Los veteranos triunfan en el Cru?lla de Cultures
El eclecticismo define un festival que logr¨® 21.000 visitas en dos d¨ªas
Las losetas del F¨®rum, sueltas ya tras pocos a?os de haber sido instaladas, se balanceaban bajo los pies de los espectadores. La asistencia, ajena a ello, o incluso aprovechando la movilidad del pavimento, perceptible sin necesidad de alterarse los sentidos, bailaba azotada por los ritmos cl¨¢sicos de Cypress Hill, grupo que acab¨® siendo el rey de la segunda jornada del Cru?lla de Cultures, el festival que quiere hacer su propio camino sin apelar directamente al p¨²blico indie, abastecedor de los dos principales festivales que tienen lugar en Barcelona. Era ya tarde cuando las losetas bailaban con Cypress Hill, pero antes, en una jornada abierta a ¨²ltima hora de la tarde, otros artistas pusieron su granito de arena en el evento, que dio oportunidad a M.I.A, otra de las estrellas del cartel, de sacarse la espina de sus actuaciones en la ciudad, donde nunca ha acabado de convencer. El s¨¢bado, cambiando de festival, tampoco lo logr¨®. El Cru?lla no hace milagros.
Ofrece, eso s¨ª, un entorno distinto de festival. M¨¢s peque?o ¡ªcuatro escenarios¡ª, menos masificado ¡ªunas 9.000 personas la primera noche, 12.000 la segunda¡ª, con m¨¢s tipolog¨ªas de p¨²blico, m¨¢s barato ¡ªno solo en cuanto a entradas, sino a consumiciones ya dentro del recinto¡ª y con un cartel bastante abierto que este a?o ha demostrado funcionar mejor y de manera m¨¢s equilibrada que en ediciones anteriores. Porque si el cartel es importante en un festival, definir el eclecticismo mediante nombres que casen entre s¨ª abriendo a la vez los registros estil¨ªsticos de su programa, resulta, m¨¢s que importante, crucial. Ese es el gran desaf¨ªo del Cru?lla.
La presencia de M.I.A se perfilaba como el gran logro de la presente edici¨®n, al definir buena parte de las intenciones del festival. Sin embargo, la artista de origen tamil volvi¨® a ofrecer un concierto que tuvo mucho de karaoke, no tanto por la sospechosa sonoridad de la actuaci¨®n como por el comportamiento en escena de M.I.A, sin asomo de carisma, simplemente saltarina y vagamente captada por las c¨¢maras en un espect¨¢culo que parec¨ªa querer omitir su presencia. Fue un concierto extra?o el suyo, repleto de hits pero sin continuidad, con un inicio concebido con muy mala pata y un desarrollo m¨¢s bien plano y rutinario. En la que era una de las escasas actuaciones de M.I.A en Europa en la presente temporada, la artista demostr¨® que lo suyo es, en todo caso, grabar canciones, no interpretarlas con convicci¨®n sobre un escenario.
Si encima act¨²an despu¨¦s los representantes de un hip hop m¨¢s cl¨¢sico que ya salieron a escena con el cuchillo entre los dientes, pues a¨²n peor para M.I.A. Aunque su propuesta ya no resulte novedosa ¡ªtampoco hace falta inventar el bol¨ªgrafo cada 10 minutos, conste¡ª, Cypress Hill simplemente arrasaron gracias a la convicci¨®n que ponen sobre escena. Ritmos pesados propios de la vieja escuela, acentos latinos por doquier, escenario que requer¨ªa constantemente la mirada y una satisfactoria cosecha de ¨¦xitos provocaron que frente a ellos el p¨²blico se pusiese a bailar pogo. Eso, unos; los otros o bien bailaban sobre las losetas o bien hac¨ªan equilibrios sobre ellas. Contagioso de verdad.
Una banda de ocho m¨²sicos apoy¨® la voz de ¨¢rbol viejo de Linton,
Como lo fue antes el concierto de otro cl¨¢sico, el gran Linton Kwesi Jonson y su mensaje de liberaci¨®n y antirracismo. Su actuaci¨®n, reggae-dub para un recitado casi de salmo, fue espl¨¦ndida. Una banda de ocho m¨²sicos apoy¨® la voz de ¨¢rbol viejo de Linton, que antes de cada casi tema record¨® revueltas, disturbios, luchas, protestas y reivindicaciones que, escuchadas en silencio respetuoso por la asistencia, se pudieron sustanciar en una idea a menudo olvidada: la crisis es a¨²n m¨¢s negra si no se es blanco.
Y blancos y negros fueron otros de los triunfadores de la noche, los tambi¨¦n veteranos The Specials. Ante un p¨²blico en el que se notaban incrustaciones de compa?eros generacionales del grupo, la banda solvent¨® su presencia en el Cru?lla con un concierto no recordable, quiz¨¢s solo moderadamente potable. No hubo emoci¨®n ni tan siquiera con los grandes ¨¦xitos, solo un concierto apa?ado y entretenido que ayud¨® a pasar el rato y a recordar lo r¨¢pido que pasa el tiempo.
Tanto que, como record¨® Quimi Portet, tanto ¨¦l como su bajista, Antonio Fidel (33 a?os tocando juntos), pod¨ªan haberlo hecho en el bautizo de buena parte de los presentes en su concierto, uno de los primeros de la jornada. Con su habitual retranca e iron¨ªa, Quimi avanz¨® el directo de alguna de las canciones de su espl¨¦ndido ¨²ltimo disco, Oh my love, y evidenci¨® que mantiene mucha m¨¢s ilusi¨®n por la m¨²sica que algunos de los artistas que luego le siguieron durante la noche, en la que por cierto tambi¨¦n brill¨® otra veterana con el sonido cl¨¢sico del soul, Sharon Jones. Una noche de cl¨¢sicos para un festival que quiere establecer su propio clasicismo. Este a?o lo ha conseguido.
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