Ojos vendados, gran cuchillo
El cuerpo tr¨¦mulo de Claudia Faci encandila con sus movimientos po¨¦ticos en el Teatro Pradillo
La autenticidad es dif¨ªcil de medir sobre una plataforma esc¨¦nica regular e impactante. Claudia Faci encuentra en la superposici¨®n entre la grabaci¨®n de su propia voz y la acci¨®n de abstra¨ªda, pantomima en una tierra de nadie, desconcertante y poderosa. Su extrema delgadez es hipn¨®tica y lasadante. Pasa de la exhibici¨®n imp¨²dica a una pl¨¢stica herm¨¦tica, potencialmente abstra¨ªda, como se puede comprobar en el Teatro Pradillo hasta el 29 de julio.
¡°Mi cuerpo seco que nadie toca y que es lo que m¨¢s cuenta¡±. Es un cuerpo tr¨¦mulo, es fuerte a la vez que respira indefensi¨®n y estamos ante un tanto po¨¦tico y en esencia l¨ªrico de soledad, abatimiento y a su manera, de rendici¨®n. El piano, a su manera, ejerce una cierta impostaci¨®n pero: ?es un juego? A veces hay un cierto tono espumante puede llamar a enga?o y sin propon¨¦rselo, el cr¨ªtico se integra en un di¨¢logo r¨ªo de escritura y especulaci¨®n. La sala no est¨¢ desnuda, pero s¨ª despojada de artificiosidad. Y la punzante obsesi¨®n trascendentalista del artista termina por hacer cenit a una instalaci¨®n performativa, a la que el adjetivo que mejor la enmarca es la honestidad.
Tras el intermedio, la segunda parte alega hacia otras zonas de la interioridad, del dram¨¢tico soliloquio donde quedan crudamente expuestas las dependencias morales y f¨ªsicas. La extensi¨®n de la obra, con toda probabilidad es excesiva, pero es que el discurso en s¨ª mismo tambi¨¦n lo es. Claudia abre la escena con los ojos vendados, y su discordante gesticulaci¨®n (convertida en una primorosa danza de muerte) nos habla de la inutilidad tanto como de lo inevitable del esfuerzo, esa dicotom¨ªa salvaje y promisoria que la convierte en v¨ªctima y verdugo.
Despu¨¦s enarbola un enorme cuchillo de carnicero, juguetea con la idea del suicidio y expone lo medular: su arte po¨¦tico, la raz¨®n de su desnudo y de su vestido. La artista, convencida de la traici¨®n de una existencia desperdiciada, juega a la danza de la muerte, que parad¨®jicamente puede entenderse como un grito desesperado por la vida.
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