Hacerlo todo y todo bien
Andrew Bird encarna en su actuaci¨®n en el Price el viejo mito ferial de los hombres orquesta
El viejo mito ferial de los hombres orquesta, corregido y dignificado hasta los l¨ªmites mismos del asombro, es el que encarnan raros privilegiados como Owen Pallett o Andrew Bird. El de Chicago compareci¨® anoche con su viol¨ªn y fular en el Price, como un principito del m¨¦todo Suzuki, y durante 10 absorbentes minutos no necesit¨® a nadie m¨¢s para inundar el circo con tantos sonidos como si asisti¨¦ramos a una hechicer¨ªa. Con sus pedales de loops superpone arpegios en pizzicato o remeda en segundos a un cuarteto de cuerda. Y tras tan amplio cat¨¢logo de diabluras, rompi¨® a cantar un blues semejante a I put a spell on you con el que acredit¨® la calidez arrolladora de su voz, mucho m¨¢s abrumadora en directo que en los registros fonogr¨¢ficos.
La ¨²ltima visita de Bird hab¨ªa tenido lugar hace tres a?os, en solitario y ante 400 espectadores, en la Galileo Galilei. Ayer triplic¨® esa audiencia y permiti¨® disfrutarle con todo el esplendor de su cuarteto. Cuando se libera del enredo polif¨®nico sigue cantando, silbando y tocando el viol¨ªn o el metal¨®fono al borde de la ubicuidad, pero su faceta m¨¢s cercana al folk-rock, ya con la guitarra entre las manos, es fascinante. Danse Caribe suena como si el Van Morrison celta de Veedon fleece se ba?ara en aguas c¨¢lidas. La sorprendente lectura de la balada It¡¯s not easy bein¡¯ green le convierte en un crooner seductor. Y tanto la teatralidad como la inflexi¨®n de la voz le aproximan al siempre a?orado Jeff Buckley, sobre todo en la extraordinaria Armchairs.
Bird ahond¨® en el reciente Break it yourself, el m¨¢s accesible de sus trabajos y acaso el mejor. Disco extraordinario, como tantos otros cuando media una cat¨¢strofe sentimental (y no le estamos deseando mal a nadie), incluye un single de ¨¦xito en un mundo perfecto (Eyeoneye), un temazo de justificadas voces fantasmag¨®ricas (Near death experience) o el contagioso Give it away, que interpret¨® a la antigua usanza, arremolinado junto a sus dos guitarristas en torno a un solo micr¨®fono. Parec¨ªan una versi¨®n remozada de The Kingston Trio, a lo que debemos sumar el homenaje final a Townes Van Zandt con If I needed you. Inmerso en un estado de gracia, Bird pareci¨® capaz de hacerlo todo, y todo bien.
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