De la bata de cola negra a la coplilla

La concepci¨®n de este espect¨¢culo de estampas flamencas hiladas sobre los estilos m¨¢s medularmente ligados a la tradici¨®n jerezana es una buena pieza de concierto, se ve agradablemente, no est¨¢ alargado innecesariamente y prima un buen gusto chispeante, con humor y templanza. Al baile estuvo Andr¨¦s Pe?a con sus maneras ligadas a la cercan¨ªa, las buler¨ªas de Pilar Oca?a muy en su papel de se?ora dominante de la palestra y tambi¨¦n la joven Macarena Ram¨ªrez, muy cuidada en su presentaci¨®n, que es novedad en esta plaza, con bata de cola moderna pero bien cosida y mostrando hondura, posici¨®n y dominio del manto; sus poses y desplantes encierran belleza.

Muy gracioso El Pesca¨ªlla con esas coplillas de barrio, casi autobiograf¨ªa rimada; Miguel Lavi y David Carpio tambi¨¦n cantaron con autor¨ªa y se hace raz¨®n aquello de que Jerez es un mundo aparte en esto del flamenco.

Fue en su d¨ªa Javier Latorre un bailar¨ªn-bailaor destacado de su generaci¨®n en el Ballet Nacional de Espa?a, donde ha firmado varias coreograf¨ªas de inter¨¦s. Y el que tuvo retuvo. Ahora sale a escena Javier voluntarioso y menudo a dar algo m¨¢s que una pincelada y casi crear un personaje teatral bisagra para las escenas finales de la obra. A¨²n se le ve en forma destacando y hace un sentimental solo acompa?ado de cante para dar paso al cuadro de cierre, donde la escenograf¨ªa abandona la parquedad anterior y despliega un enorme cartel vern¨¢culo, como aquellos de Ruano-Llopis donde el tipismo y la gr¨¢fica de las tintas planas recreaban el ambiente ferial. Todos los artistas, en corro, se entregan a un festivo colof¨®n que anima y deja la idea de que all¨¢ abajo, en Jerez, el flamenco es cosa viva y diaria, seria y continua, potente y verdadera.