Inmobiliario, tratante de vino y joyas, corredor de seguros y polic¨ªa local
Ram¨®n V¨¢zquez R¨ªo se perfila como uno de los personajes m¨¢s complejos de la mafia ¡®Carioca¡¯
Por los inacabables tomos del sumario de la Operaci¨®n Carioca desfilan polic¨ªas cocain¨®manos; clientes del sexo de pago que, por su condici¨®n uniformada, se serv¨ªan gratis; aficionados a las org¨ªas; extorsionadores; traficantes de influencias, pluriempleados en la econom¨ªa sumergida y, entre otros virtuosos agentes del orden, emprendedores infatigables de negocios en la sombra. Entre todos ellos, junto con el guardia civil Armando Lorenzo, despunta cada vez m¨¢s la figura de Jos¨¦ Ram¨®n V¨¢zquez R¨ªo, el inspector de la Polic¨ªa Local que supuestamente era socio del proxeneta Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa Ad¨¢n en la oficina central de la trama, el club Queen's de O Ceao.
En sus interrogatorios, la juez sigue trazando el perfil todav¨ªa incompleto del personaje, que dominaba la noche lucense desde su cargo de jefe de la brigada nocturna. Declaraciones posteriores al levantamiento, en 2011, del secreto sumarial inciden en las actividades paralelas del poli¨¦drico inspector, aquellas que llevaba a cabo sin pudor tambi¨¦n en horas de servicio, con uniforme y a bordo del coche oficial. Algunos compa?eros lo describen como un entregado trabajador. Otros, aseguran que no cumpl¨ªa los horarios, que hac¨ªa lo que le daba la gana y desaparec¨ªa cuando quer¨ªa. De madrugada, cuando cerraba el burdel, y en horas para ¨¦l de servicio, aparece descrito en la instrucci¨®n haciendo labores de taxista, transportando mujeres en retirada en el autom¨®vil rotulado.
Cuando cerraba el prost¨ªbulo, las mujeres iban a casa en el coche oficial
Ram¨®n, como le conocen quienes frecuentaban los escenarios de la Carioca, es tambi¨¦n uno de los principales imputados en la trama de las multas que le toc¨® investigar a la juez del n¨²mero 3, Estela San Jos¨¦, que hoy instruye el sumario Campe¨®n. En el de la Carioca tambi¨¦n aparece retirando incontables sanciones a sus conocidos, pero adem¨¢s un exempleado del Queen's afirma que en el club estaba a diario sin pagar por los servicios, comiendo, bebiendo cubatas y probando a todas las chicas nuevas en cuanto llegaban. Tambi¨¦n, entre sus amigos m¨¢s pr¨®ximos estaba el ginec¨®logo que realizaba traum¨¢ticos abortos a las prostitutas a cambio de 500 euros, y hab¨ªa presuntos vendedores de droga y contrabandistas de Winston y Marlboro con m¨¢quinas expendedoras, como el popular Pepe Vending Palas (que, seg¨²n su mujer, ocultaba el tabaco en un zulo en A Ulloa).
El contrato de luz del Queen's estaba a nombre de la empresa del inspector
V¨¢zquez R¨ªo mont¨® primero una corredur¨ªa de seguros (Pumares y R¨ªo Lugo) que supuestamente ten¨ªa en su cartera de clientes a la flor y nata del hampa local; y una empresa inmobiliaria con dos amigos que ¨²nicamente se encarg¨® de proporcionarle a Ad¨¢n la finca y la nave para el prost¨ªbulo. La parcela hab¨ªa sido de un quesero en horas bajas. Sus adicciones y la presi¨®n de la polic¨ªa, que lo acribillaba a multas mientras se hac¨ªa la sueca con otros muchos ciudadanos, lo abocaron a la ruina y a la venta de su tierra y su f¨¢brica. Los compradores, seg¨²n se explica en la instrucci¨®n, fueron Manuel Santiso, gerente de Construcciones Sanle, y Javier Manuel Reguera P¨¦rez, el funcionario responsable de la ORA y del servicio de gr¨²as del Ayuntamiento. La magistrada sigue investigando si en realidad existe una tercera persona, un ex alto cargo socialista, detr¨¢s de las m¨²ltiples propiedades de las que es titular el funcionario municipal.
El contrato de luz del Queen's, una vez inaugurado, sigui¨® a nombre de la inmobiliaria de V¨¢zquez R¨ªo, Rivamar, de la que tambi¨¦n eran socios otros dos incondicionales de este burdel, J. C. P. y J. R., el constructor que hizo (seg¨²n ¨¦l sin lograr cobrar) la reforma ilegal del establecimiento para adaptarlo a las funciones de un prost¨ªbulo. La inmobiliaria, seg¨²n se concluye de las declaraciones de este contratista, nunca realiz¨® ninguna operaci¨®n de alquiler o venta m¨¢s all¨¢ del arrendamiento del solar en cuesti¨®n. Al margen de esto, Rivamar abri¨® un bar que regentaba personalmente el polic¨ªa local.
