El presidente que perdi¨® su talante
Aunque no lo sepamos, estamos en campa?a y las elecciones ya est¨¢n convocadas
La democracia feijoniana anda tensa. El presidente Feij¨®o ya no parece aquel l¨ªder din¨¢mico y con talante que reclamaba grandes pactos de Estado para salvar la sanidad, la educaci¨®n o la convivencia entre fumadores y no fumadores. Ofrecerle un acuerdo en algo a Feij¨®o hoy supone una actividad de alto riesgo. Llevarle la contraria equivale a una condena p¨²blica y severa.
Seguramente el Gobierno central est¨¢ muy ocupado intentando que finalmente Espa?a sea intervenida a base de superar las genialidades, ocurrencias e improvisaciones decididas el d¨ªa anterior para calmar a unos mercados alterados por las genialidades, ocurrencias e improvisaciones del d¨ªa anterior al anterior, pero lo cierto es que la Democracia Feijoniana ofrec¨ªa m¨¢s acuerdos y pintaba m¨¢s con el Gobierno Zapatero que con el marianismo.
Si quiere que Novagalicia banco reciba la consideraci¨®n que merecemos las gallegas y gallegos, no el mismo trato chapucero otorgado a Bankia, y si pretende mantenerla a salvo del ministro De Guindos, el presidente de Galicia no puede limitarse a ir de tertuliano comentado lo que pasa y mandando cartitas al Banco de Espa?a. Deber¨ªa estar pisando fuerte en los despachos. Ofreciendo y logrando alianzas para que Galicia conserve su cord¨®n umbilical con el siglo XXI: un sistema financiero propio que decida aqu¨ª. Deber¨ªa andar haciendo el ruido y la furia que habr¨ªa causado Fraga, pero con resultados reales, no para volver a casa con abalorios y espejitos, como hac¨ªa el Patr¨®n.
Pero si les parece que con el Gobierno central habla poco o no se entiende de qu¨¦ habla, a¨²n resulta peor la relaci¨®n con sus gobernados. El presidente Feij¨®o empieza a cronificar los s¨ªntomas del conocido s¨ªndrome ¡°el mundo est¨¢ contra m¨ª¡±. Parece cualquiera de nosotros en un mal d¨ªa, cuando solo tu madre te dice que te quiere y crees que ella tambi¨¦n te miente. Solo que en su caso, todos son d¨ªas malos. Los maestros son vagos, los ancianos trafican con medicinas, los rectores son derrochones, los parados no quieren trabajar, los j¨®venes andan de botell¨®n, los pacientes comen demasiado... La democracia feijoniana siempre tiene raz¨®n y todos los dem¨¢s se equivocan, normalmente por razones inconfesables, opacas o siniestras.
Si los nacionalistas critican sus debilidad al defender los intereses de nuestro sector naval o cualquier otro ¨¢mbito estrat¨¦gico, Ana Pont¨®n acaba siendo declarada c¨®mplice de Zapatero o, a¨²n peor, de Joaqu¨ªn Almunia, el comisario europeo m¨¢s prescindible de la historia. Si Pachi V¨¢zquez cuestiona los trucos contables que le han servido a la Xunta para cuadrar a empujones las cuentas, primero est¨¢ enfermo porque padece un d¨¦ficit de madurez y luego es un ladr¨®n que cree que Feij¨®o tambi¨¦n lo es. Cuando lo ¨²nico que has hecho en cuatro a?os es cuadrar las cuentas, debe resultar duro que te cuestionen tambi¨¦n eso. Pero un presidente no est¨¢ para perder los nervios ni para dar lecciones, est¨¢ para ofrecer explicaciones. Esperanza Aguirre tambi¨¦n las cuadraba y daba lecciones. Ahora solo tiene explicaciones sobre himnos y pitidos.
La democracia feijoniana siempre ha tenido m¨¢s querencia a la confrontaci¨®n personal que al debate de ideas. En un debate sobre, por ejemplo, los neutrinos, indefectiblemente acabar¨¢ hablando de las relaciones familiares de quien fabric¨® la m¨¢quina, del curriculum de los cient¨ªficos que los buscan, de sus condiciones morales, h¨¢bitos de vida y aficiones, del coche que conducen, de donde pasan las vacaciones o de d¨®nde educan a sus hijos. Lo vimos en la campa?a del 2009. Unos mandilones era el primer paso hacia la China comunista, Quintana secuestraba mayores y Touri?o se refocilaba a diario en el sultanato del lujo. Volvemos a verlo. Qui¨¦n disiente de Feij¨®o lo hace porque no quiere trabajar, porque es un privilegiado o porque algo esconde, por este orden. La conclusi¨®n no puede ser m¨¢s palmaria: estamos en campa?a y las elecciones ya est¨¢n convocadas, aunque no lo sepamos.
Si algo no necesita hoy Galicia es un liderazgo que divida y separe, que solo sepa meter el dedo en el ojo y ver la paja en el ajeno. Vivimos horas oscuras y de pron¨®stico incierto. Hace falta un constructor de consensos y un orfebre de acuerdos, porque esa es la fuerza de los d¨¦biles.
@antonlosada
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