Un ¨¦xito de Artur Mas
Pacto fiscal e independencia ya son las dos caras de una misma estrategia hacia el ¡®territorio desconocido
Nada preocupa tanto a los catalanes en estos d¨ªas como el paro y la precariedad laboral. Un 39% consideran que constituye su primer y principal problema. El segundo problema, que cita el 24,6%, es el funcionamiento de la econom¨ªa, materia sobre la que el conjunto de los ciudadanos est¨¢ recibiendo una terrible y aleccionadora formaci¨®n acelerada. El tercero, citado por el 10,1%, es la insatisfacci¨®n con la pol¨ªtica. Y solo el cuarto, que ocupa el centro de las ocupaciones del 7% de la poblaci¨®n, es la financiaci¨®n de Catalu?a, o, dicho en otras palabras, el famoso pacto fiscal propuesto por el Gobierno de Artur Mas, que debiera conseguir algo similar al concierto vasco para resolver los actuales y permanentes problemas dinerarios de la Generalitat.
Estas cifras tienen menos atractivo e impacto que el dato realmente novedoso de que el 51,1% de los encuestados se manifiestan por primera vez en favor de la independencia, en una progresi¨®n de 6,5 puntos con relaci¨®n a la anterior encuesta realizada por el Centro de Estudios de Opini¨®n de la presidencia del Gobierno catal¨¢n. Contrasta este dato con que las relaciones entre Catalu?a y Espa?a constituyen solo el quinto problema que preocupa a los catalanes, al 5,9%, detr¨¢s de los cuatro antes mencionados.
El crecimiento del independentismo catal¨¢n, simult¨¢neamente a la campa?a del Gobierno en favor de un nuevo sistema de financiaci¨®n, suele tener una curiosa y contradictoria acogida por parte de ciertos medios madrile?os, en la que se mezclan los sarcasmos sobre la validez y el rigor de las encuestas con la denuncia de la gravedad del estado de las cosas en Catalu?a. Algo parecido ha venido sucediendo con otras iniciativas independentistas, como las consultas populares o ahora el movimiento de los municipios por la independencia.
Ma?ana se cumplen dos a?os de la manifestaci¨®n contra la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Catalu?a
Ma?ana se cumplen dos a?os de la manifestaci¨®n contra la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Catalu?a. En este breve periodo, la oleada que entonces empez¨® no ha hecho m¨¢s que crecer. El ¨²nico obst¨¢culo con que ha tropezado la agenda independentista, alimentada por la dilaci¨®n y el contenido de la sentencia del Constitucional, ha sido la construcci¨®n de una alternativa nacionalista m¨¢s pragm¨¢tica y concreta como es el pacto fiscal en la l¨ªnea del concierto vasco propuesto por Artur Mas. Con la ventaja de que la propia concepci¨®n de este artefacto pol¨ªtico repite el esquema que sirvi¨® a Esquerra Republicana para su apoyo inicial al nuevo Estatuto: si no se obtiene, abrir¨¢ todav¨ªa m¨¢s el ¨¢ngulo de posibilidades de la independencia.
De ah¨ª que al final de las cuentas ambas agendas aparezcan por el momento fundidas como si fueran las dos caras de una misma estrategia pol¨ªtica: los independentistas son los primeros ap¨®stoles de un pacto fiscal en el que no se ceda ni un cent¨ªmetro, mientras los posibilistas del pacto fiscal esgrimen la amenaza del independentismo como el irremediable camino en caso de que nada de sustancial se obtenga. Con la nota al pie de que la fusi¨®n es una m¨¢quina divisiva temible para el socialismo catal¨¢n, conminado cada d¨ªa con mayor intensidad a que decida de una vez si quiere quedarse con el PP y el PSOE o seguir participando de las filas catalanistas.
Las entra?as de la encuesta y sobre todo la evoluci¨®n de los dos ¨²ltimos a?os revelan que ambas campa?as est¨¢n obteniendo excelentes resultados en la opini¨®n p¨²blica, hasta modificar la percepci¨®n de la crisis en Catalu?a, atribuida directamente a la ausencia de un sistema de concierto como el vasco, o mitigar la irritaci¨®n por los recortes en sanidad, educaci¨®n o empleo. No sabemos hasta qu¨¦ punto esta oleada de cambio de opini¨®n es un efecto espec¨ªfico catal¨¢n del terremoto geoecon¨®mico que estamos sufriendo con la crisis. Tampoco si se trata de modificaciones que llegan para quedarse. Menos a¨²n c¨®mo se maneja pol¨ªticamente todo esto. Artur Mas ha reconocido que se trata de territorio desconocido. Pero de momento es un ¨¦xito bien suyo al que nadie ha conseguido dar una respuesta alternativa desde fuera del nacionalismo.
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