Entre paredes de otro siglo
La Casa de la Portera se consolida como referencia del microteatro en la capital con un espacio esc¨¦nico basado en dos habitaciones. La lista de espera para conseguir entradas, a 15 euros, es de dos semanas
La puerta pintada de verde, cuarteada y surcada por un par de graffitis no sobresale entre las de su manzana. La calle es angosta, como casi todas en el barrio. El bar de la esquina se parece a muchos otros. En el Bajo D de Abades 24, sin embargo, se prepara una fiesta. Es La Casa de la Portera, escenario de una propuesta de microteatro que combina una oferta ambiciosa y un clima intimista con un espacio novedoso.
Ocurre en el piso en el que hasta hace menos de un a?o viv¨ªa la portera del edificio. La transformaci¨®n comenz¨® el verano pasado, cuando el director de arte Alberto Puraenvidia se top¨® con el cartel de alquiler y descubri¨® que ese ¡°agujero negro¡±, como lo describe su socio, el actor y director Jos¨¦ Martret, pod¨ªa convertirse en un escenario. O en dos. Son dos habitaciones que trasladan al Madrid de principios del siglo XX en las que Ivan-off, la adaptaci¨®n de Martret del cl¨¢sico de Ch¨¦jov, cobra vida. El p¨²blico, nunca m¨¢s de 24 personas, se mueve entre una y otra, seg¨²n transcurre la acci¨®n. En una, el estudio de un Iv¨¢n (Ra¨²l Tej¨®n) asfixiado por el tedio, la inmovilidad y el vac¨ªo de una vida adulta sin horizonte, en la otra, la casa de los Leyva, jaur¨ªa de personajes variopintos (y no tanto) que explican y complementan la desesperaci¨®n del protagonista.
Hace fr¨ªo. Faltan 10 minutos para la funci¨®n. Un vecino llega con una barra de pan y entra, casi indiferente. Los 24 espectadores, en cambio, deben esperar afuera. Fuman y hacen planes para despu¨¦s. ¡°La portera deber¨ªa ir prendiendo la chimenea de la casa¡±, bromean. Puraenvidia abre la puerta y se ubica detr¨¢s del aparador al fondo del pasillo angosto. Adem¨¢s de escen¨®grafo, es el encargado de cortar las entradas y de controlar las reservas, para las que hay dos semanas de espera, anotadas en un cuaderno de hojas cuadriculadas y amarillentas. Tambi¨¦n se encarga de abrigos y bolsos.
Y comienza la magia. La de estar en el teatro, pero sin el refugio invisible y la impunidad que ofrece la oscuridad. La de mirar, escuchar y sentir a los actores tan cerca que asusta. La de percibir n¨ªtidos el tic-tac del reloj de pared y los ruidos del resto de la casa. La de acostumbrarse a que los suspiros de los actores (de los personajes, en realidad) ocurren a cent¨ªmetros. ¡°Ir al teatro, que el protagonista te pida perd¨®n y contin¨²e¡±, como sintetiz¨® un espectador en un tuit. El resultado de semejante juego de distancias es una atm¨®sfera en la que permanecer indiferente no es opci¨®n. Poco a poco, la incomodidad va cediendo y gana espacio una conexi¨®n con lo que ocurre alrededor que es tan inusual como la cercan¨ªa. Ganas de sacudir al protagonista para que reaccione, de consolar con un abrazo a su mujer enferma, de cuestionar a los gritos al m¨¦dico y su repetido discurso sobre la honradez. Todo a la vez y mientras el relato avanza.
"Con la crisis a la gente le gusta que le sorprendan" afirma Ra¨²l Tej¨®n
El boca a boca funciona
¡°El p¨²blico sale entusiasmado y eso nos encanta. Se contagia de la historia, de lo que les pasa a los personajes y entra en ese di¨¢logo entre espectadores, actores y escenograf¨ªa que es el eje de nuestra propuesta¡±, resume Martret. Para Tej¨®n, actuar en esas condiciones es un desaf¨ªo ¡°diferente¡±. ¡°Tener a la gente cerca, por un lado, ayuda, porque tienes la respuesta inmediata. Haces un movimiento m¨ªnimo y sabes que la gente lo est¨¢ recibiendo. Claro que tambi¨¦n oyes reacciones negativas y tienes que tener cuidado con el manejo del espacio¡±, sopesa.
En la Casa de la Portera vuelve a quedar demostrado que, cuando una propuesta gusta, el boca a boca funciona, en este caso, tambi¨¦n a trav¨¦s de las redes sociales. Ivan-Off est¨¢ en cartel de jueves a domingo desde marzo y por la ¡°avalancha de llamadas¡± se han doblado las funciones de los fines de semana. Pese a la crisis. Para Martret la explicaci¨®n es de doble v¨ªa. ¡°Con la crisis, a la gente le gusta que le sorprendan, valora m¨¢s que desde el arte se asuman riesgos. Adem¨¢s, mira muy bien en qu¨¦ se gasta 15 euros. Si deciden gast¨¢rselo aqu¨ª es porque nuestra apuesta les convence¡±, concluye.
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