¡°Que lo pactado aqu¨ª se acepte como ley en Madrid¡±
¡°Es evidente que ETA como organizaci¨®n militar ha sido totalmente derrotada¡±, afirma el expresidente del Gobierno vasco
Como responsable de gestiones jur¨ªdicas en la Caja Laboral Popular y coincidiendo con la nueva ley de Cooperativas, Jos¨¦ Antonio Ardanza inicia a principios de los a?os setenta su relaci¨®n con Madrid a trav¨¦s del Ministerio de Trabajo. Estamos en el final del franquismo y, ya siendo militante del PNV, sus contactos profesionales le permiten citarse con altos funcionarios, incluso, conocer al ministro de ¡°la eterna sonrisa¡±, Jos¨¦ Solis. ¡°Recuerdo que a toda esa gente, una vez en confianza, le encantaba hablar de pol¨ªtica, y siempre dec¨ªan estar muy bien informados. Para m¨ª, eran tambi¨¦n las primeras experiencias en la capital y volv¨ªa a Mondrag¨®n, al pueblo, y les contaba lo que me hab¨ªan dicho. Todo eso me fue creando una idea de un Madrid decepcionante, porque ve¨ªa que muchas de las cosas que me contaban o anunciaban no eran verdad. Ten¨ªa la impresi¨®n de que all¨ª, hab¨ªa bastante farfolla¡±, afirma ahora sarc¨¢stico.
Perfil
Jos¨¦ Antonio Ardanza (Elorrio, 1941) es licenciado en Derecho por Deusto y desde sus a?os de responsabilidad en la Caja Laboral en los sesenta el PNV ha centrado toda su trayectoria pol¨ªtica. Elegido alcalde de Mondrag¨®n en 1979, en las primeras municipales de la democracia, en 1983 fue designado diputado general de Gipuzkoa. En 1985, tras la dimisi¨®n de Carlos Garaikoetxea, fue nombrado lehendakari, cargo que no abandonar¨ªa hasta 1999. Su presidencia estuvo marcada, entre otros acontecimientos, por la colaboraci¨®n del PNV con los socialistas en Gobiernos de coalici¨®n durante 12 a?os y por la firma del Acuerdo de Ajuria Enea en 1988, que por primera vez uni¨® a todos los dem¨®cratas vascos frente al terrorismo y por de la normalizaci¨®n pol¨ªtica de Euskadi. Tras dejar la pol¨ªtica, asumi¨® la presidencia de Euskaltel, cargo que abandon¨® en 2011.
Llegada la democracia, como alcalde de Mondrag¨®n primero y diputado general de Gipuzkoa despu¨¦s, sus relaciones con Madrid son escasas, excepto alg¨²n contacto con el Banco de Cr¨¦dito Local o con el Ej¨¦rcito por sus terrenos en esa provincia. Pero, pocos a?os m¨¢s tarde, ya como lehendakari, sus obligaciones institucionales le permitir¨¢n, adem¨¢s de viajar asiduamente a la capital, mantener numerosas reuniones con los l¨ªderes pol¨ªticos del pa¨ªs, as¨ª como con la Familia Real.
En diciembre de 1984, en plena crisis de un PNV necesitado de pactar con los socialistas en Euskadi, Ardanza, como candidato a la Lehendakaritza, se desplaza a la Moncloa y conoce al presidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez. ¡°Felipe ten¨ªa ganas de conocerme y tuvimos una charla amplia. Recuerdo que fue muy amable, muy atento¡±, apunta. ¡°La verdad es que en aquel momento saqu¨¦ una buena impresi¨®n de un Felipe, simp¨¢tico, divertido, un buen andaluz, pero eso ser¨¢ una simple an¨¦cdota, un primer momento. Luego las relaciones empiezan ya a ser mucho m¨¢s serias¡±.
