Pannullo fusiona cuerda y baile urbano
El violonchelista Lu¨ªs Felipe Serrano aporta la densidad del sonido contempor¨¢neo en ¡®Avalanche!¡¯

El core¨®grafo bonarense radicado en Madrid Dani Pannullo present¨® esta semana a los medios y a un sector de su p¨²blico en la Sala Negra de los Teatros del Canal los avances de su ¨²ltima producci¨®n de danza contempor¨¢nea: Avalanche!, un ambicioso proyecto de fusi¨®n donde los bailes urbanos, que hasta ahora han sido el centro y motivaci¨®n de su trabajo creativo, se retroalimentan de la m¨²sica contempor¨¢nea a partir de una banda sonora compleja y muy trabajada que ha estructurado el violonchelista y compositor conquense Luis Felipe Serrano.
La plantilla de Pannullo se renueva constantemente, aunque algunos elementos ya llevan varias temporadas a su lado y han interiorizado el estilo de trabajo, un complejo proceso de adecuaci¨®n de vocabularios que en principio pueden parecer divergentes, pero que el talento del director amalgama en un todo lleno de lirismo. Pannullo prefiere decir que est¨¢ "en el ecuador de la creaci¨®n, donde los elementos fijados permanecer¨¢n, pero el proceso contin¨²a adelante". Sin embargo, el pulimento y terminado es evidente.
La damocliana crisis ha hecho tambi¨¦n su aparici¨®n estelar en Avalanche! y la fecha del estreno oficial se retrasa y se hace incierto. Gracias a que en Centro Coreogr¨¢fico del Canal ha tenido en cuenta este trabajo y a su creador, la compa?¨ªa ha tenido d¨®nde ensayar, pero faltan detalles que para Pannullo son cruciales, como las grabaciones de estudio de parte de la m¨²sica y una reglamentaria clase de ballet que quiere imponer a su tropa; al proceso se unir¨¢n cuatro bailarines m¨¢s en los pr¨®ximos d¨ªas y eso conceptualizar¨¢ el coro a la griega, pero el esquema general es el que se ha visto ya, una obra desnuda y sin aspavientos, llena de fuerza e inventiva.
Con un riguroso vestuario de Carlos D¨ªez en negro (donde no faltan las faldas masculinas) y una disposici¨®n espacial geom¨¦trica y calculada, tres artistas de danza rodean al m¨²sico en una evoluci¨®n circular que aporta uno de los momentos m¨¢s brillantes y conseguidos. Luego, un d¨²o de suelo se expande entre el duelo y el reto.
Luis Felipe Serrano se ha dedicado por partes iguales a tocar casi obsesivamente las suites para violonchelo de Bach y a la composici¨®n de m¨²sica para ballet. Una pieza suya, Two and One for Mr. B., coreografiada y bailada por el alicantino Gustavo Ram¨ªrez Sansano (actual director de la compa?¨ªa Luna Negra de Chicago) ya gan¨® un premio a la excelencia en el Festival de Danza de Cannes y despu¨¦s la composici¨®n fue doblemente premiada en el Festival de Miami. Esta composici¨®n se debate entre la riqueza mel¨®dica y el muy riesgoso experimento con la afinaci¨®n del instrumento; para ambos, director y compositor, es lo que pide la obra.
Pannullo, que ven¨ªa recientemente de su primera gran experiencia sinf¨®nica al crear la corograf¨ªa sobre ¡°Uirapuru¡± de Hector Villalobos, quer¨ªa desde hace tiempo esta colaboraci¨®n, donde la partitura nace de una intensa y continuada presencia del m¨²sico mientras el material cor¨¦utico va cogiendo forma y fondo. El violonchelo era parte de la motivaci¨®n inicial, su sonido como voz cantante, acopl¨¢ndose a muy diferentes escuelas, desde Glass a una radical base electroac¨²stica.
Avalanche! comienza con un freestyrer que se esmera con un bal¨®n reglamentario de f¨²tbol; luego la pelota va y viene en un di¨¢logo no exento de sensualidad, pues la obra se basa en las Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar; son ¡°borradores coreogr¨¢ficos¡± de factura colectiva donde se resalta una especie de turbador narcisismo, un hedonismo fr¨ªo y ritual, largas secuencias de autocontemplaci¨®n que espesan el aire mientras el sonido, una verdadera aventura compositiva llena de riesgo, sigue a la danza. Hay una evocaci¨®n de los girovagos (probablemente egipcios, pues Pannullo ha trabajado recientemente en El Cairo), pero aqu¨ª los giros anudan la acci¨®n sobre un inquietante lento-adagio que a todas luces quiere significar a la vez belleza y muerte.
Hay un regodeo pl¨¢stico en lo escult¨®rico, en el reposo y en la observaci¨®n. Se cita al libro y el emperador Adriano dice: ¡°Soy como nuestros escultores, lo humano me satisface, pues all¨ª encuentro todo, hasta lo eterno¡±. Con una cierta malicia teatral, Pannullo pone al espectador en la disyuntiva de seleccionar qui¨¦n ser¨¢ esta vez Antinoo, cual de los apol¨ªneos b-boys no volver¨¢ al atardecer del paseo por la orilla del Nilo: cualquiera puede jugar a ser el esclavo bitinio.
Lo m¨¢s importante en Pannullo, cuajar un estilo propio, y eso le concede sin dudas un lugar importante en la danza que se cuece en Madrid, pues ha sabido modelar a estos j¨®venes hasta que desprendan elegancia. No estamos ante callejeros acr¨®batas del cemento, sino ante algo superior y ordenado, con ideas muy claras y desprendiendo poes¨ªa en cada uno de los ocho fragmentos de Avalanche!.
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