Pocos que en el mundo han sido
Alberto Blecua se jubila con una lecci¨®n magistral sobre ¡®El Quijote¡¯
Universidad Aut¨®noma de Barcelona (UAB). Matinales del jueves. ?ltima clase del profesor Alberto Blecua (Zaragoza, 1941). El aula est¨¢ repleta de profes y alumnos, unos 80. Entra el profesor. Aplausos. Presenta su ¨²ltima disertaci¨®n de su asignatura Literatura espa?ola. Siglo de Oro en una universidad en la que debut¨® como ense?ante en 1971 y en la que 10 a?os despu¨¦s ya era catedr¨¢tico. La clase: Forma y sentido de la Primera Parte del Quijote. Lo que le lleva a presentar, a su vez, ese t¨ªtulo. Est¨¢ relacionado con los t¨ªtulos que Joaqu¨ªn Casalduero pon¨ªa a sus art¨ªculos ¡ª¡°un hombre muy listo, que se invent¨® el estructuralismo¡±¡ª. Esta clase consistir¨¢, de hecho, en deconstruir la primera parte de El Quijotey luego construirla. Zas. Al volver a montar el invento, ¡°sale una cosa muy buena¡±, que como antiguo usuario de Blecua, s¨¦ que aparecer¨¢ en los dos ¨²ltimos minutos de clase.
Blecua empieza. Se inicia el festival de explosiones intelectuales que, snif, anta?o caracterizaron al departamento de filolog¨ªa de la UAB, esa inteligencia macarra y cool que empez¨® a formularse en el claustro de Sant Cugat del Vall¨¨s a finales de los sesenta, a partir de profesores raros, como Gabriel Ferrater, y alumnos que en breve ser¨ªan profesores, dispuestos a una ruptura acad¨¦mica que se produjo pronto.
Durante d¨¦cadas, este departamento de filolog¨ªa ¡ªo como se llame ahora tras lo de Bolonia, esa cosa que ha dejado la universidad que no la reconoce ni su madre¡ª, ha sido el mejor del mundo mundial. Con profesores como el ya fallecido Sergio Beser, Francisco Rico, que tambi¨¦n se jubila este a?o, y los hermanos Blecua. La contribuci¨®n de Alberto ha sido darle un tute a la Edad Media y al Siglo de Oro. Y normalizar filol¨®gicamente el viejo Sur con su Manual de Cr¨ªtica Textual, que supuso la conexi¨®n de las filolog¨ªas peninsulares con las grandes filolog¨ªas europeas, que se dice r¨¢pido.
En palabras de Rafael Ramos, compa?ero de pupitre en las clases de Blecua hace chorrocientos a?os y ahora profesor en la Universidad de Girona y compa?ero de pupitre en la clase de hoy, ¡°aquel manual hizo sonre¨ªr de satisfacci¨®n a la calavera de Dante en su tumba¡±. Es decir, evit¨® que Dante volviera como zombia vengarse.
La clase avanza. Blecua sigue deconstruyendo. De vez en cuando, aparecen puntos de vista no esperados y no sujetos a ninguna escuela formal. Como un comentario sobre la sangre de murci¨¦lago ¡ª¡°en la ¨¦poca, muy recomendada para depilar el vello de las se?oras¡±¡ª, u otro sobre una errata textual de la primera edici¨®n de El Quijote que se fue colando en las posteriores ¡ª¡°lo malo de los conservadores es que lo conservan todo¡±. Es, en fin, la alta cultura, esa cosa que se est¨¢ jubilando. Lo que viene tras ella es, estad¨ªsticamente, algo sin calor ni color, una universidad poco sexy, que gestiona la desproblematizaci¨®n de la cultura y la realidad desde la Universidad. Lo que viene, en parte, es lo que se intuye en la pol¨¦mica Jordi Llovet ¡ªla alta cultura¡ª, y Jordi Gracia ¡ªla CT, alias cultura de la transici¨®n¡ª.
Faltan dos minutos para que finalice la clase. ¡°...Y de todo ello se deduce que Cervantes quer¨ªa hacer una novelita que durara un par de horas. Pero se aburri¨® de esa estructura¡±. Aplausos. Antiguos alumnos entregan a Blecua el volumen de homenaje La senda escondida. Fin del acto.
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