Pilar Garc¨ªa Negro, cuando el coraz¨®n es Galicia

Pilar Garc¨ªa Negro es de raza felina. Gallega gata. Y como tal, es una curiosa impenitente. Y de Lugo, que aporta se?or¨ªo. Activa y activista. De amores di¨¢fanos, provocadora y pasional. Maestra y divulgadora, profesiones que no siempre coinciden aunque en su caso no se podr¨ªan entender por separado. Esta pensadora sin remedio es una exponente clar¨ªsima de que el buen uso de la sorna y la retranca es algo innato a este pa¨ªs nuestro, el que corre por sus venas, porque las venas de Pilar son de color blanco y azul. Cuenta una leyenda period¨ªstica que cuando fue a donar sangre, en la cubeta solo hab¨ªa palabras, algunas de Rosal¨ªa de Castro, otras de Novoneira, de Castelao, de Fole, de Risco¡­

Eran muchas, tantas, tant¨ªsimas, que por eso Pilar necesita, cada cierto tiempo, plasmarlas en art¨ªculos, en libros, en sus clases, o simplemente en sus conversaciones diarias. Esa peculiaridad de Pilar tambi¨¦n explica el porqu¨¦ de que cuando se habla con ella no se puede m¨¢s que asentir con la cabeza y absorber cual esponja¡­ Y cuando al fin se consigue reaccionar ya te ha ganado para el ronroneo. Es lo que tiene ser gallega gata.

Cuando me presentaron a Pilar ya la conoc¨ªa de seguir sus pasos como diputada, fue la primera mujer nacionalista en llegar al Parlamento gallego, por sus art¨ªculos y por sus debates en los medios p¨²blicos. Antes de apretarle la mano ya despertaba en m¨ª simpat¨ªas. Despu¨¦s del primer abrazo gan¨® para siempre mi admiraci¨®n. Primero, por abrirnos camino a las gallegas en una pa¨ªs tan machista cuando ella empez¨® y tan paternalista en la actualidad, y segundo, porque era y es directa, coherente y clara en sus exposiciones: cada una de sus afirmaciones va avalada por una historia o por argumentos bien asentados.

Oradora y escritora de storytelling, narradora de final contundente. Ahora se la definir¨ªa como una pol¨ªtica de las de antes, con poso y pase, y si bien ya no se la escucha desde su esca?o en la C¨¢mara defendiendo la cultura y la lengua gallegas, sus grandes pasiones, lo mismo que los derechos de la mujer, ya se ocupa ella de ser tribuna cuando se precisa, es decir, constantemente, en esta ¡°Galicia tan necesitada de valedores y de megafon¨ªa¡±, como la propia Pilar se encarga de recordar.

Se podr¨ªa pensar que no hay muchas gallegas felinas, pero est¨¢n por todas partes. El caso de Pilar es m¨¢s evidente porque es una mujer, mal que suene la expresi¨®n, p¨²blica. Se las reconoce porque saben cu¨¢ndo ronronear y sacar las u?as, y porque dan que pensar o dan que hablar. Pilar ambas cosas, porque es de pura raza. Y ah¨ª est¨¢n sus textos para demostrarlo. Profunda analista, cada vez que ejerce de articulista disecciona finamente la realidad gallega, la contextualiza y le a?ade sus esencias, sus saberes, sus pensamientos y sus valores. No hace falta estar de acuerdo con sus ideas para reflexionar sobre la claves que aporta, apreciar otras perspectivas y ensanchar los propios pareceres.

Pero cuando me preguntan c¨®mo es Pilar, tan solo doy un consejo: mirarla a los ojos. Es ah¨ª donde se puede observar como le sube la sangre al iris y, sobre todo, si hace viento, se ve claramente como ondea su sangre azul y blanca, con el m¨¢stil bien asentado en su coraz¨®n de gallega gata.