¡®Blues¡¯ de la tumba limpia
La nuestra es la ciudad para los aviones en quiebra y para los helic¨®pteros de la polic¨ªa, m¨¢s que para las personas
![Celebración del pasado Primero de Mayo en la plaza de la Bastilla, en París](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ZH75KX5S7Q556OJYJHSUK675JI.jpg?auth=debc503f445060fbf617c9b40ef05c1949d02f0d1aa9af22d6148edf3109f55c&width=414)
Par¨ªs era un 15-M el domingo pasado en la noche de la iguana europea. Lo dieron por televisi¨®n en directo y lo que all¨ª se ve¨ªa, en la plaza de la Bastilla, era palpitar la ilusi¨®n de cambiar las cosas. Cada 15-M es una Bastilla urgente que nos recuerda que la vida solo va a ocurrir en directo y el resto es recesi¨®n. Cada 15-M es un rostro en la multitud. Durante la campa?a alguien dijo que Sarkozy era el mejor presidente para Francia, y Hollande el mejor presidente para los franceses. Es la diferencia entre patria y ciudadanos. En Barcelona, capital del dolor, capital de la esperanza, el alcalde Trias se present¨® en las municipales como ¡°el alcalde de las personas¡±. Pero una persona no es lo mismo que un ciudadano, y jam¨¢s uno de esos de La marsellesa. Una persona est¨¢ m¨¢s cerca del hombre de orden que dice: ¡°P¨®rtese como una persona¡±. En esto Barcelona es todo lo contrario del aeropuerto de Castell¨®n, que se hizo para las personas y no para los aviones. La nuestra es la ciudad para los aviones en quiebra y para los helic¨®pteros de la polic¨ªa, m¨¢s que para las personas si no son las de los carteles electorales. Con tanta polic¨ªa Barcelona, creyendo que va a deslumbrar, se queda ciega. El algod¨®n de los botiquines no enga?a y las palabras no mienten, aunque Felip Puig las aerotransporte. Hace unos d¨ªas, en medio de la reuni¨®n del Banco Central Europeo, los peri¨®dicos titularon: ¡°La polic¨ªa blinda Barcelona¡±, y esa era la palabra exacta, era precisamente eso lo que estaba ocurriendo; la ciudad estaba blindada, ciega como Blind Lemon Jefferson o como los Blind Boys of Alabama. (De un bluesde Lemon Jefferson, que dicen que muri¨® de un infarto una noche perseguido por un perro, Bob Dylan har¨¢ una versi¨®n en su primer disco. ¡°Bueno, solo te voy a pedir un favor / Mira que mi tumba se mantenga limpia¡±). Desenga?¨¦monos, si es que est¨¢bamos enga?ados: no todo hombre es una persona. Basta con repasar las conjugaciones o con ir al cine, no es lo mismo la tercera persona que el tercer hombre.
Ni todo el mundo puede permitirse ser una persona ni tampoco todo el mundo lo pretende. En las paredes de las viejas y hermosas (o por lo menos aut¨¦nticas) casas que est¨¢n demoliendo en el barrio de La Catalana, a orillas del r¨ªo Bes¨°s, los ¨²ltimos habitantes que quedan han pintado con caligraf¨ªa de brocha gorda la frase: ¡°Aqu¨ª vivimos gente¡± (de esta ¨¦pica ya habl¨¦ en otra cr¨®nica reciente). Pues bien, hay una diferencia sustancial, es decir, de clase, entre escribir ¡°aqu¨ª vivimos personas¡± y ¡°aqu¨ª vivimos gente¡±. Est¨¢ ah¨ª concentrada toda la escala social (el ascensor social es en realidad una escalera de servicio). De modo que resulta que no da lo mismo ser el alcalde de las personas que ser el alcalde de la gente. La gente est¨¢ en el n¨²cleo duro de la democracia. Est¨¢, por ejemplo, en las palabras que pronunci¨® Abraham Lincoln en Gettysburg, en 1863, en plena guerra civil norteamericana, cuando dijo que el suyo era un Gobierno ¡°de la gente, por la gente y para la gente¡±. La frase es muy famosa en ingl¨¦s: of the people, by the people, for the people, y a veces se ha traducido mal, pues en ingl¨¦s people es gente, no pueblo (si no, Village People y todos sus discos ser¨ªan una redundancia). Pueblo es un concepto m¨¢s bien judeocristiano (el pueblo de Dios), y por tanto m¨¢s bien comunista (Marx y Engels y Aar¨®n y Mois¨¦s tienen vidas paralelas), que les viene como anillo al dedo a todo tipo de himnos, desde Somos un pueblo que camina (del maestro E. V. Mateu) hasta El pueblo unido, de Quilapay¨²n. (Aqu¨ª lo que adem¨¢s se ve es que el pueblo, como concepto, est¨¢ tambi¨¦n m¨¢s cerca de cualquier canci¨®n de Mar¨ªa Ostiz que de los discos de Village People.)
La gente es siempre la gente de la calle. Es en la calle, en las plazas, en todas las Bastillas, donde empiezan siempre las cosas, esto hemos vuelto a saberlo recientemente, y ahora andamos de aniversario. Hay m¨¢s democracia en una sola calle que en toda una ciudad. La ciudad, lo explican en los colegios (incluidos los p¨²blicos), es una entidad burguesa y por eso tambi¨¦n se ha llamado burgo. La calle viene de callis, en lat¨ªn, que era el sendero por donde pasaba el ganado. Es en la calle donde vive la gente que no cabe en la ciudad. La calle es de todos, y cuando la derecha dice que la calle es suya es porque considera que la gente es reba?o. Si algo conoce la derecha son las palabras, m¨¢s que a la gente, que ni le importa ni le interesa. Las derechas son m¨¢s dadas a defender a la persona que a defender a la gente. La derecha, como tiene mucho dinero, sabe lo que realmente vale cada palabra. Entre lo primero que hizo Rajoy al llegar al Gobierno fue quitarle el nombre al Ministerio de Trabajo, para llamarlo Ministerio de Empleo. As¨ª se invirti¨® radicalmente el punto de vista. La palabra trabajo estaba m¨¢s cerca de los trabajadores que de los empresarios. El trabajo tiene un retrogusto marxista asociado a conceptos como alienaci¨®n, emancipaci¨®n y plusval¨ªa. El punto de vista de la patronal no es el trabajo, es el empleo. Pero tambi¨¦n hay algo de pol¨ªticamente correcto en este cambiazo, pues empleo es un t¨¦rmino m¨¢s limpio, menos grasiento, una palabra que, seg¨²n el diccionario, se utiliza para designar especialmente el trabajo no manual. Claro, no es lo mismo un trabajador que un empleado. Las palabras hablan sin parar. De la doble acci¨®n combinada entre CiU y PP se entiende que dejaremos de ser un pa¨ªs de gente sin trabajo para convertirnos en un pa¨ªs de personas sin empleo. A¨²n hay clases.
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