El honor y la responsabilidad
Rajoy se parece cada vez m¨¢s al portugu¨¦s del cuento: aquel que, ca¨ªdo en un pozo, ofrec¨ªa perdonar la vida a quien le sacase
Despu¨¦s de contemplar la actuaci¨®n del Gobierno de Rajoy ante los acontecimientos de los ¨²ltimos d¨ªas, es inevitable acudir a los t¨®picos, aunque todos ellos hayan sido ya utilizados: ¡°la Espa?a de charanga y pandereta / (¡) de esp¨ªritu burl¨®n y alma inquieta¡± que critic¨® Antonio Machado; el ¡°Espa?a prefiere honra sin barcos a barcos sin honra¡± del almirante M¨¦ndez N¨²?ez (sustit¨²yase, en este caso, ¡°barcos¡± por ¡°bancos¡±); el ¡°macizo de la raza¡± invocado por Dionisio Ridruejo, y en general los aires calderonianos, los pruritos de hidalgu¨ªa que parecen haberse apoderado del palacio de la Moncloa.
Ya saben a qu¨¦ me refiero: a la grotesca resistencia del Ejecutivo espa?ol a solicitar el rescate bancario europeo; al todav¨ªa m¨¢s risible empe?o de no llamar a ese rescate por su nombre, busc¨¢ndole toda clase de sin¨®nimos y eufemismos hasta el punto de provocar la hilaridad universal; al oscurantismo informativo sobre las condiciones del rescate, en perjuicio de la seriedad y la transparencia que los mercados exigen; a la arrogancia improcedente y fr¨ªvola de Rajoy durante su comparecencia del domingo por la ma?ana.
?Qui¨¦n persuadi¨® al presidente de que la mejor manera de preparar la apertura de las bolsas, el lunes 11, era aparecer la v¨ªspera trivializando la gravedad de la situaci¨®n, jact¨¢ndose de haber sido ¨¦l quien forz¨® a los socios europeos a ejecutar el Dunkerke bancario espa?ol, y no a la inversa¡? ?C¨®mo pudo el jefe del Gobierno de la cuarta econom¨ªa de la eurozona despachar el momento m¨¢s dram¨¢tico para Espa?a desde febrero de 1981 con un mensaje que, en s¨ªntesis, rezaba: ¡°bueno, ya est¨¢ todo arreglado, y por tanto esta tarde yo me voy al f¨²tbol¡±?
Intuyo que las mayor¨ªas absolutas eran buenos impermeables para chubascos corrientes, y no es seguro que sirvan ante el diluvio que est¨¢ cayendo
Por cierto, ?cu¨¢l fue el coste del viaje rel¨¢mpago presidencial a Gdansk para expresar presencialmente su apoyo a La Roja? Cuando cumbres tan trascendentales como la del Eurogrupo el pasado s¨¢bado se celebran por videoconferencia, ?no pod¨ªa don Mariano haberse puesto en contacto con la selecci¨®n futbol¨ªstica por Skype?
El presidente Rajoy se parece cada vez m¨¢s al portugu¨¦s del cuento; aquel que, ca¨ªdo en el fondo de un pozo, ofrec¨ªa perdonar la vida a quien le sacase de all¨ª. O al valent¨®n del famoso soneto cervantino, el que ¡°cal¨® el chapeo, requiri¨® la espada, / mir¨® al soslayo, fuese, y no hubo nada¡±. ?Qu¨¦ sentido tiene gallear hoy de que les has colado un gol por la escuadra a tus socios/acreedores europeos, y pretender que el rescate bancario es un gran triunfo propio, e insistir en que no tendr¨¢ ninguna repercusi¨®n sobre las cuentas del Estado ni conllevar¨¢ nuevos sacrificios sociales¡, para que al cabo de 24 o 48 horas Bruselas o Berl¨ªn te desmientan de arriba abajo, te pongan en evidencia, te ridiculicen¡?
Asegura alg¨²n rajoy¨®logo que, atrincherados en la mayor¨ªa absoluta, el de Pontevedra y su entorno inmediato se creen capaces de capear el temporal pol¨ªtico derivado de la situaci¨®n financiera, ese temporal que ya se ha llevado por delante a tantos Gobiernos europeos. Quiz¨¢, pero intuyo que las mayor¨ªas absolutas eran buenos impermeables para chubascos corrientes, y no es seguro que sirvan ante el diluvio que est¨¢ cayendo. En cualquier caso, la situaci¨®n de Rajoy no es la de Aznar en 2000-2004, y la coyuntura actual exige vivamente anteponer el pragmatismo, la responsabilidad y el rigor a la arrogancia y el orgullo patrio.
A prop¨®sito de este ¨²ltimo, es bien significativo el anuncio de un recurso de inconstitucionalidad desde Madrid contra el euro por receta que quiere cobrar la Generalitat. ?S¨ªntoma de la sensibilidad social y el amor a los enfermos de Rajoy y de su ministra Mato? M¨¢s bien expresi¨®n del unitarismo rampante del Partido Popular: si hay que allegar m¨¢s dinero para la sanidad p¨²blica ¡ªy es evidente que s¨ª¡ª, debe ser la Administraci¨®n central la que lo haga, y no esta o aquella autonom¨ªa.
Disc¨²lpenme que concluya con otra cita t¨®pica: ¡°Espa?a y yo somos as¨ª, se?ora¡± (Eduardo Marquina, En Flandes se ha puesto el sol).
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador
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