Necesidad
Se demanda la contribuci¨®n de Arenas para enderezar el rumbo de un Ejecutivo que no hace m¨¢s que meter la pata continuamente
Es lo mejor que ha podido escuchar en los ¨²ltimos d¨ªas. Y lo m¨¢s reconfortante. Javier Arenas contemplaba c¨®mo su presidente, Mariano Rajoy, hablaba en la pasada reuni¨®n de la Interparlamentaria del PP celebrada en San Sebasti¨¢n, fuerte y claro, se?alando en tan selecto c¨®nclave que le necesitaba junto ¨¦l.
Reconoci¨® su trabajo durante a?os al frente del PP andaluz y destac¨® su val¨ªa pol¨ªtica hasta el punto de que se considera inminente su recolocaci¨®n en determinados ¨¢mbitos de la pol¨ªtica nacional. Arenas siempre ha tenido su sitio en Madrid pero si bien es Mar¨ªa Dolores de Cospedal la que parece haberle desplazado, lo cierto es que ahora, m¨¢s que nunca, se demanda su contribuci¨®n para enderezar el rumbo de un Ejecutivo que no hace m¨¢s que meter la pata continuamente, falto de coordinaci¨®n y de la m¨¢s m¨ªnima inteligencia pol¨ªtica.
Es verdad que la dureza de la crisis ha puesto en evidencia lo peor del equipo ministerial, pero es igualmente cierto que el perfil del partido se ha desdibujado mientras que se carece de una elemental capacidad de interlocuci¨®n social y maniobrabilidad que, por supuesto, Arenas puede aportar.
Bajo esas coordenadas se va a mover ahora y, desde luego, tarea no le va a faltar. Fiel a su idea clave del cambio con la que aspiraba a llegar a la presidencia de la Junta, espera, de igual forma, aplicar tal principio en la nueva etapa que ahora inician los populares andaluces. Esto es, nuevas incorporaciones al puesto de mando y con una transici¨®n bajo los designios de un hombre de acuerdos, al menos para este periodo, como es el caso del alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido. Y todo hace indicar que no se van a cometer errores anteriores por lo que no habr¨¢ tutelajes que valgan. Ni Zoido parece dispuesto a ello ni, tampoco, los integrantes de las nuevas generaciones de un partido que permanec¨ªan agazapados a la espera de la desaparici¨®n, alg¨²n d¨ªa, del efecto tap¨®n que ejerc¨ªa por su destacado liderazgo.
Pero es que, adem¨¢s, el fracaso que cosech¨® en su intento de dejar a su hombre de confianza, Antonio Sanz, al frente del partido va a servir de vacuna para impedir en un futuro los mandos a distancias. Tal vez este patinazo podr¨ªa ser el m¨¢ximo exponente de lo impactado que estaba por no alcanzar la presidencia de la Junta. Desganado y desmotivado, las ideas no fluyen con igual frescura y hacen que se pierda la verdadera dimensi¨®n de la realidad, que no es otra que la falta de consenso interno del que gozaba Sanz en el seno del partido. As¨ª las cosas, tendr¨¢n que ser otros los que asuman la responsabilidad de una formaci¨®n que ha llegado a sus m¨¢ximas cotas con el que ahora hace las maletas. El mismo quien, a pesar de todo y aunque solo sea por el trabajo realizado, se merece, tanto ¨¦l como el propio Sanz, el reconocimiento de los suyos y el respeto de sus contrincantes pol¨ªticos.
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