Ingenier¨ªa financiera en 1950
Julio Mu?oz Ramonet pag¨® su colecci¨®n con los cuatro millones que el Ayuntamiento de Barcelona le dio por la compra de 29 cuadros
Tras la sentencia del mes de marzo en la que el Tribunal Supremo daba la raz¨®n ¡ªpor tercera vez¡ª al Ayuntamiento de Barcelona sobre la propiedad del palacio de la calle de Muntaner y la fabulosa colecci¨®n que Julio Mu?oz Ramonet conservaba en ¨¦l, parec¨ªa que el largo litigio por este legado entre la ciudad y las cuatro hijas del industrial hab¨ªa llegabo a su fin, despu¨¦s de casi dos d¨¦cadas. Pero todav¨ªa habr¨¢ que esperar un poco m¨¢s de tiempo.
Las hijas han pedido una aclaraci¨®n a la Sala de lo Civil del alto tribunal y, adem¨¢s, han recurrido al Tribunal Constitucional contra la sentencia. ¡°Era de esperar; es una t¨¢ctica para alargar el proceso¡±, aseguran fuentes del Ayuntamiento, que mantienen que ni una ni otra impedir¨¢n la ejecuci¨®n de la sentencia en el sentido de que la ciudad de Barcelona es la due?a del edificio y de las obras.
Cuando haya respuesta a la aclaraci¨®n, un juzgado de primera instancia de Barcelona, tendr¨¢ 30 d¨ªas para dar las llaves del inmueble y se podr¨¢ entrar en su interior. Tambi¨¦n ser¨¢ entonces cuando se reclame, seg¨²n explica el Ayuntamiento, al juzgado de Alcobendas para que se entreguen dos de los cuadros de la colecci¨®n, un goya y un greco, que tiene retenidos desde mayo de 2011, cuando fueron recuperados por las fuerzas de seguridad del Estado en un piso de Alicante, tras ser denunciada su desaparici¨®n en Madrid.
Julio Mu?oz Ramonet no adquiri¨® su colecci¨®n de arte cuando compr¨® la Uni¨®n Internacional Algodonera en 1944, sino a?os despu¨¦s, en 1950, tras una operaci¨®n a tres bandas con el Ayuntamiento de Barcelona y la Diputaci¨®n Provincial de Barcelona, heredera de la Generalitat. En la operaci¨®n, Mu?oz supo jugar sus cartas y consigui¨® no tener que pagar una peseta por las obras.
Julio Mu?oz Ramonet amas¨® una enorme fortuna con sus negocios algodoneros e inmobiliarios en la Barcelona franquista. Dirig¨ªa un entramado de m¨¢s de 30 empresas pantalla que le permit¨ªan ocultar sus bienes, que pasaban de una empresa a otra. Parec¨ªa que Mu?oz Ramonet se encontr¨®, sin saberlo, con una colecci¨®n de arte cuando compr¨® Uni¨®n Industrial Algodonera en 1944. Pero en realidad el industrial la adquiri¨® seis a?os despu¨¦s, en 1950, con el dinero obtenido del Ayuntamiento de Barcelona, en una jugada a tres bandas en la que tambi¨¦n particip¨® la Diputaci¨®n de Barcelona, despu¨¦s de darle la vuelta a una situaci¨®n en la Mu?oz pas¨® de deudor a acreedor. Fue una de sus operaciones m¨¢s brillantes.
En 1934 el conglomerado de empresas que era la Uni¨®n Industrial Algodonera, SA (UIASA), no estaba en su mejor momento. El Instituto contra el Paro Forzoso de la Generalitat le concedi¨® pr¨¦stamos por valor de cuatro millones de pesetas, fijando un inter¨¦s del 6% y 10 a?os para devolverlos. A cambio, se pon¨ªa como aval la magn¨ªfica colecci¨®n de arte, formada por m¨¢s de 2.000 piezas (pinturas, antig¨¹edades y material arqueol¨®gico), que hab¨ªa sido propiedad de R¨®mulo Bosch Catarineu, valorada en cuatro millones.
