La ruta electr¨®nica hacia el bot¨ªn
En Galicia hay 800 tesoros ocultos por participantes en un juego a trav¨¦s de la Red
El cofre del tesoro es una fiambrera con inscripciones y vistas al para¨ªso. Apoyado en el z¨®calo que recorre la plaza vieja de Laxe, Pepe San Lu¨ªs, santiagu¨¦s, revisa las coordenadas antes de iniciar su b¨²squeda. El sol aprieta y deturpa la imagen del mar que se ha convertido en un espejo radiante, pero a San Lu¨ªs parece no importarle, enfundado en su calzado de senderista. Su GPS (Sistema de Posicionamiento Global por sus siglas en ingl¨¦s) se?ala al laberinto de casas marineras que hay detr¨¢s de la plaza Ram¨®n Juega. Y escoge a ratos entre mirar su mapa del tesoro o la br¨²jula porque lo tiene todo en su peque?a m¨¢quina. Un correo le avisa de los nuevos tesoros escondidos por la zona. En la Costa da Morte le quedan menos de 20 por encontrar.
La ruta a Santa Rosa tiene poca dificultad, de acuerdo con la estrella y media ¡ªde un total de cinco¡ª que marca el aparato. La arena de la playa ni se ha inmutado ante el cemento y se instala en lo alto del monte cuando ya han quedado atr¨¢s las casas. La flecha roja del GPS se?ala un camino entre cardos e hinojos de mar justo detr¨¢s de la ermita de Santa Rosa. El sistema empieza a pitar y Pepe San Lu¨ªs se detiene frente a un viejo molino de viento descapotado y lleno de pinturas que lo alejan del a?o de su construcci¨®n, 1941. Disimulada entre las piedras de la pared, labradas por canteros de la aleda?a aldea de Soesto, hay una bolsa y dentro su tesoro. San Lu¨ªs anota la fecha y su apodo de juego: O Golpe.
La mayor¨ªa de los tesoros gallegos est¨¢n en la zona de Vigo y O Rosal
Desde 2010 ha recorrido cerca de 9.000 kil¨®metros buscando objetos. ¡°No es por el premio, es por los sitios que descubres¡±, admite San Lu¨ªs. Se enter¨® de c¨®mo funcionaba el geocaching buscando aplicaciones por Internet para el GPS y en 2006 ya escondi¨® su primera caja y la llam¨® R¨ªa do Tambre, por su ubicaci¨®n. A la saz¨®n casi nadie jugaba en Galicia, mientras que hoy el sur, con Vigo y O Rosal a la cabeza, es el principal granero de trofeos. Consiste en pensar un lugar y camuflar una tartera con un libro de visitas y objetos de poco valor que solo se pueden coger a cambio de dejar otros en su sitio. Se publican las coordenadas en la web ¡ªwww.geocaching.com¡ª, y se resguarda de los saqueos y las inclemencias meteorol¨®gicas como si fuese un tesoro de verdad. Luego los rastreadores fichan el hallazgo en la p¨¢gina de geocaching y as¨ª O Golpe lleva ya unos 456. Tiene tambi¨¦n escondites, 27 en total. Muchos est¨¢n por Compostela y los peregrinos suelen andar al acecho. Si alguien se detiene en la R¨²a do Vilar de Santiago ante la que fuera sede de la Editorial N¨®s puede toparse, sin quererlo, con un cache, que as¨ª llaman al bot¨ªn.
En el instituto de Porto do Son, San Lu¨ªs explic¨® que el invento lo discurrieron los estadounidenses en el 2000. Quer¨ªan estrenar la eliminaci¨®n del control de disponibilidad selectiva de los 24 sat¨¦lites que transitan alrededor de la Tierra, lo que restaba precisi¨®n al sistema. As¨ª, ocultaron una caja para comprobar la exactitud de los GPS. La informaci¨®n con las coordenadas comenz¨® a expandirse, y ahora hay tesoros desde Cuba a Afganist¨¢n. Galicia guarda m¨¢s de 800. Pero al juego le llam¨® la atenci¨®n el color del dinero y acab¨® por convertirse en un negocio. Los programas Premium garantizan una serie de privilegios con respecto al registro sin coste que admite la web. Tambi¨¦n en la fiambrera de Santa Rosa hab¨ªa una geocoin, una pieza de metal con la figura de un todoterreno que permite a su due?o registrar los kil¨®metros. Desde Georgia, Estados Unidos, lleva ya 48.651.
Los jugadores se valen de los GPS para dar con las coordenadas exactas
Cuando viaja con otros senderistas, Pepe San Lu¨ªs suele adelantarse para ir de caza solo. A veces, es complejo y algunos de los objetos requieren paciencia. Su primera incursi¨®n en el juego hab¨ªa sido con sus hijas en el monte Pedroso, en Santiago, pero el entusiasmo inicial del pasatiempo las fue agotando y acabaron por enterrar las b¨²squedas. ¡°No es un juego para ni?os¡±, resume San Lu¨ªs. ¡°Los tesoros se escogen en funci¨®n de lo que se quiera ver¡±. Muchos est¨¢n acompa?ados de una leyenda en la que se defiende la importancia del lugar. Y ciertos espacios no estar¨ªan ahora en su bit¨¢cora vital de no ser por el geocaching. O Golpe prefiere los que se esconden en zonas v¨ªrgenes, guaridas rec¨®nditas con historias que no tienen cabida en las gu¨ªas de viaje. Cuando encuentra su tesoro, desenvaina su c¨¢mara y coloca la figura de un peque?o zorro de pl¨¢stico, de quien ha tomado prestado el nombre. Aunque en la foto (y lleva ya m¨¢s de 1.000) el lugar m¨¢s importante est¨¢ reservado al mar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.