En el fondo
Las cosas empiezan a verse de otra manera y los otros a figurantes pueden tratar de cambiar roles y exigir control ciudadano
Cada semana se deteriora la situaci¨®n. Las malas noticias se agolpan y son muy pocos los resquicios positivos que aparecen. No logramos sacarnos de encima la idea que esto solo es una crisis que alg¨²n d¨ªa pasar¨¢, y nos cuesta aceptar que estamos cambiando de ¨¦poca y que ya nada ser¨¢ igual. De aceptarlo, sabemos que deber¨ªamos cambiar muchas cosas, muchas actitudes y muchos h¨¢bitos y, evidentemente, ello no es f¨¢cil. Sobre todo si a¨²n te quedan agarraderas. Estamos en el fondo de lo antiguo, y lo nuevo apenas si se vislumbra. Desde el fondo y ya totalmente esc¨¦pticos sobre las posibilidades del otrora poderoso Estado, a algunos les da por rezar al Todopoderoso Dios y a otros por implorar a la Bastante Poderosa UE de habla alemana. Pero, deber¨ªamos preguntar, como en el chiste, ¡°?hay alguien m¨¢s por ah¨ª fuera?¡±. No podemos seguir imaginando que las cosas van a mejorar desde fuera de nosotros mismos. La preocupaci¨®n de muchos de nuestros gobernantes en la actualidad se basa en la sensaci¨®n de que cada vez tienen menos cosas que decir y menos alternativas que ofrecer ante un escenario en el que les toca el papel de comparsas. Su gesticulaci¨®n aumenta en la medida que baja la significaci¨®n real de sus decisiones. No es lo mismo que gobiernen unos u otros, es cierto. Pero, cada vez m¨¢s, la dureza del interregno en el que estamos nos exigir¨¢ no solo mejores representantes institucionales, sino tambi¨¦n m¨¢s iniciativas sociales aut¨®nomas e innovadoras. M¨¢s entramado de complicidades personales y sociales. M¨¢s mutualidad de objetivos y de procesos.
En momentos como los actuales las desigualdades se notan mucho m¨¢s. Los diferentes contenidos en cantidad y calidad de las mochilas de cada uno permiten a unos disponer a¨²n de alternativas y a otros apenas si les permiten subsistir. El mercado sigue ofreciendo protecci¨®n a quien se la pueda pagar y, en cambio, los poderes p¨²blicos han visto muy reducida su capacidad de compensar a los que menos tienen. No parece previsible que esa situaci¨®n cambie en los pr¨®ximos meses y a?os. Los pol¨ªticos que afirman gobernarnos deber¨ªan hacer una cura de humildad y reconocer ese nuevo escenario. Una alternativa es dejar actuar sin cortapisas al mercado y a quien pueda pag¨¢rselo, y mientras, las instituciones se limitan a aminorar la tragedia de quien no pueda permit¨ªrselo y a controlar el aumento del conflicto. Otra alternativa ser¨ªa aprovechar las mermadas fuerzas y capacidades de las instituciones p¨²blicas para facilitar y reforzar las potencialidades de las personas y de las comunidades y grupos en que se integran, para as¨ª hacer frente de manera colectiva y descentralizada a la nueva ¨¦poca en la que estamos entrando. Es evidente que en ese nuevo escenario, Internet representa tanto un nuevo espacio de conexi¨®n y de din¨¢micas globales, como un potente recurso que favorece la expansi¨®n y articulaci¨®n de experiencias alternativas que, de otra manera, tienden a ser marginales y vulnerables.
Entiendo que necesitamos reconstruir una idea de lo p¨²blico que no se confunda con el actual monopolio institucional de lo que entendemos por ¡°intereses generales¡±. Si apostamos por una concepci¨®n de lo p¨²blico entendido como capacidad colectiva para afrontar problemas comunes, e incorporamos en ese objetivo las instituciones p¨²blicas, evitamos la l¨®gica delegativa y clientelar que ha marcado buena parte de estos 30 a?os de democracia. La cultura de la transici¨®n, de la que hablan Guillem Mart¨ªnez y tantos otros, ha contribuido a que lleguemos al fondo, viendo como van explotando esc¨¢ndalos y corruptelas de diverso grado y enjundia, fruto del apa?o por el cual se intercambiaban olvido y reconocimiento de protecci¨®n mutua entre los que han ido turn¨¢ndose en las diversas instituciones a lo largo de estos a?os. Nos han hecho creer que la democracia que tenemos es la ¨²nica realmente posible, y as¨ª los Fabra, Millet, Camps, Baltar y Bankias de diverso tipo y nombre han ido llev¨¢ndonos al huerto actual. En ese fondo en el que estamos, las cosas empiezan a verse de otra manera y los otrora figurantes pueden tratar de cambiar roles y procesos, exigiendo transparencia, control ciudadano, capacidad de acci¨®n y de asunci¨®n de responsabilidades. Nadie mejor que nosotros mismos para reconocernos en el fondo y emprender nuevas rutas.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UAB.
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