Surcos de sombra y madera
Fran?ois Marechal expone hasta el 24 de junio sus mejores grabados, aguafuertes y puntas secas
La madera no s¨®lo vive. Tambi¨¦n habla. Quien conversa con ella es un artista normando de Evreux afincado en Madrid desde 1963. Se llama Fran?ois Mar¨¦chal. Observador minucioso y escrutador tenaz, tiene pulso y paciencia suficientes para incrustar belleza en cada surco que su mano de grabador, mediante el buril, dicta a las vetas, fibras y nudos de la mejor madera. ?l prefiere la del vigoroso boj.
Pero tambi¨¦n sabe reducir con su gubia la dureza del peral, el haya y el cerezo, hasta transformarla con su cincel de acero en un lenguaje humanizado por penumbras expresivas y m¨®rbidos perfiles. Sabe adem¨¢s deleitarse con la blandura del chopo, el tilo y el cipr¨¦s. De sus di¨¢logos con la madera y las sombras surge una obra esplendente, que la Real Casa de la Moneda exhibe hasta el 24 de junio en su sala de exposiciones temporales de la madrile?a calle del Doctor Esquerdo, bajo el comisariado de Luis Cabrera.
Recorrer la exposici¨®n de Mar¨¦chal invita a evocar todo cuanto la sombra y la luz, en su juego sempiterno, ocultan en el hond¨®n de su seno. Grabados en madera al hilo, a la punta seca o a la testa; misteriosas maneras negras sobre cobre, aguafuertes donde crepita el ¨¢cido n¨ªtrico con el que los alquimistas inventaron la corrosi¨®n del cobre, tras cuyo entintado cabe la estampaci¨®n -gracias al t¨®rculo y a la prensa-, de dibujos que cobran de su mano extraordinaria belleza.
Todo un universo umbr¨ªo y luminoso se va abriendo a la mirada del visitante al contemplar c¨®mo Marechal ¡°consigue convertir en m¨²sica la cabellera al aire de una dama¡±, en definici¨®n del pintor Luis Garc¨ªa Ochoa, quien fuera su maestro. ¡°Es tambi¨¦n un pintor fabuloso¡±, comenta el veterano artista en la inauguraci¨®n de Pinceles de acero, que as¨ª se llama la exposici¨®n de su disc¨ªpulo Mar¨¦chal. ¡°Me felicito por haberle aleccionado a pintar, contra la costumbre de abstenerse de ello seguida por casi todos los grabadores¡±, a?ade.
En lontananza, China
Fran?ois Mar¨¦chal no ha cejado en su empe?o juvenil por dome?ar y ensanchar el limite del arte del grabado. Adscrito a las principales asociaciones europeas, ¨¦l es el adalid de un quehaceren franca retirada, acosado como se encuentra el grabado en el papel moneda por la quimiografia, hostigado en las editoriales por la inform¨¢tica y circunscrito ya casi apenas a los ex-libris de las publicaciones de lujo. Empero, el artista normando afincado en Madrid sigue peleando para acreditar un arte que encuentra en ¨¦l aqu¨ª su primer exponente.
Para ello, ha extendido su esfera de actuaci¨®n hasta China, donde la Academia de Guanlun le acoge como profesor visitante. Ampl¨ªa all¨ª sus deleites con la caligraf¨ªa y la pintura del Extremo Oriente, universo art¨ªstico por descubrir, de cuyos primores Mar¨¦chal, pionero en salir a su encuentro, perfecciona la imaginaci¨®n de sus obras.
Damas de belleza excelsa; atm¨®sferas sombr¨ªas envueltas en el humo del incienso o del cigarro; aves cuyos ojos fr¨ªos contrastan con el calor de su minucioso plumaje; retratos cargados de pasi¨®n, como el escorzo del poeta Jos¨¦ Hierro, del chansonier Georges Brassens, del m¨²sico Dizzie Gillespie o del artista Giacometti... Todo en Mar¨¦chal es finura y detalle, expresividad y signo. Bajo cada trazo de sus punzones aflora el talento de un artista leal al beau m¨¦tier, esa sabidur¨ªa que solo otorgan las horas llenas de oficio y la mirada larga hacia el horizonte infinito y siempre actual de la belleza.
Fran?ois Mar¨¦chal. Pinceles de acero. Casa de la Moneda. Lunes cerrado. Martes a viernes, de 10.00 a 17.30. S¨¢bados, domingos y festivos, de 10.00 a 14.00. Acceso libre. Doctor Esquerdo, 36.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.