Abrumado
Hace un d¨ªa magn¨ªfico cuando me dispongo a escribir estas l¨ªneas, pero para disfrutarlo tendr¨ªa que dejar a un lado a mi pluma. Podr¨ªas, le digo, hablar del cielo azul, la brisa, los ba?istas, el aire di¨¢fano, pero mi pluma es tan terca que es incapaz de relajarse y dar un respiro a lo que realmente ocupa mi mente. Querido, me rebate con su amorosa y habitual iron¨ªa, sabes que entre tu cerebro y yo no hay veleidad que se interponga y que donde no hay cielo azul ni pajaritos cantores yo no puedo invent¨¢rmelos, soy tan esclava de tu mente como t¨² mismo, de modo que¡ De acuerdo, le reconozco, pero dame al menos eso que s¨ª sabes darme, un poco de claridad, eso que mis neuronas suelen agradecer como si fuera un paisaje de verano, esa ventanita de luz que me permite olvidarme de ti y abrirme a las excelencias del d¨ªa. Lo intentar¨¢, promete mientras se dispone a emprender su carrera, aunque asegura que la cosa est¨¢ muy enrevesada.
?Es esta crisis atroz una espl¨¦ndida oportunidad para el amor?, es la primera pregunta que le formulo, ya que, le explico, a veces me da la impresi¨®n de que sea un pretexto para cualquier cosa. ?Tiene algo que ver, por ejemplo, la crisis con la nueva reforma que nos prepara Jos¨¦ Ignacio Wert, o con la Ley del Aborto que pretende reformar Gallard¨®n, o con la guada?a feroz de do?a Esperanza, o con la subida del IVA a los productos culturales, o con¡? Dime pluma, le suplico, ?ser¨¢ esta crisis atroz una espl¨¦ndida oportunidad para el amor, reverdeceremos en el jard¨ªn de Eros? Le confieso encontrarme confuso ante lo que m¨¢s me parece una sacudida tridentina que una reforma que nos acerque a aquello de lo que siempre nos hemos alejado, s¨ª querida, de Europa, le digo, de un futuro m¨¢s democr¨¢tico e igualitario, y tambi¨¦n m¨¢s libre. No defiendo, no, que no haya que hacer reformas, pero, ?tendremos que volver a aprender la lista de los reyes godos a golpes de rev¨¢lida?, y qu¨¦ ley de supuestos que sustituya a la actual ley de plazos pretende ofrecernos Gallard¨®n si, ateni¨¦ndonos a sus argumentos, no habr¨¢ supuesto que sea amparable. Incluso en el caso de que peligrara la vida de la madre, por qu¨¦ en ese supuesto el concebido perder¨ªa su derecho a ser protegido. ?No tendr¨ªamos que dejar que el dilema - y opte cada cual seg¨²n sus creencias - lo resolviera la Naturaleza, o el Alt¨ªsimo?
?Y qu¨¦ me dices, pluma, de todo este desparrame auton¨®mico, para el que parecemos acogernos a la crisis con el fin de que resuelva por la v¨ªa de los hechos lo que debiera plantearse con luz y taqu¨ªgrafos y donde debe hacerse? ?Y de este soberanismo montaraz de nuestras v¨ªctimas de siempre, que al cobijo de la crisis se han buscado ya un "agresor brutal" para seguir ellos agredi¨¦ndonos por otras v¨ªas, o chapoteando en esta ceremonia de la confusi¨®n, como ya nos tienen acostumbrados? ?Me liberar¨¢s, pluma, de tanta confusi¨®n, y pueda as¨ª disfrutar del espl¨¦ndido d¨ªa, los pajaritos cantores, la brisa y el salitre?
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