¨ªa a la quiebra.
La tulipoman¨ªa, que as¨ª se titula el art¨ªculo donde he encontrado esta historia, es uno de los ejemplos de una de las explicaciones m¨¢s originales que he le¨ªdo sobre lo que est¨¢ sucediendo en los mercados. Se denomina la teor¨ªa del tonto m¨¢s grande. Sostienen sus autores que, en el mercado de la especulaci¨®n, todos son unos optimistas antropol¨®gicos, por eso en las ¨¦pocas de bonanza los inversores (tontos) compran activas sobrevalorados para vend¨¦rselos a otros especuladores (m¨¢s tontos) a un precio mayor. Estos, a su vez, hacen lo propio con otros m¨¢s tontos, hasta que llega un momento en que el activo es adquirido a un precio desorbitado por el mayor de los tontos. Este tonto m¨¢s tonto al no encontrar a un tonto todav¨ªa mayor se ve obligado a rebajar el precio para poder vender, en un proceso que se va repitiendo una y otra vez hasta que el activo baja su valor de forma vertiginosa y hace explotar el mercado.
Los tulipanes se convirtieron en ladrillos en Espa?a cuatro siglos despu¨¦s. Fue con el boom inmobiliario, cuando la gente adquir¨ªa sobre plano un piso a un precio disparatado con la ¨²nica intenci¨®n de encontrar un comprador dispuesto a pagar a¨²n m¨¢s dinero por esa vivienda. El castillo inmobiliario se derrumb¨® y el coste de los ladrillos, sus deudas y sus plusval¨ªas, lo pagar¨¢n ahora los pensionistas en las farmacias, los estudiantes en las matr¨ªculas de la Universidad y los ciudadanos en el IRPF, ya que seguimos teniendo muchas casas vac¨ªas donde no podemos caernos muertos.
Todo lo que estamos viviendo en el mundo no es m¨¢s que la historia de la codicia, esa que siempre ha roto el saco. La novedad sustancial en este siglo XXI es que han sido los inversores, los bancos, los Estados, las comunidades aut¨®nomas, los ayuntamientos y las grandes corporaciones los ¨²ltimos en comprar el medio kilo de bulbos que no encuentra ahora un tonto mayor que los adquiera. Y eso, s¨ª que es un problema econ¨®mico. De ah¨ª que, para poder sostener este inmenso negocio del aire, nos est¨¢n asfixiando a los ciudadanos, convertidos ahora en los ¨²ltimos los tontos del tulip¨¢n. Protagonistas, sin quererlo, de esta extraordinaria historia de ilusiones y de locura de las multitudes que ya anticip¨® hace 171 a?os un periodista escoc¨¦s.
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