Gente t¨®xica
Me pregunto si con esto de la crisis habr¨¢ aumentado el consumo de libros de autoayuda. Aprende a ser feliz con menos, Transforma el vinagre en miel, La respuesta est¨¢ en ti, y en ese plan. Seguro que descender, no ha descendido. Es suficiente con darse una vuelta por la Fnac o cualquier librer¨ªa de gran superficie para encontrarse con el alegre revoltijo: los libros de psicolog¨ªa devorados por los de autoayuda y desarrollo personal, los de filosof¨ªa devorados por vol¨²menes de espiritualidad y esoterismo. Es curioso pensar que tan floreciente industria no tiene m¨¢s de unas d¨¦cadas de vida. Por Tutatis, ?c¨®mo acertaba antes la gente a guiar sus vidas? Cierto es que contaban con una pr¨¢ctica y una literatura religiosas que ahora van desapareciendo tanto de la vida p¨²blica como de las librer¨ªas, pero¡
Eva Illouz, que ha estudiado en profundidad nuestra cultura de la terapia y la autoayuda (La salvaci¨®n del alma moderna, Katz editores), cuenta c¨®mo en los a?os 70 el psicoan¨¢lisis y la psiquiatr¨ªa democratizaron la enfermedad mental, creando una categor¨ªa genial: el neur¨®tico. ¡°Neur¨®tico es cualquiera que sufra un conflicto interno. Es una gigantesca operaci¨®n de marketing sanitario: si te enamoras de una chica, pero no te conviene, tienes un conflicto y tal vez una neurosis; o si te peleas con tu padre o los vecinos o con tu perro..., tienes conflictos y eres un neur¨®tico¡±. Pero los psic¨®logos fueron m¨¢s all¨¢, con una (re)invenci¨®n a¨²n m¨¢s provechosa: la autorrealizaci¨®n. As¨ª, ¡°ya ni siquiera necesitas un conflicto para ir a terapia. Ahora, basta con que no te 'sientas realizado' para cobrarte la visita" o el coaching. Y, por supuesto, para vender un sinn¨²mero de libros que supuestamente te ayudan a realizarte, a desarrollar "todo tu potencial¡±.
Sin duda, en el saco de la autoayuda hay de todo: tambi¨¦n algunos ensayos serios y psicolog¨ªa divulgativa de calidad; aunque imposible negar que abunda la palabrer¨ªa barata, y no digamos ya en los libritos de espiritualidad y parafernalia esot¨¦rica. En la medida en que nos ayudan a conocernos y a mejorar, nada que objetar. En la medida en que nos ayudan a sufrir menos o a enfrentarnos mejor a nuestros problemas, tampoco. Tengo en mente uno de esos libros ¡ªHombres t¨®xicos, de Lillian Glass¡ª, que presenta una tipolog¨ªa de esas personas que hacen la vida imposible a otras, seres venenosos que te hacen sentir mal, te humillan y hunden tu autoestima: el competidor celoso, el sabeloto arrogante, el mentiroso seductor, el obseso del control, el metomentodo ciza?ero, el narcicista egoc¨¦ntrico, el congelador emocional, el sociopsic¨®pata, etc. Identificarlos, pero sobre todo aprender a tratarlos ¡ªo mejor, a evitarlos¡ª, y recuperarse de su nefasta influencia es una ardua tarea. Y no digamos ya detectar nuestras propias toxicidades. Si un libro puede ayudarnos en esa labor, ?c¨®mo despreciarlo?
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