Deterioro institucional y espacio p¨²blico
Gobernantes, partidos, tribunales y sindicatos forman parte del entramado de privilegio e impotencia que los ciudadanos demonizan
No hace falta dramatizar. Solo observar, tomar nota e ir sacando conclusiones. Y el balance no puede ser m¨¢s desolador. Las instituciones que constituyen el entramado de poderes constituidos navegan entre el descr¨¦dito m¨¢s absoluto y la impotencia sistem¨¢tica. Sus representantes m¨¢s conspicuos hacen declaraciones, viajan y se hacen fotos con aquellos que, aparentemente, son m¨¢s poderosos que ellos, y mientras, defienden o critican lo que hacen unos o lo que hac¨ªan los otros. Sus aspavientos, aseveraciones y promesas de redenci¨®n no son ya cre¨ªbles. Hablan de transparencia y no la practican. Defienden lo p¨²blico, pero en la pr¨¢ctica parecen trabajar solo para los intereses privados m¨¢s relevantes. Nos piden confianza, solidaridad y colaboraci¨®n, pero lo ¨²nico que les importa lo que les dictan aquellos a quienes han confiado la salvaci¨®n, no del pa¨ªs, sino de sus posiciones. Gobernantes, parlamentarios, tribunales, partidos y sindicatos forman parte, sea justo o no, del entramado de impotencia y privilegio que muchos ciudadanos demonizan. Es evidente que no todos tienen las mismas responsabilidades ni protagonismo en lo que acontece, pero tantos a?os de pegamento institucional y de canales compartidos de intercambio de intereses, pasan ahora factura. Y no resulta f¨¢cil situarse fuera, si has estado y est¨¢s dentro. Y no solo es el mundo de la pol¨ªtica institucional la que resulta afectada por ese terremoto. Las universidades, el sistema educativo, el mundo de los medios de comunicaci¨®n y las grandes empresas con sus vinculaciones financieras no siempre explicables han entrado en el torbellino del descr¨¦dito o de la necesidad de replanteamientos profundos sobre su raz¨®n de ser. ?Es todo ello pasajero? ?Forma parte del escenario a que nos somete lo que denominamos ¡°crisis econ¨®mica¡±? Todo parece indicar que estamos en algo m¨¢s profundo, en plena discontinuidad sustancial.
Si observamos lo que ocurre en otros pa¨ªses, una primera impresi¨®n nos podr¨ªa llevar a pensar que la ¡°enfermedad¡± es solo ¡°latina¡± o que est¨¢ muy circunscrita a algunos espacios. Pero, el descr¨¦dito del politics as usual est¨¢ compartido en pa¨ªses de todo pelaje. Nuevos partidos antipartidos en todas partes, conflictos en Quebec o M¨¦xico (#YoSoy132) que siguen pautas parecidas al 15-M o a Occupy, aspiraciones de renovaci¨®n c¨ªvica por doquier. Los problemas son globales y las deficiencias compartidas. Pero, lo que sin duda es distinto es la desigual solidez de los entramados ciudadanos que puedan defender una visi¨®n de lo p¨²blico que no se agote en lo institucional y una capacidad de agencia y de asunci¨®n de responsabilidades basada en una menor dependencia de los poderes p¨²blicos establecidos. Internet potencia que ello suceda, pero la Red y los que en ella interact¨²an y se movilizan no reemplazan en semanas lo que ha ido sediment¨¢ndose en tantos a?os.
Aqu¨ª, nos hemos acostumbrado a ver en los poderes p¨²blicos el origen de los problemas, pero tambi¨¦n la fuente de las soluciones. Y, por tanto, la capacidad de acci¨®n c¨ªvica, de compromiso colectivo para resolver los problemas comunes, es menor que en otras partes y la sensaci¨®n de impotencia y de rabia aumenta, sin salida positiva.
En Italia han puesto en marcha, desde el espacio que se ha creado en torno a la revista Micromega, una iniciativa que busca el compromiso de los partidos de izquierda para abrir un proceso de construcci¨®n de listas c¨ªvicas con primarias abiertas, sin monopolio de los partidos. La iniciativa simultanea la idea de que confiar en la capacidad de renovaci¨®n de los partidos es ingenuo, pero que imaginar que todo puede cambiar sin ellos o sin parte de ellos puede ser igualmente ingenuo. Hay se?ales m¨²ltiples que demuestran que el tiempo se agota. No hay salvaci¨®n en que intervengan desde fuera ¡°los que saben y pueden¡± (UE, FMI¡). Eso solo complicar¨ªa las cosas. Transparencia m¨¢xima, asunci¨®n de responsabilidades y depuraci¨®n democr¨¢tica son premisas imprescindibles. Pero solo desde la convicci¨®n de que es la esfera p¨²blico-c¨ªvica la que debe liderar y protagonizar ese proceso, podr¨¢n las instituciones acometer su hipot¨¦tica renovaci¨®n.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UAB.
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