Luis Moya, alma en el motor
Un deportista con c¨®digos y valores, un deportista que contribuy¨® a la dignidad de su especialidad. Luis Moya ha sido mucho m¨¢s que el compa?ero de Carlos Sainz. Su fiel escudero, su cabeza llena de datos y tramos. Luis Moya, que tiene un Rodr¨ªguez entre el nombre comercial, forj¨® su leyenda por las carreteras gallegas en los a?os ochenta. Carreteras m¨¢s ¨¢speras que ahora. Amaba el motor y puso su vida al servicio de aquel piloto que confiara en sus cualidades. Supo desde el principio cual era su asiento.
Luis nunca ha dejado de ser el copiloto de Carlos Sainz. Juntos provocaron el delirio de aficionados, juntos hicieron vibrar a los enamorados del motor. Y, sin embargo, a pesar de ese papel secundario a bordo del Toyota, Lancia o Subaru se convirti¨® en uno de los deportistas m¨¢s queridos de Espa?a. Luis Moya se gan¨® el cari?o de la gente, de la comunicaci¨®n social. Simplemente por como se comport¨® y como era como deportista. Luis fue y es un carrusel de bondad, de generosidad.
Muchas veces nos hemos preguntado si todo lo que pronunciaba a esa velocidad pod¨ªa llegar al cerebro de Carlos Sainz. Como si fuera la canci¨®n de moda del verano, las notas de tramos y recorridos las hemos tratado de recitar como lo hac¨ªa Lu¨ªs. Pero nos hemos quedado en simples imitadores. Luis era ¨²nico y su manera de servir a Carlos Moya queda para el recuerdo y para la historia.
Pelda?os
1960. A Coru?a
Disput¨® 15 campeonatos mundiales de rallies. Siempre como copiloto de Carlos Sainz.
Gan¨® las ediciones de 1990 y 1992.
Su primera victoria fue en el Rally Acr¨®polis de 1988. La ¨²ltima en Argentina en 2002. Se retir¨® en el RAC de Inglaterra de 2002.
En total 161 rallies disputados y 24 victorias.
Como director deportivo de Subaru particip¨® en el t¨ªtulo mundial de Peter Solberg de 2003.
Luis Moya es de esos deportistas en cuya figura se cumplieron los sue?os que ten¨ªa de peque?o. Desde los tiempos que acompa?aba a Jos¨¦ Mari?as en el Renault 5 de la ¨¦poca. Hablamos de 1983. De cuando gan¨® el t¨ªtulo auton¨®mico con Jos¨¦ Mora o cuando entr¨® en el equipo oficial Renault con Guillermo Barreras.
Quiz¨¢ su ¨¦xito residi¨® en mantener su personalidad. Nunca cambi¨®. Nunca lo necesit¨®. Correr el mundial de rallies lo entendi¨® como un regalo. Disputar aquel Rally de Portugal de 1988 entre una multitud de gallegos como un homenaje a la tierra que le vio nacer y al deporte al que se alist¨®. Y ganar los mundiales de 1990 y 1992 el motivo para emocionarse y para sentir que todo su sacrificio hab¨ªa valido la pena.
Afable, jovial, un se?or. Y simp¨¢tico. Siempre resaltando su fon¨¦tica gallega como la de otro Luis imperial, Luis Su¨¢rez, y utilizando la iron¨ªa y el humor, fino humor gallego, para desdramatizar y darle el tono natural adecuado.
Quiz¨¢ tendr¨ªa que ser m¨¢s reconocido en Galicia, quiz¨¢ tendr¨ªa que ser m¨¢s utilizado en Galicia como embajador del deporte. Pero ya se sabe que nuestra tierra, tierra de marcos y l¨ªmites, se ha caracterizado muchas veces por tener m¨¢s miedo a equivocarse que empe?o en acertar. Cuando tuvo la oportunidad de dirigir un proyecto gallego 100% se tuvo que apartar del camino. Hab¨ªa percibido dificultades. El tiempo le dio la raz¨®n y su conciencia un abrazo.
Y tampoco debemos olvidar el compromiso de Luis con la sociedad. Cruzando el Estrecho de Gibraltar para recordar el esp¨ªritu generoso de su padre y ayudar a los que necesitan un comedor social. En este sentido sus gestos son innumerables.
Su condici¨®n de cul¨¦ que defiendo sin molestar al sector madridista, su deportivismo de coraz¨®n que ha pilotado con categor¨ªa y elegancia. Pasa el tiempo y Luis a¨²n sue?a con arrancar aquel coche que se qued¨® a las puertas de su tercer campeonato mundial. Pasa el tiempo y el personal recuerda la humanidad con la que afront¨® ese problema. Ganar aquel campeonato o perderlo no signific¨® mucho en la idea que se ten¨ªa y se tiene del personaje. Una leyenda deportiva, un mito, un tipo que merece mucho la pena.
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