Mercados y buitres
Una ola de desesperanza recorre Europa. Nunca a un momento tan dif¨ªcil le han correspondido unos l¨ªderes tan mediocres
Los fondos buitres planean desde hace tiempo sobre Espa?a. Se trata de los mismos con los que se forraron muchos en Estados Unidos, tras el desmoronamiento de las hipotecas?subprime. Los expertos aseguran que el estallido de la burbuja inmobiliaria les pill¨® con los bolsillos llenos y que cuando cundi¨® el p¨¢nico, y la banca americana ten¨ªa viviendas a destajo sin vender, adquirieron todo lo que pudieron a precio de saldo. Desde hace tiempo pululan sobre Espa?a, despu¨¦s de pasar por Grecia, Irlanda y Portugal, donde todav¨ªa no han acabado con todo.
En la naturaleza, como ocurre ahora en los mercados, el proceso es m¨¢s o menos as¨ª: los primeros en llegar son los c¨®rvidos -urracas y cuervos, entre otros-. A estas aves les encantan las partes blandas del animal muerto, especialmente la lengua o los ojos. Sus continuos movimientos provocan un efecto llamada en otras rapaces necr¨®fagas: los buitres. Los especialistas dicen que a los buitres les gusta comer sin ser molestados. Digieren de todo, no les importa el estado de putrefacci¨®n de la carne, incluso aquella que al comerla matar¨ªa a cualquier otro animal. Los buitres negros son los siguientes en llegar y son muy ordenados. El l¨ªder abre el cuerpo con su pico y cada uno espera su turno, por un riguroso orden jer¨¢rquico. Tienen preferencias con las partes internas del animal muerto, especialmente las v¨ªsceras, y a pesar de moverse entre cad¨¢veres, suelen ser muy cuidadosos: orinan sobre sus propias patas para refrescarse y eliminar los g¨¦rmenes que podr¨ªan fijarse en ellas. Concluido el fest¨ªn, se largan ya saciados. Y vienen los alimoches y los quebrantahuesos, que son los pen¨²ltimos en esta cadena de alimentaci¨®n putrefacta.
Es dif¨ªcil determinar en qu¨¦ momento de ese proceso estamos, ya que hasta ahora todos los an¨¢lisis los est¨¢n haciendo economistas cuando lo suyo ser¨ªa que empez¨¢ramos a pedir valoraciones a los ornit¨®logos. Ya lo dijo hace unos d¨ªas el director de cine Costa-Gavras: ¡°El problema actual de la econom¨ªa del mundo no es la avaricia, es la rapacidad¡±. Los mercados han convertido a los pa¨ªses del sur de Europa en un gran muladar, una especie de zona acotada donde se lanzan las econom¨ªas que van cayendo para que se puedan alimentar los carro?eros. Se trata, como en la naturaleza, de una cuesti¨®n de supervivencia. De la supervivencia del sistema actual.
Una ola de desesperanza recorre Europa, avanzando a un ritmo tan vertiginoso como lo hace el paro. Nunca a un momento tan dif¨ªcil de la historia le han correspondido unos l¨ªderes tan mediocres. Cuando cay¨® Lehman Brothers, alguien sentenci¨® que con este banco de inversiones se fue a pique un modelo de capitalismo. No es verdad, lo que comenz¨® fue algo peor: el proceso de putrefacci¨®n de un sistema que ha atra¨ªdo a todas las aves de rapi?a del planeta. ?No era la econom¨ªa, idiota¡ eran los valores! Es la ausencia de valores los que est¨¢ permitiendo esta insoportable insaciabilidad del ser.
Quiz¨¢s la ¨²nica soluci¨®n sea la de prohibir los muladares econ¨®micos, que est¨¢n produciendo basureros que empiezan a ser m¨¢s grandes que las propios pa¨ªses. Esta medida deber¨ªa ir acompa?ada de disposiciones para prevenir, controlar y erradicar el campeo a sus anchas de tanto buitre, en el sentido m¨¢s carro?ero de la palabra. Para estas cosas deber¨ªa servir la Uni¨®n Europea, para distinguir una obviedad: que no es lo mismo mantener el ecosistema de la naturaleza con el aprovechamiento de los cad¨¢veres, que ir acumulando cad¨¢veres sociales para mantener el sistema que los produce.
He le¨ªdo una buena definici¨®n sobre los denominados fondos buitres: ¡°No pueden conseguir nada para su inversi¨®n si el deudor continua en quiebra y no tiene ning¨²n activo para compensar. Sin embargo, si queda carne adherida a los huesos, el buitre pensar¨¢ que a¨²n puede hacerse con m¨¢s millones¡±. Es el sistema que alimenta la bolsa, la prima de riesgo y la deuda.
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