Las cuatro hijas del industrial recurren al Constitucional la sentencia del Supremo
La compra la desencaden¨® la reclamaci¨®n, en 1945, de la Diputaci¨®n Provincial de Barcelona, heredera de la Generalitat tras la Guerra Civil, del descubierto de 6,3 millones de pesetas acumulado por los impagos de UIASA.
En 1946, Mu?oz Ramonet, como presidente del Consejo de Administraci¨®n, contesta, seg¨²n consta en la documentaci¨®n a la que ha tenido acceso EL PA?S, que el pr¨¦stamo y los intereses no se hab¨ªan podido devolver ¡°por la desaparici¨®n de la entidad acreedora¡±. Adem¨¢s, reclamaba una compensaci¨®n por el uso indebido: la exposici¨®n en el Museo de Arte de Catalu?a de parte de la colecci¨®n y la p¨¦rdida de algunas obras durante la Guerra Civil. Mu?oz ped¨ªa una comisi¨®n que decidiera la cifra de la compensaci¨®n y nombraba a Joaquim Folch i Torres, jefe de los museos barceloneses retirado, como perito. En julio de 1947, Folch i Torres firma un inventario con 80 obras expuestas en ese momento en el museo.
En una jugada a tres bandas, el industrial pas¨® de deudor a acreedor
A finales de 1949, tras valorar las obras perdidas y el uso que se les hab¨ªa dado en 3,1 millones de pesetas, se estableci¨® que UIASA ten¨ªa que abonar la diferencia con los 6,3 millones que se deb¨ªan: 3,2 millones. Por tanto, despu¨¦s de 15 a?os la empresa devolv¨ªa el cr¨¦dito, pero se ahorraba m¨¢s de 700.000 pesetas.
Pero la jugada maestra de Julio Mu?oz no acab¨® aqu¨ª. En enero de 1950 la junta general extraordinaria de UIASA se re¨²ne con un solo punto en el d¨ªa: vender a Julio Mu?oz, que ten¨ªa el 99,8% de las acciones, la colecci¨®n adquirida a R¨®mulo Bosch. El precio de venta se fij¨® ¡ªno pod¨ªa ser de otra forma¡ª en cuatro millones de pesetas. En las condiciones se establec¨ªa que ¨¦l ser¨ªa el encargado de abonar la cantidad pendiente del cr¨¦dito. Al d¨ªa siguiente, por carta, Mu?oz aceptaba la venta y las condiciones que le impon¨ªa su empresa.
El 20 de mayo, se dirige al alcalde de Barcelona, Josep Maria Albert, y tras ponerle en antecedentes de los pagos que ha de realizar su empresa, le explica que la cancelaci¨®n del cr¨¦dito ¡°implicar¨ªa retirar del museo un n¨²mero respetable de objetos exhibidos en sus salas¡±. Por eso le ofrece la venta de 29 obras, cuya descripci¨®n enumera en su carta. Las obras, desde luego, ten¨ªan un precio de cuatro millones, ¡°pagadero al contado y de una sola vez¡±.
Seg¨²n Mu?oz, el pago se ten¨ªa que efectuar antes del 15 de junio, por que en esa fecha se cumpl¨ªa ¡°el plazo para pagar los intereses de los cuatro millones que su empresa deb¨ªa al Instituto contra el Paro Forzoso¡±. Estaba claro que Mu?oz ocultaba los c¨¢lculos ya realizados para pagar el cr¨¦dito y que estaba vinculando las dos operaciones.
El mismo d¨ªa 15, sin duda para presionar, envi¨® al Consistorio una carta en la que aseguraba que tras la compra regalar¨ªa dos obras excepcionales de Llu¨ªs Borrass¨¤ y de Pere Serra de los siglos XIV y XV. Ese mismo d¨ªa, el pleno municipal acord¨® la compra y sus condiciones.
No es de extra?ar que Mu?oz Ramonet designara a Barcelona heredera de su imponente colecci¨®n. En cierto modo, el Ayuntamiento le hab¨ªa dado el dinero para adquirirla, algo que lo legitima para reclamarla.
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