Utop¨ªa hach¨ªs
Hoy el hach¨ªs alimenta ciertas esperanzas en los m¨¢s desesperados, dos salidas: una fugitiva liquidez monetaria, o la c¨¢rcel
No sabe uno si hablan de econom¨ªa internacional o de problemas ¨ªntimos cuando oye repetir palabras como crisis, depresi¨®n, quiebra: ?crac an¨ªmico o financiero? Paul Krugman comentaba hace una semana en este peri¨®dico el suicidio econ¨®mico de los gobiernos europeos, pero tambi¨¦n suicidios entre la gente, por agobios de dinero y de trabajo. Nuestros patriarcas pol¨ªticos no han mantenido sus promesas de prosperidad infinita. ?2012 era el a?o del pleno empleo en Andaluc¨ªa! En la calle se ven cosas que parecen de hace tres d¨¦cadas, de principios de los a?os ochenta del siglo pasado: exploradores en cubos de basura, aunque no en grado industrial todav¨ªa, como entonces, cuando surgieron m¨ªnimas empresas de mendigos recogedores de cart¨®n. Encend¨ªan para calentarse hogueras nocturnas m¨¢s all¨¢ de la frontera que marcaban unos grandes almacenes famosos, El Corte Ingl¨¦s. Yo estaba en M¨¢laga en aquel tiempo.
Con ese mundo aparecieron grandes historietas nacionales, algo as¨ª como los Episodios nacionales de Gald¨®s puestos al d¨ªa en forma de tebeo: los c¨®mics de la revista El V¨ªbora. Sus espl¨¦ndidos dibujantes inventaron personajes econ¨®micamente ag¨®nicos, neur¨®ticos, deprimidos, drogados, que se divert¨ªan con el d¨¦ficit total de esperanza, muertos de risa nerviosa, muy reales. Me acuerdo de esos personajes cuando oigo que el ¨²nico sector laboral que parece florecer en la regi¨®n es la importaci¨®n ilegal al por menor de hach¨ªs marroqu¨ª a trav¨¦s de los puertos de Algeciras y Tarifa, donde las detenciones se duplican de a?o en a?o desde 2010, y la temporada del 2012 promete a¨²n mejores resultados policiales.
Los nuevos contrabandistas de hach¨ªs, aficionados, llegan de toda la pen¨ªnsula, de Espa?a y de Portugal; no son solo de la regi¨®n. Pero en Andaluc¨ªa el momento es especialmente ingrato: hay menos trabajo que en ning¨²n sitio, la mayor¨ªa de los j¨®venes no ven posibilidad de ocuparse en algo que les paguen, escasea el dinero. Falla todo: los negocios, la recaudaci¨®n fiscal, el turismo levemente tambaleante, la agricultura tocada, la construcci¨®n destruida, los pol¨ªgonos industriales sin industrias y dedicados a la venta de art¨ªculos de importaci¨®n, como los que aparecen en Exitus, la novela de Antonio Luque, o Sr. Chinarro, tan pr¨®xima a los mundos de El V¨ªbora. Menguan hasta las actividades econ¨®micas sumergidas pero legales, lo que yo llamar¨ªa la ilegalidad legal, tan propia del pa¨ªs.
Parece que aumenta, sin embargo, la econom¨ªa sumergida absolutamente ilegal, el tr¨¢fico de drogas, por ejemplo, y los ¨¦xitos policiales llenan la c¨¢rcel algecire?a, con su nombre de novel¨®n de aventuras decimon¨®nicas, Botafuegos. Cabe celebrar la productividad policiaca o deplorar el funesto balance econ¨®mico del momento, que convierte al hach¨ªs en motivo de esperanza monetaria para algunos ciudadanos, como si la ¨²nica utop¨ªa concebible, el futuro anhelado o ut¨®pico, se limitara a hoy, al momento, a lo inmediato: salir del trance, hallar cierto bienestar, por inc¨®modo y vejatorio que sea, escondiendo droga en alg¨²n orificio del cuerpo, engullendo, y no por la garganta, la crisis, interioriz¨¢ndola traum¨¢ticamente.
El hach¨ªs, como todo el mundo sabe, es un producto narc¨®tico peligros¨ªsimo, que fuman algunos de los individuos m¨¢s peligrosos que conozco, de las capas m¨¢s peligrosas de la sociedad, trabajadores manuales, catedr¨¢ticos, abogados, sacerdotes, escritores, hosteleros: bajo una apariencia de vida regulada y tranquila se ocultan el humo y la tiniebla del c¨¢?amo indio. No lo proh¨ªben por prohibir, para que la poblaci¨®n recuerde que le pueden quitar e imponer cualquier cosa, sino para generar riqueza a trav¨¦s de la ¨²nica econom¨ªa siempre floreciente: los tr¨¢ficos ilegales, tan propicios al dinero negro y la corrupci¨®n. Hoy el hach¨ªs alimenta ciertas esperanzas en los m¨¢s desesperados, dos salidas: una fugitiva liquidez monetaria, o la c¨¢rcel.
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