Ambiciones y otros delirios

No hay peor cosa en el teatro de danza que la ambici¨®n desmedida y parte del ¨¦xito est¨¢ en un uso democr¨¢tico y justiciero del espejo. As¨ª las cosas, sin rumbo, se pierde el norte f¨¢cilmente. Rub¨¦n Olmo empez¨® bien su carrera, pero enseguida se le llen¨® la cabeza de p¨¢jaros y de delirios de grandeza, de exageraciones. Su exceso de protagonismo, su baile amanerado hasta el alm¨ªbar (con un tono de sufriente melodrama que da la risa), su afectaci¨®n que no deja ver la parte buena de su t¨¦cnica (que sin duda la tiene) y un planteamiento est¨¦tico entre las variedades comerciales y la ampulosidad competitiva con el Ballet Nacional, arruinan la presentaci¨®n.

Lo m¨¢s triste es que se desaprovecha una plantilla de mucha calidad; hombres y mujeres formados de escuela que bailan muy bien y se entregan a fondo, que sostienen el ritmo y desbordan el abanico desde el folclore estilizado al flamenco de tradici¨®n, pero maniatados por un estilo impuesto, err¨¢tico y que les es ajeno.

El marco hace pasable algunas escenas: luces magn¨ªficas, vestuario que va de lo correcto al principio a lo indescriptiblemente feo en la segunda parte y una escenograf¨ªa sobria de evocaci¨®n moz¨¢rabe que cumple, hacen que Met¨¢fora sea un quiero y no puedo.

No podemos pensar que esta sea la danza espa?ola del presente y menos la del futuro; hay que exigir calidades a la vez que profundidad, riesgo y no ese af¨¢n desmedido del rollo estelar que tira por la borda el dinero p¨²blico y recrea el formato de la compa?¨ªa de autor que tan malas consecuencias ha tra¨ªdo siempre al g¨¦nero del baile espa?ol.