Cuando la obra es el cat¨¢logo
El CA2M inaugura una exposici¨®n con doble formato, como novela y como instalaci¨®n, y reflexiona sobre las posibilidades narrativas del arte
Y si fu¨¦ramos al museo a cotillear. Y si, liberados de los prejuicios y convencionalismos de las pinacotecas (paredes blancas impolutas, frialdad casi hospitalaria), entr¨¢semos en ellas como quien coge un libro del stand de ¡°los m¨¢s vendidos¡± y lo ojea sin prevenci¨®n; y quiz¨¢ se lleva una idea, apunta el t¨ªtulo, el autor, hace una foto con el Iphone o se pasa a la secci¨®n de revistas del coraz¨®n o nada... Y si nos adentr¨¢semos en una exposici¨®n como quien se sienta a leer una novela de amor (por qu¨¦ no) y se identifica con uno de los personajes. Y si explor¨¢semos las posibilidades de esa relaci¨®n, con sus idas y venidas, con sus intentos de seducci¨®n (acertados o fallidos) y fu¨¦semos decidiendo sobre la marcha, como en aquellos libros de ¡°elige tu propia aventura¡±... Cotilleemos pues.
Mart¨ª Manen lleva toda la vida un poco obsesionado con lo mismo. Empez¨® haciendo exposiciones hace 15 a?os en las habitaciones de su propia casa y, puestos a cotillear, dir¨¦ que no aparenta los 36 que pone en la contraportada de Contarlo todo sin saber c¨®mo, la novela-cat¨¢logo con la que presenta la exposici¨®n colectiva del mismo nombre que se inaugura ma?ana en el Centro de Arte 2 de Mayo de M¨®stoles (a 20 minutos en tren desde la estaci¨®n de Atocha). Por no escatimar en cotilleo, a?adir¨¦ que tiene unos ojos que dejan ver las cientos de exposiciones por las que ha husmeado en su vida y que, pese a ser catal¨¢n (Barcelona, 1976), su acento es suave. Quiz¨¢ porque hace a?os que vive en Estocolmo.
?l es el comisario de esta muestra que trata de romper las barreras narrativas de lo art¨ªstico hablando de ellas al mismo tiempo, en una especie de ejercicio de metalenguaje originario: qu¨¦ y c¨®mo nos narra las cosas el arte y por qu¨¦. Sin ir m¨¢s lejos, una de las piezas es, en s¨ª misma, una exposici¨®n, un conjunto de objetos reunidos por la artista Lilli Hartmann (Rosenheim, 1976) que tratan de plasmar c¨®mo podr¨ªa mostrarse (expositivamente) la vida, por ejemplo, de una famosa bailarina que acab¨® viviendo en Sur¨¢frica. La selecci¨®n de objetos, supuestamente ligados emocionalmente a la protagonista, ironiza sobre hasta qu¨¦ punto se puede hacer incomprensible una exposici¨®n, tanto que termina vali¨¦ndose de un documental para explicarla.
El recorrido, tanto en forma de lectura de novela-cat¨¢logo ¡ªManen ha convertido en personajes a los artistas y a sus obras¡ª como a pie por el propio centro mostole?o, o de ambos modos, es una especie de experimento art¨ªstico-hermen¨¦utico, en tanto en cuanto juega a interpretar, a poner de relieve la interpretaci¨®n, desnud¨¢ndola hasta hacer visible la convenci¨®n, la muletilla que nos ayuda a dotar de sentido lo observado o experimentado, aquello que acaba por definirnos, a veces, hasta el determinismo.
La muestra est¨¢ repleta de gui?os. Como la obra de Kajsa Dahlberg (G?teborg, 1973), Una habitaci¨®n propia / Mil bibliotecas, que recoge todas las notas y subrayados realizados por los usuarios de distintas bibliotecas sobre el libro Una habitaci¨®n propia de Virginia Woolf. El resultado son tantas lecturas como individuos y la aparici¨®n de un espacio com¨²n en forma de notas a pie de p¨¢gina o marcas en las p¨¢ginas del libro, una especie de conversaci¨®n velada entre todos sus lectores. O como la inquietante pieza de Rosana Antol¨ª (Espa?a, 1981), La primera cena (llegar a la ultima era cuesti¨®n de tiempo), donde dibuja y proyecta una aparente situaci¨®n anodina alrededor de una mesa en la que, si el espectador se fija, acaba de producirse un crimen que ha colocado a todos los comensales ante un gigantesco abismo de desconcierto: ?Qu¨¦ ha pasado? ?Qu¨¦ hacemos ahora? y, al fondo de la habitaci¨®n, un cuadro con esa emblem¨¢tica escena de Cary Grant corriendo Con la muerte en los talones.
Escrita con un lenguaje directo y desenfadado (frases cortas que combinan conceptos y emociones), la novela de Manen adem¨¢s se descontextualiza, sale del espacio muse¨ªstico y, por tanto, cobrar¨¢ nuevo sentidos, vida propia, porque se vender¨¢ en las librer¨ªas, por s¨ª sola.
Contarlo todo sin saber c¨®mo, explora, a la vez, senderos narrativos e interpretativos, como las dos caras de la misma moneda. El arte habla al ser le¨ªdo con unos par¨¢metros, con unas referencias, con unos prejuicios, con unas convenciones... que nos convierten en lo que somos. Y as¨ª, del mismo modo que nos pod¨ªamos identificar con uno de los personajes de aquella novela de amor que oje¨¢bamos en la secci¨®n de ¡°los m¨¢s vendidos¡±, podemos narrarnos a nosotros mismos ante el objeto art¨ªstico.
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