En Madrid mantiene distintos contactos con pol¨ªticos y medios de comunicaci¨®n. Tambi¨¦n con la prensa extranjera, que peri¨®dicamente le organiza un almuerzo, ¡°para situarles¡±. En aquel momento ETA ¡°pesa¡± mucho y siempre en esas reuniones es asunto de referencia, contrastes, criterios compartidos o de discrepancias profundas con los informadores. Con periodistas internacionales y nacionales, estas relaciones suelen ser muy frecuentes, como con EL PA?S a casi todos los niveles: con Jes¨²s de Polanco, Javier Pradera, Juan Luis Cebri¨¢n, los directores¡ ¡°Son muchos almuerzos con todos ellos, y algunas cenas en casa de Polanco, donde los temas sol¨ªan ser siempre los mismos: Euskadi, nacionalismo, Estatuto, independencia, futuro encaje en Espa?a, y claro, ETA¡±.
En la capital tambi¨¦n, fruto de una fuerte presi¨®n de su entorno y con ocasi¨®n de una conferencia en el Club Siglo XXI, hace su presentaci¨®n ¡°oficial¡±, acompa?ado de un vasco ilustre, Julio Caro Baroja. ¡°Al ser la primera vez, deb¨ªa presentarme de la mano de un vasco de prestigio, reconocido, y as¨ª sucedi¨®. Para m¨ª fue una sorpresa muy grata, porque le cost¨® bastante aceptar. A don Julio le costaba tomar esas decisiones porque era muy t¨ªmido¡±, asevera con mucho respeto.
A los franquistas, ya en confianza, les encantaba hablar de pol¨ªtica¡±
El exlehendakari se sit¨²a de nuevo en 1985, cuando la democracia se est¨¢ consolidando lentamente, y se inicia una relaci¨®n intensa con el presidente Gonz¨¢lez. ¡°Todo sol¨ªa ser motivo de conversaci¨®n profunda, como la actualizaci¨®n de las ideolog¨ªas. ?l me hablaba mucho del esfuerzo que le hab¨ªa supuesto tratar de modernizar al partido socialista, europeizarlo, renunciar a los principios marxistas e ir a una socialdemocracia¡±, dice. ¡°Entonces, ¨¦l siempre me quer¨ªa conducir a su terreno y ese sol¨ªa ser el referente para decirme que tambi¨¦n el nacionalismo vasco tendr¨ªa que cambiar, que tal y tal¡ Sol¨ªa ser un debate casi filos¨®fico¡±, a?ade.
En esas largas charlas lehendakari y presidente tienen la oportunidad de abordar, adem¨¢s de las dificultades econ¨®micas, la necesidad de centrar las posiciones para consolidar la democracia en Espa?a y de cumplir los compromisos que dicta el Estatuto. ¡°Ah¨ª comenzaban las excusas por el tema de ETA. ¡®Es que si vamos demasiado r¨¢pido va a parecer que estamos haciendo una dejaci¨®n a la violencia¡¯, dec¨ªa Felipe. Yo le contestaba que como argumento democr¨¢tico frente a los violentos se debe avanzar y conseguir los objetivos previamente acordados. Y si no se consiguen, les estamos dando la raz¨®n, y a m¨ª como nacionalista se me est¨¢ deslegitimando mi apuesta democr¨¢tica por el Estatuto. Estas sol¨ªan ser discusiones eternas, donde cada uno se quedaba con su verdad¡±, rememora.
Con Felipe Gonz¨¢lez todo sol¨ªa ser motivo de profunda conversaci¨®n¡±
A trancas y barrancas el desarrollo estatutario avanza lentamente, cuando en marzo de 1986 se plantea el refer¨¦ndum sobre la OTAN, con Espa?a reci¨¦n ingresada en la entonces Comunidad Econ¨®mica Europea. El PNV, que pertenec¨ªa a la Internacional Democristiana, tom¨® el compromiso de defender a la OTAN, aunque sab¨ªa que en Euskadi estaba mal visto, y parte de su propio partido lo criticaba. ¡°En ese momento, Felipe estaba muy deprimido, con ganas de marcharse a casa, y curiosamente los socialistas vascos me piden que vaya a verle, y as¨ª lo hice pocos d¨ªas antes del refer¨¦ndum¡±, se?ala Ardanza. ¡°Fue una de esas largas noches con Felipe en la Bodeguilla, venga a darle vueltas al asunto de los misiles, la guerra fr¨ªa, el papel del Ej¨¦rcito,¡ Entonces le dije: ¡®T¨² sabes mucho mejor que yo lo que nos estamos jugando con esto¡¯. No s¨¦ si le sirvi¨® mi consuelo, pero ah¨ª estuvimos hasta las tantas de la madrugada¡±.
