Ciudadano -140.000 euros
Antonio hab¨ªa puesto en marcha un negocio. Alicia y Jorge, funcionarios, estaban entrampados con varios pr¨¦stamos. A Luciano se le dispar¨® la hipoteca y dej¨® de pagar... La crisis ha dejado la vida de muchos madrile?os en n¨²meros rojos
Espera ante un caf¨¦. Ojos claros, ligero sobrepeso, gafas. Demasiadas canas quiz¨¢ para sus 36 a?os. Primera pista de la losa que carga sobre los hombros. Pronto brotan m¨¢s: parpadea, se encoge de hombros, vuelve a parpadear. Su cuerpo exuda estr¨¦s, como su mente, que busca refugio en una venganza imaginaria que confesar¨¢ momentos antes de despedirse.
Casado y con dos ni?os de cuatro y un a?o, a Antonio los primeros vientos de la crisis le sorprendieron con un negocio de ropa en ciernes. Los containers navegaban hacia Espa?a, hab¨ªa alquilado locales, contratado dependientes... ¡°Me pill¨® en ese punto sin marcha atr¨¢s¡±. El negocio fracas¨®. Deshizo contratos, malvendi¨® la ropa y ech¨® cuentas del desastre. 250.000 euros de un cr¨¦dito, 35.000 de otro, y 190.000 de hipoteca por un piso en las afueras. Se encontr¨® con una obligaci¨®n de 4.900 euros para 4.400 de ingresos (su sueldo de 3.000 en un banco y el de su mujer, dependienta). El horizonte se ti?¨® de negro.
Las cifras de la crisis en Madrid
- El paro registrado en la regi¨®n en junio ascendi¨® a 521.246 personas, un 11% m¨¢s que hace un a?o. En el segundo trimestre, la tasa de desempleo es del 18,86%, seg¨²n la EPA, frente al 24,63% de media nacional.
- El 9,2% de los hogares madrile?os (225.000) tiene a todos sus miembros en paro. El 44,6% de los j¨®venes en edad de trabajar est¨¢n desempleados.
- La mitad de los parados de la capital, 120.593, no cobran ninguna prestaci¨®n.
- 860.178 madrile?os viv¨ªan bajo el umbral de la pobreza en 2010 (¨²ltimo dato). El 22% de la poblaci¨®n de la regi¨®n sufre riesgo de exclusi¨®n social, seg¨²n Caritas.
Los hogares espa?oles suman una deuda 855.840 millones de euros (el 76% en hipotecas). Y la crisis ha puesto a muchos en un aprieto: mientras sus obligaciones se mantienen estables, sus ingresos est¨¢n menguando. Cada recorte de sueldo, cada subida de impuestos y tasas, estrecha la soga de su econom¨ªa. Muchos no pueden pagar. Y si intentan buscar salida, empeoran la situaci¨®n.
La espiral de cr¨¦ditos
En el sal¨®n de Alicia y Jorge (nombres ficticios), nada delata su situaci¨®n. Gran televisor, figurita de Lladr¨®, sof¨¢ con chaisse longue. Pero la cuenta de esta pareja de funcionarios marca -480.000 euros. Las deudas llegaron junto al amor. Divorciados, se casaron en segundas nupcias en 2007 y compraron el piso de Jorge (una sexta planta, a las afueras), tasado en 470.000 euros. Para pagar la mitad a su exmujer y financiar una obra (sumaban tres hijos, necesitaban un cuarto m¨¢s), pidieron 370.000 euros. Su cuota: 2.000 euros al mes. Entonces ganaban unos 4.000 entre ambos.
Pero la obra se sali¨® del presupuesto y Jorge hizo lo que estaba acostumbrado a hacer: pedir cr¨¦dito. Una entidad le dio 24.000 euros. Otra, 30.000. Cuando empezaron a tener problemas, tiraron de familiares. Despu¨¦s, de tarjetas: 19.000, 6.000... ¡°Un d¨ªa apareci¨® otra en un bolsillo. Llam¨¦ y me dieron 13.000. Y yo, ¡®?Alicia, que ya tenemos para devolver los 10.000 euros a tu padre!¡±. Entre julio de 2007 y octubre de 2010 pidieron 125.000 euros. Una bomba que no tard¨® en estallar.
El piso de Luciano
Luciano Chancusig ten¨ªa 31 a?os cuando dej¨® Latacunga y vio alejarse por la ventanilla del avi¨®n la cima del volc¨¢n Cotopaxi, en Ecuador. ¡°Soy el mediano de siete hermanos. El m¨¢s decidido. Y mira t¨²...¡±.
Tres a?os despu¨¦s, en 2004, siendo ayudante de alba?il, firm¨® una hipoteca de 228.000 euros avalado por dos hermanos. ¡°Al fin ten¨ªa piso. Me emocion¨¦¡±. Pronto su cuota subi¨® de 1.030 a 1.570 euros mensuales, y su sueldo emprendi¨® el camino contrario. Ganaba 1.300 euros como conductor de autob¨²s. Acord¨® su despido. Cobrar¨ªa 900 euros de paro y se buscar¨ªa la vida. Pero no encontr¨® m¨¢s que chapuzas. ¡°Ya no pod¨ªa m¨¢s. Algunos me dijeron, por lo menos aprovecha y vive gratis dos a?os que te han de dejar hasta que te echen. Y dej¨¦ de pagar¡±.
