Spain is different
El PP deber¨ªa hacer como la derecha gala, que conden¨® al Gobierno colaboracionista de Vichy
El pasado s¨¢bado la mayor¨ªa de los diarios de informaci¨®n general daban cuenta de una noticia que desbordaba ampliamente el ¨¢mbito de las p¨¢ginas deportivas en las que aparec¨ªa publicada. Se trataba de la visita que la selecci¨®n alemana de f¨²tbol, encabezada por sus t¨¦cnicos y dirigentes federativos, realiz¨® al antiguo campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau para rendir homenaje a las v¨ªctimas del nazismo, aprovechando su presencia en Polonia para participar en la Eurocopa de f¨²tbol que comienza el pr¨®ximo fin de semana en aquel pa¨ªs. De la dimensi¨®n pol¨ªtica del acto dan buena cuenta las declaraciones que tras la visita realizaron Oliver Bierhoff, manager del equipo, y Fhilipp Lahm, capit¨¢n del seleccionado germano. El primero afirm¨® que ¡°nunca debe olvidarse lo que pas¨®, para evitar que se repita ese cap¨ªtulo oscuro de la historia alemana¡±. El segundo resalt¨® ¡°con este acto simb¨®lico queremos demostrar que conocemos nuestra historia y que asumimos responsabilidades, aunque no pertenezcamos a la generaci¨®n de los culpables¡±. ?Se imaginan ustedes a la selecci¨®n espa?ola condenando el franquismo y rindiendo homenaje a sus v¨ªctimas? Desgraciadamente, Espa?a sigue siendo diferente.
El mismo principio ¡ªreparador y pedag¨®gico¡ª exhibido por los deportistas alemanes inspir¨® hace algunos a?os las declaraciones del Parlamento Europeo y del Consejo de Europa en las que se condenaba sin reservas la dictadura franquista y se rend¨ªa homenaje a los combatientes por la democracia en Espa?a. Como acertadamente recordaban las citadas instituciones europeas en aquellos pronunciamientos, y los futbolistas alemanes en Polonia, el conocimiento de la historia, adem¨¢s de jugar un importante papel en la formaci¨®n c¨ªvica y mora de las nuevas generaciones, es una condici¨®n indispensable para evitar que se repitan los errores y cat¨¢strofes del pasado.
As¨ª pues, no se trata, como sostiene en numerosas ocasiones el PP, de reabrir antiguas heridas ni de remover viejos rescoldos bajo los cuales puede haber todav¨ªa fuego, sino de cumplir con una exigencia de primer orden para configurar el futuro democr¨¢tico de nuestro pa¨ªs. Sobre todo cuando un sector extremista de la derecha ¡ªla llamada Academia de la Historia incluida¡ª est¨¢ empe?ado en un peligroso ejercicio de revisionismo hist¨®rico, edita y difunde profusamente determinados libelos en los cuales se presenta a la dictadura como un simple r¨¦gimen paternalista y se imputa a los republicanos ¡ªespecialmente a la izquierda¡ª la responsabilidad de la terrible tragedia que asol¨® Espa?a a finales de los a?os treinta del pasado siglo.
En vez de proporcionar cobertura pol¨ªtica a ese sector extremista, el PP deber¨ªa tomar ejemplo de la derecha francesa que ha condenado al Gobierno colaboracionista de Vichy y, desde luego, de la alemana que asumi¨® el concepto de patriotismo constitucional propuesto por Habermas, con el fin de dotar a Alemania de una nueva identidad democr¨¢tica, antit¨¦tica del ¡°patriotismo nazi¡±, cuyas consecuencias para Alemania y la humanidad son bien conocidas. No resulta suficiente afirmar, como hace el PP, que no se siente heredero del franquismo y que su historia como partido pol¨ªtico comienza en 1978, con la Constituci¨®n que garantiza la libertad de todos. Es preciso que comprenda que ese patriotismo constitucional es incompatible con aquel otro ¡°patriotismo¡±, el de la vieja tradici¨®n del nacional catolicismo excluyente y liberticida.
Y eso es precisamente lo que el PP no deja claro nunca, o casi nunca. Esta misma semana el PP perdi¨® una nueva oportunidad para expresar su rechazo al ominoso r¨¦gimen de Franco, cuando el alcalde popular de A Coru?a, Carlos Negreira, decidi¨® retrasar indefinidamente la retirada de los honores que durante la dictadura hab¨ªa concedido el Ayuntamiento a Mill¨¢n Astray, pese a que el Tribunal Superior de Xustiza hab¨ªa rechazado el recurso presentado por la familia del general golpista contra la decisi¨®n del anterior gobierno municipal que, con toda raz¨®n democr¨¢tica, hab¨ªa retirado tales honores a tan siniestro personaje. Claro que la actitud de Negreira se comprende perfectamente si recordamos que en aquella ocasi¨®n el actual alcalde coru?¨¦s hab¨ªa calificado a Mill¨¢n Astray como coru?¨¦s de pro. Mientras el PP siga prisionero del sector pol¨ªtico y medi¨¢tico de la extrema derecha, o repitiendo actitudes como las de Carlos Negreira, no debe extra?arse que una parte de la ciudadan¨ªa lo perciba como el heredero nost¨¢lgico de un r¨¦gimen detestable.
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