Un par de a?os m¨¢s tarde, y a¨²n pendiente la liquidaci¨®n del Cupo, Ardanza, ¡°disgustado¡±, decide echar un pulso al presidente avis¨¢ndole de que, o se soluciona el problema para diciembre o se rompe el Gobierno de coalici¨®n con los socialistas en Euskadi. Se dieron instrucciones y en un par de d¨ªas se resolvi¨® la cuesti¨®n. ¡°Ese hecho fue francamente positivo y nos permiti¨® liberar para el Gobierno 40.000 millones de pesetas¡±, incide satisfecho.
El distanciamiento con el presidente Aznar fue cada vez mayor¡±
¡ª ?Le decepcion¨® Felipe?
¡ª ¡°No es que me decepcionara. Cuando dej¨¦ mi cargo de lehendakari, sal¨ª frustrado por todos esos compromisos no cumplidos, del ¡®s¨ª, si, lo vamos a resolver y solucionar¡¯ [el desarrollo estatutario]. Con Felipe no se cumple. Despu¨¦s llega Aznar y sucede lo mismo¡±.
La relaci¨®n con el Rey se inicia igualmente en enero de 1986, cuando Ardanza jura su cargo de lehendakari y le informan de que su primera visita a Madrid ha de ser, por razones protocolarias, al jefe del Estado en La Zarzuela. ¡°Me recibe el Rey, un hombre afable, bonach¨®n y f¨¢cil de tratar¡±, hace memoria. Posteriormente, Ardanza mantiene con ¨¦l una buena relaci¨®n y, l¨®gicamente, la cuesti¨®n vasca ocupa el mayor tiempo en esas entrevistas. ¡°El Rey conoc¨ªa perfectamente el problema de Euskadi. Su padre le hab¨ªa explicado el Pacto con la Corona, y charl¨¢bamos de esas cosas, m¨¢s desde una perspectiva hist¨®rica que real¡±, considera. ¡°Del tema de ETA tambi¨¦n se sol¨ªa hablar bastante, y yo, a veces, ten¨ªa ciertas dudas, porque sol¨ªa tener la impresi¨®n de que Su Majestad no era del todo prudente. M¨¢s de una vez mi entrevista se produc¨ªa justo despu¨¦s de su encuentro con el presidente del Gobierno. Entonces, claro, me contaba un mont¨®n de historias que hab¨ªa comentado con ¨¦l, lo cual para mi curiosidad pod¨ªa ser interesante, pero era un referente de que la discreci¨®n pod¨ªa ser relativa¡±, a?ade incomodo.
El Rey conoc¨ªa perfectamente el problema de Euskadi¡±
Buena parte de esa relaci¨®n con La Zarzuela se mantuvo a trav¨¦s de Sabino Fern¨¢ndez Campo, sobre todo en los momentos de la ETA ¡°dura¡±, o durante las conversaciones de Argel. ¡°Como jefe de la Casa Real quer¨ªa que estuviese bien informado¡±. Mucho m¨¢s tensas fueron sus relaciones con el general Andr¨¦s Cassinello, cuando los GAL, y sobre todo ETA, se mostraban muy activos. ¡°Una vez me vino con un mensaje muy claro, dici¨¦ndome que ten¨ªa los cuarteles sublevados despu¨¦s de los atentados de Madrid y de Zaragoza¡±.