Seg¨²n un empleado del burdel, al agente le gustaba probar a todas las chicas nuevas
El constructor amigo de Ram¨®n y socio de Rivamar, por su parte, seg¨²n declara un empleado del Queen's fue cobrando la obra del club en especie. La reforma de la queser¨ªa en prost¨ªbulo, con habitaciones, barra y dem¨¢s dependencias ad hoc fue valorada por J. R. en 150.000 euros, de los que asegura que recibi¨® una cantidad menor en met¨¢lico y en negro, aunque ¨¦l mismo no ha sido capaz de aclararse ante la juez acerca de la cifra. El contratista dice sospechar que entre Ad¨¢n y el jefe de la brigada nocturna le tendieron una trampa: acordaron no pagarle la obra. Pero luego ¨¦l (casado al igual que Ram¨®n) sigui¨® yendo al club, y seg¨²n un testigo se ahorraba el precio de las copas (de 33 a 40 euros) y las c¨®pulas (40 euros m¨¢s los tres o cinco del kit de preservativo y s¨¢bana).
Seg¨²n testimonios, V¨¢zquez R¨ªo se ve¨ªa pr¨¢cticamente a diario con J. R.en el club y se apostaba siempre en la ¨²nica esquina del sal¨®n que no recog¨ªan las c¨¢maras de vigilancia que controlaba Ad¨¢n desde el despacho. Todos los ¨ªntimos del proxeneta sol¨ªan colocarse en ese ¨¢ngulo muerto. En el sumario tambi¨¦n se investiga si el polic¨ªa local hac¨ªa dinero con la venta de ropa y de joyas a las trabajadoras de los clubes. Algunas declaraciones a?aden que vend¨ªa bebidas por los bares de Lugo, e incluso que importaba desde Alemania coches de segunda mano para colocar en Espa?a. Un compa?ero del cuerpo apunta que podr¨ªa haber estado almacenando los coches, a la espera de su venta, en el parque de la gr¨²a municipal.
Cabo Armando Lorenzo: ¡°Si quieres que te funcionen los clubs, paga¡±
Dos a?os y siete meses despu¨¦s del estallido de la Operaci¨®n Carioca, de aquellos d¨ªas en que Lugo desayunaba a diario sobresaltado por nuevas imputaciones y s¨®rdidos cap¨ªtulos de una mafia que estaba en todas partes, a¨²n se presentan en el Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 1 testigos que tienen cosas que contar.
Una de las ¨²ltimas declaraciones ha sido la de una mujer colombiana que pas¨® por varios clubes desde mediados de los noventa. La trajo a Espa?a, con una deuda de 900.000 pesetas, El Gato, uno de los proxenetas habituales de Lugo y Ourense, y despu¨¦s pas¨® por varios locales de alterne regentados por otros fen¨®menos del sector como Rico, El Melenas y El Incre¨ªble. Conoci¨® a un Ad¨¢n (principal, y brutal, imputado de la Carioca, jefe del Queen's y del Colina) que empezaba de camarero, y entre 1999 y 2003 fue pareja de otro proxeneta, un hombre que mont¨® dos clubes en sendas localidades lucenses de mediano tama?o. La chica conoc¨ªa a Armando Lorenzo Torre (cabo de la Guardia Civil que arreglaba los papeles a las extranjeras a cambio de favores sexuales) de todos los burdeles en los que hab¨ªa trabajado. Pero, seg¨²n ha declarado ahora ante la juez Pilar de Lara, fue en los clubes que acababa de abrir su pareja cuando comprendi¨® el verdadero negocio del cabo en el mundo de la prostituci¨®n: Armando dictaba la ley, era el chulo de los chulos, recaudador de impuestos donde corre el dinero negro que no paga impuestos.
La mujer ha contado que en varias ocasiones Armando extorsion¨® a su novio: ¡°Ya sabes que si quieres que te funcionen los clubs y que te deje trabajar tienes que pagar. Ya sabes que son 100.000 y 150.000 pesetas mensuales por cada uno¡±, oy¨® ella que le dijo una vez al proxeneta. Pero este se neg¨® a pagar, y a partir de ah¨ª empezaron las denuncias, los registros, las detenciones. A ella, los agentes le propusieron que tambi¨¦n denunciase a su pareja: ¡°Nosotros te decimos lo que tienes que hacer y qu¨¦ decir¡±, le insistieron. Ella no accedi¨® y al final acab¨® igualmente en el calabozo.
Poco despu¨¦s, los dos volvieron a ser detenidos. Seg¨²n la mujer, Lorenzo telefone¨® antes al abogado del proxeneta para advertirle del inminente arresto y le propuso un trato, esta vez en la nueva moneda, porque ya corr¨ªa el a?o 2003: dejar¨ªa escapar a su cliente a cambio de 30.000 euros.
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