Antonio parpadea y prosigue su relato. Estamos en el momento en que empez¨® a pedir dinero a sus familiares. Y a los de su mujer, que tambi¨¦n es su socia. Cuando not¨® la soga al cuello pidi¨® a su entidad una ampliaci¨®n de plazo que le permitiera respirar. Ofreci¨® en garant¨ªa una plaza de garaje y su parte de una herencia. Pero se top¨® con un muro. Y le revuelve el est¨®mago. ¡°Salen los anuncios del banco y tengo que cambiar de canal. Las oficinas ya ni las piso porque me pongo enfermo. No lo puedo entender¡±.
Jorge sigue hablando mientras Alicia encadena un cigarrillo con otro: ¡°Vendimos uno de nuestros dos coches y mi rolex. A mi madre casi la dejo a cero. Un d¨ªa tocamos fondo. Yo voy a la c¨¢rcel o que hagan conmigo lo que sea, pero hasta aqu¨ª hemos llegado¡±. En Internet dio con Carlos Guerrero (MAB Legal & Corporate), experto en procedimientos concursales de personas f¨ªsicas desde que ayud¨® a un familiar. ¡°Una cerilla en el t¨²nel¡±, dice Jorge.
El abogado valor¨® las opciones de la pareja, punto fundamental, pues una vez presentado el concurso no hay marcha atr¨¢s; si el 51% de los acreedores no firma un acuerdo, se procede a saldar la deuda del afectado liquidando sus bienes. Eso, unido al hecho de que las deudas hipotecarias no entran en este procedimiento, hace que muy pocos lo usen (unas 1.200 familias al a?o; Guerrero afirma que, de cada 10 casos que le llegan, solo presenta uno). Tras comprobar que buena parte de los acreedores de la pareja eran financieras (m¨¢s dispuestas a aprobar quitas que los bancos), el abogado present¨® el concurso en diciembre. Pero Madrid es una de las ciudades donde m¨¢s tardan en declararse ¡ªun a?o de media¡ª y llevan ya siete meses de ansiosa espera. Las primeras notificaciones de embargo ya han llegado al buz¨®n.
Su objetivo es lograr una quita, quiz¨¢ del 20%. Mientras tanto, ahorran al m¨¢ximo para devolver el resto en cinco a?os (plazo que marca la ley concursal). Lo tienen dif¨ªcil, los recortes han mermado su salario y han perdido la extra de Navidad. As¨ª que han cambiado su rutina y hacen vida en casa. ¡°Vemos pel¨ªculas, leemos, celebramos reuniones de amigos¡¡±. Para llenar la despensa, rastrean ofertas. Hace poco compraron en Makro 14 kilos de babilla, que empaquetaron y congelaron. Tambi¨¦n han roto sus tarjetas de cr¨¦dito. Excepto una, cuyo tope han bajado a mil euros.
Un hombre ¡®en b¡¯
En marzo de 2011, Luciano sufri¨® su primer intento de desahucio. Por entonces era un activo miembro de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, con cuya ayuda lo fren¨®. Un mes m¨¢s tarde fue ¡°el d¨ªa negro¡±; 18 lecheras policiales tomaron la calle y fue desahuciado. Su entidad todav¨ªa reclama 140.000 euros. A ¨¦l y a los dos hermanos que le avalaron. Pero el ecuatoriano ¡ªque ahora paga 200 euros por una habitaci¨®n en Carabanchel¡ª no est¨¢ dispuesto a que le embarguen el sueldo.
¡°Mientras tenga este peso encima, me buscar¨¦ la vida en negro¡±. Trabaja de transportista y cobra siempre en negro. Sin impuestos ni Seguridad Social. La pensi¨®n ¡°le trae sin cuidado¡±. S¨ª le preocupa que embarguen a uno de sus hermanos, que tiene n¨®mina. ¡°El d¨ªa que le echen mano, nos marchamos los tres de Espa?a¡±, sentencia. ¡°De nosotros no van a recibir un solo centavo¡±.
La venganza
Antonio tiene dos empleos. El oficial, de 9.00 a 19.00; y ¡°el otro¡±, de 6.00 a 8.00, de 20.00 a 23.00, s¨¢bados y domingos. ¡°Por la noche caigo fundido. Pero a las 2.30 me desvelo¡±. Le quedan seis a?os as¨ª, aunque en nueve meses cumplir¨¢ con el cr¨¦dito de 35.000 euros y su tensi¨®n disminuir¨¢ en 1.500 euros al mes. Parece poco tiempo. Demasiado para Antonio. ¡°Se me est¨¢ haciendo muy cuesta arriba. ?Y si me quedo sin trabajo? Estoy siempre cabreado, a flor de piel. Y suben el IBI, el abono de transporte, los impuestos, la guarder¨ªa¡ A zancadilla diaria¡±, arremete contra el Gobierno, la Comunidad y el Ayuntamiento.
Antes de despedirse, confiesa la venganza que maquina en su interior: ¡°Me imagino que un d¨ªa gano mucho dinero y voy a mi sucursal a ingresarlo. Se pondr¨ªan felices, los objetivos de un a?o de un plumazo. Pero al d¨ªa siguiente volver¨ªa a sacarlo. Me imagino la decepci¨®n...¡±. Es su ¨ªntimo desahogo.
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