El congreso de las maravillas
S¨¢nchez-Camacho es incapaz de aceptar que su agresivo protagonismo suscite cr¨ªticas en la misma proporci¨®n
Calibrar la trascendencia o el relieve de un acontecimiento depende siempre de con qu¨¦ se lo compare; y en este sentido es preciso reconocer que, comparado con el anterior de julio de 2008, el 13? congreso que el PP catal¨¢n celebr¨® el pasado fin de semana ha sido un verdadero prodigio: la abundancia de ministros y el buen rollo general derivados de ejercer el poder en Espa?a, los discursos y los v¨ªdeos arrobados de fervor hacia la lideresa, el informe de gesti¨®n aprobado por unanimidad, las candidaturas ¨²nicas y las votaciones aclamatorias¡ Baste decir que, por momentos, el Palacio de Congresos de Catalu?a parec¨ªa, en cuanto a la atm¨®sfera, su hom¨®nimo del Kremlin en los mejores d¨ªas del PCUS.
Sin embargo, el vivo contraste entre la euf¨®rica unidad de hoga?o y las convulsiones fratricidas de anta?o no deber¨ªa enmascarar la realidad, ni contagiarnos del desbocado triunfalismo que la mercadotecnia de los populares catalanes ha tratado de propagar. La unanimidad de hoy no se ha conseguido por integraci¨®n de las facciones de 2008, sino por exclusi¨®n: Daniel Sirera est¨¢ exiliado en Valencia; Montserrat Nebrera, recluida en su c¨¢tedra, y Alberto Fern¨¢ndez, neutralizado en el Ayuntamiento barcelon¨¦s. Por otra parte, que 35 a?os despu¨¦s del restablecimiento de la Generalitat y del nacimiento del partido, a la vuelta de tantos giros y refundaciones, sea noticia la adopci¨®n estatutaria del r¨®tulo ¡°PP de Catalu?a¡±, o la incorporaci¨®n a su logo de una banderita cuatribarrada, da la medida de lo lejos que est¨¢n a¨²n los adeptos catalanes de Rajoy de esa centralidad que tanto reivindican.
Es indudable que el ¨²ltimo ciclo electoral ha sido m¨¢s bien propicio a las candidaturas del PPC, pero solo la desenvoltura verbal de sus dirigentes es capaz de afirmar que han ¡°roto todos los techos¡± hasta erigirse en ¡°el partido de la mayor¨ªa catalana¡±. En los comicios de 2010 al Parlament se quedaron, con el 12,37 %, siete d¨¦cimas por debajo del ya modesto r¨¦cord de Vidal-Quadras en 1995; en las generales del pasado noviembre su registro (20,7 %) fue dos puntos inferior al alcanzado por Josep Piqu¨¦ en 2000.
Ciertamente, las municipales de un a?o atr¨¢s supusieron para el partido un m¨¢ximo absoluto del 12,6%¡, traducido despu¨¦s en 11 alcald¨ªas; 11 sobre 946. Que Badalona y Castelldefels se hayan convertido en conquistas hist¨®ricas solo ilustra, por contraste, la insignificancia municipal en que AP-PP vivi¨® aqu¨ª durante m¨¢s de tres d¨¦cadas.
Al recordar estos datos, no niego la posibilidad de que los populares crezcan apreciablemente en los pr¨®ximos tiempos, sobre todo si el PSC sigue sin encontrar su rumbo. Pero, en tal caso, no ser¨¢ gracias a ectoplasmas doctrinales como ese ¡°autonomismo diferencial¡± que acaban de inventarse. Mientras insista en presentar el nacionalismo (solo el catal¨¢n, claro) como ¡°una lacra¡±, mientras repita groseras amenazas hacia TV-3 y Catalunya R¨¤dio, mientras se recree en el papel de polic¨ªa ind¨ªgena al servicio del maltrecho imperio, el PPC solo puede aspirar al liderazgo del unionismo, de los ¡°espa?oles incondicionales¡± ¡ªas¨ª se les llamaba en Cuba poco antes de 1898¡ª hostiles al pacto fiscal, a la defensa del autogobierno y a cualquier avance hacia la soberan¨ªa. Es un papel muy leg¨ªtimo, aunque en las ant¨ªpodas del partido mayoritario y decisivo que invocaron como meta oradores y ponentes el primer fin de semana de mayo.
Por otra parte, el PPC sale del 13? congreso sin resolver un peque?o problema funcional. Todo all¨ª gira alrededor del ensoberbecido hiperliderazgo de la se?ora S¨¢nchez-Camacho, y esta sigue cultivando la m¨¢xima exposici¨®n medi¨¢tica, hasta bordear los l¨ªmites del exhibicionismo. ?C¨®mo cabe calificar si no la imagen ¡ªsin parang¨®n desde 1977¡ª de do?a Alicia con su hijo Manuel en brazos recibiendo aclamaciones en la sesi¨®n de clausura congresual del pasado domingo? No obstante, la presidenta del partido es incapaz de aceptar que tan intenso y agresivo protagonismo suscite cr¨ªticas en la misma proporci¨®n. Ella exige, conmina y amonesta. ?Y espera que los dem¨¢s permanezcan callados?
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