Grandes esperanzas
La soprano Julia Lezhneva clausura con un enorme ¨¦xito el Festival de Torroella de Montgr¨ª
Julia Lezhneva, soprano, 22 a?os, rusa, triunfadora este mismo verano en el Festival de Salzburgo, el ¨²ltimo gran descubrimiento de la l¨ªrica, actu¨® en Torroella de Montgr¨ª para clausurar la 32? edici¨®n de su festival de m¨²sica.
Lo primero que se debe decir en su favor es que Lezhneva no es un ¡°invento¡± de la secci¨®n de mercadotecnia de las discogr¨¢ficas que necesitan encontrar una nueva ¡°soprano del siglo¡± cada tres meses. Su voz, que a¨²n no est¨¢ asentada y configurada, ya es extraordinaria y presenta unas posibilidades de desarrollo inmensas. De momento es extensa, no es muy grande, pero se proyecta bien, la agilidad es pasmosa, el color es claro y tiene poco cuerpo, poca materia, poca carne y en consecuencia es transparente, casi inmaterial, a¨¦rea. Lezhneva tiene, hoy por hoy, voz de ¨¢ngel.
Julia Lezhneva est¨¢ triunfando interpretando en versi¨®n de concierto -a¨²n no ha tenido tiempo para m¨¢s- ¨®pera del repertorio barroco y belcantista, en el Festival de Torroella se present¨®, sin embargo, como cantante de lied con un programa centrado en una selecci¨®n de perlas schubertianas, An den Mond, Nacht und Tr?ume, Seligkeit o Im Fr¨¹hling, entre ellas, el Liederkreis Op.39 de Schumann y, en medio, una breve incursi¨®n al Rossini m¨¢s ligero con las tres canciones de La Regata Veneziana y dos breves arietas de Bellini.
En lied, las facultades vocales, que Lezhneva tiene en abundancia, ayudan pero no son determinantes y s¨ª lo es, en cambio, la experiencia y el conocimiento en profundidad de los textos y los autores, que es justo lo que a¨²n no tiene.
Acompa?ada al piano con prudencia, en algunas ocasiones con demasiada prudencia, por Michael Antonenko, tambi¨¦n jovenc¨ªsimo, Lezhneva se mostr¨® tranquila, segura de su voz, encantadora, pero sin la sabidur¨ªa acumulada ni el control de la expresividad y los matices de las grandes expertas del lied.
Llegado el turno de bises la cantante dej¨® entrever con dos piezas de agilidad que enardecieron al p¨²blico, Son qual nave de Broschi y el Aleluya final del Exultate, jubilate de Mozart, su facilidad para el canto adornado que ha encandilado a media Europa y le ha abierto las puertas de la fama.
Si Lezhneva logra no sucumbir o, al menos, no sucumbir totalmente en los pr¨®ximos a?os a los cantos de sirena que, con su encanto y sus posibilidades, le va a lanzar, tentadora, la ¨®pera, podr¨ªa llegar a ser una gran cantante de lied.
Ya se ver¨¢. En cualquier caso, nunca un concierto que no acab¨® de ser perfecto result¨® m¨¢s feliz y esperanzador.
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