Ordenadores
Poseer un ordenador y abrirlo en clase no es una panacea contra los grav¨ªsimos problemas de educaci¨®n de Andaluc¨ªa
Naturalmente, uno de los principales castillos que la marea de la crisis deb¨ªa arrastrar en su avance era el del dichoso reparto de ordenadores en los centros educativos. Tiempo ha, la Junta decidi¨®, m¨¢s con criterios propagand¨ªsticos que otra cosa, que todos los alumnos andaluces contar¨ªan, llegada la edad correspondiente, con un ordenador port¨¢til cedido por el Gobierno que les ayudar¨ªa a implementar su b¨²squeda de la verdad y a sustentar sobre cimientos a¨²n m¨¢s s¨®lidos la formaci¨®n integral que sus maestros les impart¨ªan. A tal fin, comenzando simult¨¢neamente por los grados elementales de Primaria y Secundaria, se entregaron lustrosas m¨¢quinas a los ni?os y se les permiti¨® conectarse en clase, manejar el rat¨®n, pulsar botoncitos y sustituir el viejo remoloneo ante las hojas del cuaderno por uno m¨¢s nuevo y digital frente a la pantalla de plasma. La broma, financiada seg¨²n sabemos ahora en su casi totalidad por el Gobierno central, sal¨ªa a una friolera de 25 millones de euros anuales. ?Ha servido de mucho? Desde mi posici¨®n de docente, yo responder¨ªa tajantemente que no. Sigue abierto el debate en torno al beneficio o desventaja del uso de la inform¨¢tica en el aula, pero por mucho que uno decida recurrir a ella, existen contenidos, procedimientos y actitudes para los que puede considerarse perfectamente superflua.
Dudo mucho que en los ¨¢mbitos del estudio de la Literatura o de la Filosof¨ªa (mi especialidad), el hecho de hallarse frente a una computadora mejore las capacidades del educando en comparaci¨®n con las que pueda desarrollar delante del papel de toda la vida. La concentraci¨®n, la comprensi¨®n lectora, el an¨¢lisis, la digesti¨®n y metabolismo de lo escrito exigen tareas de reflexi¨®n y estudio que el ordenador estorba m¨¢s que impulsa, por la sencilla raz¨®n de que en sus tripas de silicio todo es r¨¢pido, urgente, visual. No discuto que en materias como las Bellas Artes, la Matem¨¢tica o la F¨ªsica (en que puede incrementar la precisi¨®n del c¨¢lculo), y aun otras, el soporte inform¨¢tico sirva de ayuda: lo que niego es que poseer un ordenador, abrirlo en clase todas las ma?anas y tenerlo en casa guardado junto a la mochila sea una panacea contra los grav¨ªsimos problemas de educaci¨®n que padece nuestra comunidad.
Se acaba el regalo de ordenadores para todos y la consejera Mar Moreno lo anuncia con voz compungida y cara de duelo, recurriendo a palabras suaves que no asusten a la poblaci¨®n. Sin embargo, no sufri¨® tanto a la hora de contarnos que reducir¨¢n de manera alarmante el n¨²mero de profesores en los centros, que ampliar¨¢n el horario de un colectivo ya bastante desgastado por los sobreesfuerzos y la falta de motivaci¨®n (lo cual repercutir¨¢ en la calidad de su servicio), que la tan cacareada atenci¨®n a la diversidad se va a quedar en agua de borraja. Todos esos imperativos de una verdadera educaci¨®n de calidad se borran de un plumazo sin que nadie suelte una mala l¨¢grima, pero la mano tiembla y la voz se rompe en el momento de confesar que no quedan maquinitas para todos. Lo triste del caso es que no va a pasar nada porque los ni?os no puedan sentarse en clase delante de una pantalla que ya bastante miran en casa, y que el dineral invertido durante todos los a?os de bonanza en el dichoso regalito (unos 100 millones de euros, a ojo de buen cubero) habr¨ªa resultado mucho m¨¢s ¨²til dedicado a otras partidas menos lucidas, con menos visibilidad pero efectos m¨¢s profundos en el alumnado: impulso del h¨¢bito de lectura, dise?o de estrategias reales de acci¨®n, dotaci¨®n de los centros de acuerdo con sus necesidades, etc¨¦tera. En fin, qu¨¦ m¨¢s dar¨¢: si el se?or Rajoy sigue esforz¨¢ndose tal y como lo hace, pronto tendremos que darnos con satisfechos con que nos dejen un trozo de tiza y una mala placa de pizarra donde trazar signos. Esos signos, s¨ª, que contienen la ¨²nica clave para emerger del abismo.
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