Patxi L¨®pez y Bola de Sebo
Bola de Sebo, la lozana y mantecosa muchacha del cuento de Maupassant, toma una diligencia. El lehendakari, Patxi L¨®pez ?lvarez, tambi¨¦n se subi¨® a otra en mayo de 2009. Mientras que nuestra muchacha ocupar¨¢ plaza de pasajera, nuestro pol¨ªtico se subir¨¢ en el pescante del carruaje ocupando el puesto del antiguo mayoral Ibarretxe, puesto que los caballos estaban derrengados por el restallar sin descanso del l¨¢tigo de Juan Jos¨¦ sobre sus grupas ¡ªel c¨¦lebre ¡°raca raca¡± de Peridis¡ª. La diligencia conducida por L¨®pez est¨¢ recorriendo un camino erizado de dificultades: el final de ETA, la crisis, el hundimiento del PSOE, etc¨¦tera. No menos tortuoso fue el de Bola de Sebo. Tras trece horas de nieve, una pensi¨®n habr¨¢ de proporcionarles viandas y cobijo para pasar la noche. A la ma?ana siguiente, empero, un oficial prusiano les impide retomar el viaje.
Todos desconocen a qu¨¦ obedece el capricho del militar. Todos no. Bola de Sebo sabe que de no encamarse con el prusiano el carruaje permanecer¨¢ varado. Al carruaje del lehendakari no s¨®lo un oficial prusiano le ha intentado entorpecer la marcha: el PNV ¡ªpues cre¨ªa y cree que el coche de caballos es suyo¡ª; la izquierda abertzale ¡ªesos supuestos apellidos maketos s¨®lo pueden hacerse perdonar si se es un buen maketo, es decir, un maketo nacionalista vasco¡ª; y varios compa?eros de viaje, esos supuestos amigos constitucionalistas tan partidarios del cuanto peor mejor ¡ªalgunos, como escribir¨ªa Maupassant, son de la naturaleza de las ortigas¡ª.
Con el correr de las horas, el enfado de los pasajeros ir¨¢ resbalando del militar prusiano a la propia Bola de Sebo. Y as¨ª oiremos decir: ¡°Puesto que el oficio de esa bribona es hacerlo con todos los hombres, me parece que no tiene derecho, si no rechaza a otros, a rechazar a ¨¦ste. Demasiado sabemos que no hac¨ªa ascos a nadie¡ Y hoy, cuando se trata de sacarnos del apuro, ?esta mocosa se hace la remilgada!¡± Al final, Bola de Sebo despertar¨¢ en la cama del oficial prusiano. Para muchos, L¨®pez tambi¨¦n amaneci¨® en la misma cama tras su pacto de gobierno con el PP. Pero no. Esa uni¨®n fue tan necesaria y leg¨ªtima como caprichosa e ileg¨ªtima es la de Bola de Sebo.
Y regres¨® el traqueteo a la diligencia. Y en su interior, Bola de Sebo era transparente. Ni le dirig¨ªan la palabra. Y ella ¡°se sent¨ªa ahogada por el desprecio de aquellos honrados bribones que primero la hab¨ªan sacrificado y despu¨¦s rechazado, como una cosa sucia e in¨²til¡±. ¡°La revoluci¨®n de la normalidad¡±, se cuenta que est¨¢ siendo la legislatura de L¨®pez: un buen Gobierno que ha representado a todos los vascos, repito, a todos los vascos con dignidad, en vez de ensimismarlos, dividirlos y confrontarlos. Bien en oto?o, bien en primavera, tendremos el mismo o un nuevo mayoral en la diligencia vasca. De ustedes y de m¨ª depende. Y yo les pregunto: ?le daremos a L¨®pez el mismo trato que aquellos miserables pasajeros a Bola de Sebo?
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