El olor a mar
Recuerda a?os en los que le toc¨® dormir alguna vez en la plaza Mayor y vend¨ªa en el Rastro Ahora est¨¢ en el teatro Amaya hasta el domingo
1. Teatro Amaya. Me encantan los teatros de Madrid. Todos. Eran mi meta al comenzar a estudiar y durante una ¨¦poca fueron mi segunda casa. Ahora elegir¨ªa el Amaya, porque es al que he vuelto despu¨¦s de 19 a?os sin pisar las tablas. Me encanta contribuir a mantener estos bellos espacios de disfrute para los ciudadanos dedicados a la cultura (General Mart¨ªnez Campos, 12).
2. Restaurante Cucurucho del Mar. Es acogedor y regentado por una familia gallega muy amable. Si pides un vino blanco para acompa?ar las zamburi?as, que es su especialidad, te sirven uno gallego que no da dolor de cabeza, y adem¨¢s est¨¢ exquisito (Postigo de San Mart¨ªn, 6).
3. Restaurante Donosti. Es como trasladarse mientras comes a San Sebasti¨¢n, donde hay uno igual y con los mismos productos. All¨ª ves la ciudad y aqu¨ª, fotos del puerto en blanco y negro, pero tambi¨¦n llega el olor a mar. Su especialidad: carne a la brasa acompa?ada de pimientos de Guernica (Luisa Fernanda, 21).
Un toledano madrile?o
Jes¨²s Bonilla (La Pueblanueva, 1955) se traslad¨® con 13 a?os a Madrid, donde se form¨® como actor. Muy conocido por sus papeles televisivos en series como Periodistas o Los Serrano, ahora est¨¢ volcado en su vuelta al teatro con 'Historia de dos'.
4. Plaza Mayor. Me trae agradables recuerdos de mi juventud, cuando pod¨ªas dormir en los bancos de los soportales y la Polic¨ªa Municipal se limitaba a preguntarte: ¡°?Qu¨¦, hay sue?o?¡±. Y te dejaban estar tranquilamente. Me encantan las terrazas que siempre tienen sombra en verano y desde la que ves pasar a los turistas.
5. El Rastro. En el que anta?o vend¨ª camisetas los domingos para sacarme algunas perrillas. Recuerdo la camarader¨ªa de los comerciantes. Pod¨ªas ir a comerte unos caracoles a media ma?ana y el compa?ero de al lado te vigilaba el puesto. Doy por hecho que seguir¨¢ existiendo ese esp¨ªritu de deambulantes y bohemios.
6. Plaza de Isabel II. Sobre todo porque antes en el mismo Teatro Real estaba situada la Real Escuela Superior de Arte Dram¨¢tico y Danza, donde yo estudi¨¦, y en la plaza, de vez en cuando hac¨ªamos ¡°teatro callejero¡± para despu¨¦s pasar la gorra y gastarnos lo recaudado en el Sabol: una cafeter¨ªa siempre repleta de mirones con barba de sabios y lectores de peri¨®dicos.
7. Caf¨¦ Gij¨®n. En ¨¦l se respira la intelectualidad del pasado y del presente. Pues acud¨ªan los intelectuales, pintores, y artistas de todo g¨¦nero, incluidas las variedades, donde ten¨ªan lugar largas tertulias. Lo de las tertulias creo que ha pasado a mejor vida, pero sus paredes siguen desprendiendo la atm¨®sfera del pensamiento cr¨ªtico, de la mofa del presente y la nostalgia del pasado (Recoletos, 21).
8. Plaza de Santa Ana. Con sus bares de copas repletos de actores que empiezan y otros que llevan tiempo, que ya beben sin alcohol pero beben, y cuentan a los otros lo que saben, mirando de reojo a las bellezas que deambulan en busca de palabras y otra cosa.
9. Museo Municipal. Este es un lugar que merece la pena visitar. L¨¢stima que apenas se haga publicidad del mismo. Lo mejor es una maqueta que se encontr¨® en un trastero y en la que puede apreciarse c¨®mo era Madrid en 1830, lleno de huertas y vi?edos que ahora son avenidas, barrios y rascacielos (Fuencarral, 78).
10. Palacio de Cristal. Tienes la sensaci¨®n de estar ante una catedral transparente. Y el lago que tiene enfrente te inspira romances imaginarios o reales; dependiendo, si estas solo o acompa?ado.
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