El PSC, en fuera de juego
El PSC cree que puede jugar a la vez en el campo catal¨¢n y en el espa?ol, con lo cual est¨¢ siempre en fuera de juego en ambos
No conozco a Joan Ignasi Elena ni s¨¦ muy bien qui¨¦nes son los que le acompa?an en la creaci¨®n de una corriente interna en el PSC. Leo que Elena y su gente proponen principalmente dos cosas: alianza de progreso y pacto fiscal. Parece mentira que haya costado tanto que alguien en el PSC llegara a esta conclusi¨®n.
El PSC lleva mucho tiempo sin saber qui¨¦n es y d¨®nde est¨¢; desde mucho antes de perder las elecciones. Por lo menos, desde la formaci¨®n del segundo tripartito. Su invisibilidad y su silencio vienen del d¨ªa que renunci¨® a las palabras por los hechos, que fue un eufemismo para no reconocer su incapacidad de liderar el tripartito. En pol¨ªtica, sin palabras los hechos se te comen y te dejan mudo. El hombre es ser de mediaci¨®n y la pol¨ªtica es una de las formas de mediaci¨®n de las que dispone. Y la mediaci¨®n se hace a trav¨¦s de los signos, de las palabras, de la comunicaci¨®n. El silencio en pol¨ªtica garantiza la lenta pero segura desaparici¨®n.
El PSC vive aferrado a sus viejos t¨®picos, cada vez pronunciados con la boca m¨¢s peque?a: insiste en defender el federalismo, cuando en Espa?a no hay nadie m¨¢s que los socialistas catalanes que quieran un Estado federal. El PSC se esconde detr¨¢s del federalismo porque no consigue superar sus complejos frente al nacionalismo catal¨¢n y frente al nacionalismo espa?ol, ante los que se siente en falta, por razones opuestas pero complementarias.
El PSC se acantona en el municipalismo, pensado estrictamente en t¨¦rminos de conservaci¨®n de cuotas de poder, sin un proyecto de renovaci¨®n y actualizaci¨®n de las pol¨ªticas urbanas, como se ha demostrado en su obsesi¨®n por pasar de puntillas por un proyecto tan destructivo para la cultura urbana de uno de sus ¨²ltimos feudos, el Baix Llobregat, como es Eurovegas. La irrupci¨®n de Jordi Mart¨ª al frente del socialismo barcelon¨¦s es el ¨²nico signo esperanzador de renovaci¨®n del discurso municipal. Un sector del lobby de alcaldes del partido sustenta que el PSC tiene que olvidarse de la Generalitat y volver al viejo statu quo con Converg¨¨ncia: poder municipal socialista, poder auton¨®mico nacionalista. Todo partido que renuncia a gobernar en su pa¨ªs est¨¢ condenado a la inanidad. Y el pa¨ªs del PSC, salvo que sus dirigentes opinen lo contrario, es Catalu?a.
El PSC pierde las pocas energ¨ªas que tiene con destacados miembros de su aparato conspirando en Madrid para la carrera de Carme Chac¨®n en el PSOE, un empe?o disparatado que deja clara la nula conciencia de autonom¨ªa respecto al socialismo espa?ol de un amplio sector del partido.
En este desolador panorama, mientras la direcci¨®n flirtea con el proverbial tacticismo de Duran Lleida, con la rid¨ªcula fantas¨ªa de abrir una brecha en la cohesi¨®n de CiU, Elena esgrime dos banderas: la alianza de progreso y el pacto fiscal. ?Es el PSC un partido de izquierdas de un pa¨ªs que se llama Catalu?a? S¨ª, la respuesta es afirmativa. La propuesta de Elena es de sentido com¨²n. Ser un partido catal¨¢n es asumir como espacio propio el espacio pol¨ªtico catal¨¢n. Y si el PSC se sit¨²a a la izquierda, en el juego democr¨¢tico le corresponde trabajar para la construcci¨®n de una alianza de izquierdas (la expresi¨®n progresista siempre me ha parecido fatua) como alternativa para alcanzar el poder. Esta alianza es denostada, desde el propio PSC, por el fracaso del tripartito. Pero el tripartito no fracas¨® por ser de izquierdas; fracas¨® por no tener proyecto, ni liderazgo ni la complicidad exigible entre sus socios. Si el terreno de juego del PSC es Catalu?a, es dif¨ªcil de entender que un partido se oponga a la agencia tributaria propia. Al rev¨¦s, los socialistas, en vez de jugar a las rebajas, deber¨ªan practicar la carta de la exigencia, para que el Gobierno catal¨¢n no acabe vendi¨¦ndonos un apa?o como pacto fiscal.
Con estas dos banderas no basta: hay mucho trabajo de redefinici¨®n pol¨ªtica, cultural y social que hacer. Y hay mucha urgencia de retorno del partido a la sociedad, del que est¨¢ separado por demasiados cuadros que han hecho de la organizaci¨®n y sus batallitas su ¨²nico horizonte. Pero lo peor que puede ocurrir en pol¨ªtica es no saber en qu¨¦ campo est¨¢ jugando el partido. Y el PSC cree que puede jugar en el campo catal¨¢n y en el espa?ol a la vez como si fueran uno solo. Con lo cual est¨¢ siempre en fuera de juego en los dos sitios.
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