La censura
Al Consejo Audiovisual le preocupa la videncia en horario infantil. No son necesarios nuevos censores ben¨¦ficos ni ¨®rganos que controlen el uso de la libertad de expresi¨®n
De siete de la ma?ana a 10 de la noche est¨¢n prohibidos los programas de televisi¨®n dedicados al espiritismo, e incluso un Consejo Audiovisual de Andaluc¨ªa vigila el cumplimiento de la ley. Descubierto un caso, acaba de lograr que un juez suspenda las emisiones del operador televisivo, al que el Consejo ha impuesto una multa de m¨¢s de 130.000 euros, aunque, con la ley en la mano, podr¨ªa haber llegado a medio mill¨®n. Le preocupa al Consejo la videncia en horario infantil. Videncia en horario infantil me parece un gran t¨ªtulo para una pel¨ªcula de miedo.
Me he le¨ªdo la Decisi¨®n 4/2011 del Consejo, en la que se requiri¨® al operador que dejara de emitir nigromancia, y donde se transcriben intervenciones de la presentadora del programa culpable. Se identifica como una m¨¦dium, mediadora entre los muertos y los vivos, que llaman a uno de esos n¨²meros telef¨®nicos que cuestan dinero. Recomienda misas por los difuntos y ritos contra las energ¨ªas negativas, y receta remedios (poner una copa de agua y encender una vela blanca y nueva durante nueve d¨ªas seguidos, nueve velas en total). M¨¢s que del m¨¢s all¨¢, habla de la vida mortal y miserable de todos los d¨ªas, la salud, el trabajo, el miedo, el amor o la soledad, la pena.
Todo esto es un sinsentido, empezando por la prohibici¨®n, a no ser que simplemente se quiera proteger del despilfarro sobrenatural a los adultos, o que se intervenga contra la venta diurna por televisi¨®n, aunque sea espiritual la mercanc¨ªa. La prohibici¨®n es arbitraria porque de siete de la ma?ana a 10 de la noche, horario infantil, se ven por televisi¨®n misas, procesiones de santos, matanzas rituales de toros. Est¨¢ probado hist¨®ricamente, sin embargo, que la autoridad proh¨ªbe lo que quiere. En China est¨¢n vetadas las pel¨ªculas que cuentan viajes en el tiempo.
En otra ¨¦poca muy lejana la vigilancia censoria nos merec¨ªa rechazo, quiz¨¢ porque vigilaban otros. Entonces, en el franquismo, censuraban otras cosas, el liberalismo, el socialismo, el comunismo, todos los ismos posibles, menos el fascismo, el catolicismo y el patriotismo, y a la mayor¨ªa la censura le parec¨ªa lo m¨¢s natural. Hoy, como todo el mundo sabe, vivimos en una sociedad ideal, justa y tolerante, y el derecho de las autoridades a prohibir las cosas m¨¢s impensables se ejerce en torno a cosas a¨²n m¨¢s naturales que el patriotismo, como la salud o la protecci¨®n patriarcal de ni?os, mujeres y ancianos. Si la censura existe todav¨ªa, es mucho m¨¢s fina que antes, m¨¢s aceptada. Hasta puede parecer natural.
Me repele que dos cadenas televisivas de propaganda derechista me consideren, s¨®lo por ser andaluz, vago, par¨¢sito e indigno. Comentaristas y p¨²blico de esas televisiones mostraban as¨ª su irritaci¨®n fervorosa ante los resultados de las ¨²ltimas elecciones auton¨®micas, que, a su juicio, certificaban la corrupci¨®n de los andaluces en bloque (no s¨¦ si por la victoria del PP, partido mezclado en corrupciones, o por la derrota triunfante del PSOE, partido mezclado en corrupciones). Pero no me parece aceptable que el mismo Consejo que en horas infantiles persigue espiritistas pida al Gobierno central que castigue a las televisiones por "faltar el respeto a la dignidad de los andaluces y a los valores constitucionales".
No son necesarios nuevos censores ben¨¦ficos, ni ¨®rganos que controlen el buen uso de la libertad de expresi¨®n. Hay fiscales. Ya el C¨®digo Penal castiga el odio contra comunidades, los delitos contra los derechos constitucionales, las injurias y calumnias contra las instituciones y las religiones y las autoridades y el Rey y la Familia Real. En manos de un Gobierno malvado las leyes vigentes resultar¨ªan diab¨®licas, incluidas las que afectan al Consejo Audiovisual. A m¨ª, por mencionar en este art¨ªculo lo sobrenatural y el catolicismo, podr¨ªan aplicarme el art¨ªculo 525 del C¨®digo Penal, por ofender sentimientos religiosos, aunque ¨¦sa no sea mi intenci¨®n.
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