Impecable telegrama al futuro
Mishima demuestra en directo que su propuesta aguanta una mirada desapasionada y distante
A?o 2415. Nada de lo que conocimos como civilizaci¨®n resta en pie. Los humanos han reducido sus ¨¢reas habitadas hasta ocupar la superficie de un guisante y all¨ª viven como gusanos. La especie tal y como se conoci¨® es un recuerdo a¨²n menor que un guisante, pues desapareci¨® tras cataclismos cuyo origen bien poco importa. En ese contexto, unos alien¨ªgenas aterrizan, de hecho amerizan, en el lugar que ocup¨® Barcelona, ahora anegado por las aguas. Por esas casualidades que en realidad no existen se encuentran con un disco compacto en cuya portada aparece la palabra Mishima. Al cabo de poco tiempo, esos visitantes, s¨®lo con estudiar el disco, a la saz¨®n titulado?L¡¯amor feli?, pudieron hacerse una idea extraordinariamente precisa de c¨®mo eran y viv¨ªan en t¨¦rminos emotivos los treinta?eros de inicios del siglo XXI. De encontrar registros f¨®siles sonoros en Sevilla, Madrid, Lugo o Vic descubrir¨ªan que esos espec¨ªmenes s¨®lo eran as¨ª en Barcelona. Pero se ignora si los alien¨ªgenas hallaron esas pistas.
POP
Mishima
Teatre Lliure
3 Mayo 2012
La asignatura pendiente que ten¨ªan Mishima en Barcelona, ciudad en la que han actuado infinidad de veces y en la que han triunfado en un n¨²mero nada desde?able de ellas, consist¨ªa en imponer no s¨®lo su evidente condici¨®n de representantes y s¨ªmbolo de una generaci¨®n que encuentra en sus sentimientos un activo sobre el que preguntarse, una gu¨ªa para vivir razonablemente. No, eso ya estaba demostrado entre otros en aquel extraordinariamente emotivo concierto en el Apolo de hace un par de a?os. Lo que restaba a la banda de David Carab¨¦n era demostrar en directo, en disco ya lo han hecho, que su propuesta aguanta una mirada desapasionada y distante. Quiz¨¢s por ello escogieron el Lliure para presentar su ¨²ltimo trabajo, L¡¯amor feli?, al tratarse de un recinto en el que la presi¨®n y la emoci¨®n se disipan entre las butacas y donde el alcohol no puede ser utilizado para llenar los huecos que puedan dejar los m¨²sicos. No, en el Lliure, en principio un espacio que puede enervar emociones, es donde se imponen los m¨²sicos.
Y por ejemplo comparando ¨¦ste concierto con el del Palau, Mishima se mostr¨® como una banda poco menos que impecable. El sonido, la ejecuci¨®n, la din¨¢mica del concierto, la seguridad de la banda en s¨ª misma ¨Ctocaron casi todo el ¨²ltimo disco y el postrer tema en sonar tambi¨¦n pertenec¨ªa a esta obra, todo un detalle de autoconfianza- y la misma sobriedad de la puesta en escena, abonaron la sensaci¨®n de que el grupo no ha parado de crecer. Por supuesto que las canciones sonaron algo menos matizadas que en disco, en especial las de L¡¯amor feli?, pero a cambio la banda imprimi¨® un br¨ªo y contundencia que fueron algo m¨¢s, bastante m¨¢s que mero volumen. Era un empuje propio de creer en la propia obra y en la capacidad de defenderla.
Para explicar a¨²n mejor el ¨¦xito cosechado en el primero de sus dos conciertos en el recinto, ha de considerarse que adem¨¢s Mishima ya dispone de un repertorio insumergible en el que abundan las c¨¢maras de aire que le permiten m¨¢s que flotar directamente volar. A las ya conocidas Tornar¨¤s a tremolar, Guspira, estel o caricia, L¡¯olor de la nit, Miquel a l¡¯acc¨¦s 14, Qui n¡¯ha begut, La tarda esclata o Tot torna a comen?ar, se suman ahora Els vespres verds, Ull salvatge, L¡¯¨²ltima ressaca, Els crits o La vella ferida, solo cinco ejemplos del magn¨ªfico cancionero con el que el grupo ha renovado su repertorio. No hace falta ser el rey de las pesquisas para llegar a la conclusi¨®n que Mishima barrieron. Y s¨ª, ellas eran las que m¨¢s cantaban, pero hab¨ªa que ver los ojos de perl¨®n cocido con los que ellos pensaban que el grupo hablaba de su vida con ella. Y encima con solvencia musical.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.