Hipocres¨ªa de la cuatricrom¨ªa
Es un ¡°drama muy laico¡±, rasante, cruel por momentos, objetivo y autocr¨ªtico, revelador y carente de entusiasmo
Cuando D'Annunzio escribi¨® (en franc¨¦s) los textos de El martirio de San Sebasti¨¢n estaba en Par¨ªs huyendo de sus acreedores, y fue ¨¦l quien tir¨® los tejos a Debussy, que le contest¨® ¡°la idea de trabajar con usted me produce, de antemano, una especie de fiebre¡±. Y esa fiebre vuelve a inundar la sala DT de la calle de la Reina. Si entonces en 1911 fue un ¡°drama sacro¡±, ahora en 2012 es un ¡°drama muy laico¡±, rasante, cruel por momentos, objetivo y autocr¨ªtico, revelador y carente de entusiasmo. Vamos, como la vida misma.
Aquel Martirio lo estren¨® una mujer, Ida Rubinstein, una se?ora guapa que no bailaba, ni cantaba ni era actriz, pero Fokin coreografi¨® el invento y L¨¦on Bakst le dibuj¨® la armadura. Su empe?¨® la llev¨® a estrenar tambi¨¦n el Bolero" de Ravel. Era imparable, como ahora se muestra Bad¨¢s, que s¨ª baila y act¨²a con solvencia, movi¨¦ndose en varios registros alternos.
Sebasti¨¢n
Compa?¨ªa Inquiquinante Danza. Coreograf¨ªa e interpretaci¨®n: Manuel Bad¨¢s; textos: M. Bad¨¢s y Gabriele d¡¯Annunzio. Sala DT Espacio Esc¨¦nico. Hasta el 26 de mayo.
San Sebasti¨¢n empez¨® en ¨¦poca paleocristiana a representarse muy vestido (cl¨¢mide, luego armadura y malla) y poco a poco se fue desnudando hasta que ya, en tiempos del napolitano Andre Vaccaro, el taparrabo no era casi tal. Bad¨¢s hace el camino inverso: empieza desnudo y se viste y traviste: chaqueta de cuero, tacones de aguja. Convierte al Apolo cristiano en una referencia despiadada de ese bombardeo inmisericorde y falsario de la publicidad y los iconos del m¨²sculo, un peligroso culto a la nada con sif¨®n.
Sebasti¨¢n contiene mucho riesgo radical y el artista exhibe una concentraci¨®n ejemplar, se sensualidad es hosca y distante, como sus versos en el magnet¨®fono, distanci¨¢ndose asimismo de los fragmentos de D'Annunzio proyectados al fondo.
Las revistas can¨®nicas del sector queer juegan el papel de una carga, se llevan como una penitencia; con ellas se juega y se ralea la fragilidad exponencial hasta que la cosa se pone seria en una variaci¨®n apoyada en el violonchelo. En ese momento crucial y trist¨ªsimo, casi l¨ªrico, Manuel Bad¨¢s est¨¢ vestido, pero a la vez es un desnudo integral.
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