Y prosigue: ¡°Lo que me vino a decir fue: ¡®Lehendakari, no sabe usted lo duro que es mantener la disciplina en los cuarteles¡¯. Le pregunt¨¦ por qu¨¦ me dec¨ªa eso, y me contest¨®: ¡®Porque mis hombres est¨¢n armados, est¨¢n patrullando las calles, defendi¨¦ndose, y claro, que les est¨¦n matando a sus compa?eros, pero que encima les hayan empezado a matar a sus mujeres e hijos, eso ya es muy duro y es muy dif¨ªcil de mantener, no s¨¦ si usted me entiende¡±. Ardanza le respondi¨®: ¡°Claro que le entiendo perfectamente, pero si con esto usted me pide que le d¨¦ el visto bueno a una noche de cuchillos largos, y que aqu¨ª lo podamos entender, desde ahora le digo que ser¨ªa un gran error pol¨ªtico y democr¨¢tico¡±.
Pasan los a?os, y cuando Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar gana las elecciones en 1996 toma contacto con el lehendakari, al que ya conoce de alg¨²n encuentro en la Internacional democristiana y de una visita a Ajuria Enea como reci¨¦n elegido presidente del PP, cuando intentaba centrar a su partido y arrastrar el voto socialista. ¡°En esa ¨¦poca, yo tambi¨¦n estaba en la misma onda. Ve¨ªa que esa era la salida para quienes quer¨ªamos gobernar sin estar presos del testimonialismo de los extremos¡±, recalca.
A veces ten¨ªa la impresi¨®n de que Su Majestad no era del todo prudente¡±
Tras esa primera impresi¨®n ¡°positiva¡±, las relaciones con Aznar ir¨¢n enfri¨¢ndose, incluso deterior¨¢ndose, despu¨¦s del Acuerdo de Ajuria Enea. Respecto a los puntos 8, 9 y 10 del hist¨®rico acuerdo, el PP va tomando decisiones ¡°absolutamente contradictorias¡±, y Ardanza advierte al presidente de que ello conculca algunos de los principios del acuerdo. ¡°Aznar me contest¨® que cada cual sab¨ªa d¨®nde cultivaba los votos y que en ese espacio donde trabajaba esos principios no los entend¨ªan muy bien. Y que ¨¦l interpretar¨ªa el sentir de su gente. Ese fue ya el preludio de la quiebra del Acuerdo de Ajuria Enea. Quien lo rompe b¨¢sicamente es el PP, cuando ya se instala en el poder, y no digamos ya a partir del asesinato de Miguel ?ngel Blanco, el esp¨ªritu de Ermua, y toda la monserga que eso supuso¡±, lamenta. ¡°Creo que fue una manipulaci¨®n total, y el distanciamiento con Aznar fue cada vez mayor. Tuve la impresi¨®n de que en el momento en que consigue el poder ya no necesitaba de nadie¡±, comenta disgustado.
Y contin¨²a su relato: ¡°En el tema de ETA la relaci¨®n con ¨¦l era muy tensa. En tiempo de los socialistas cada vez que hab¨ªa un funeral, los ministros ven¨ªan angustiados, cumpliendo con un deber incomodo, ingrato, a o¨ªr insultos, gritos de todo. A Mayor Oreja le aplaud¨ªan. Es decir, supieron manipular de tal manera la sangre, el dolor, las v¨ªctimas, que yo pensaba que esto no pod¨ªa ser¡±.
¡ª Hoy la situaci¨®n ha cambiado sustancialmente despu¨¦s del cese de la violencia por parte de ETA. ?Cu¨¢l es su balance?
¡ª ¡°Es evidente que ETA como organizaci¨®n militar ha sido totalmente derrotada. Adem¨¢s de mi gran pena y dolor, mi enfado con ellos es, sobre todo, al preguntarles: ?Para qu¨¦ nos hab¨¦is servido desde Txiberta? Despu¨¦s de Txiberta, con un esfuerzo impresionante de todos los dem¨®cratas, es decir, del PSOE, del PNV, etc¨¦tera, luchamos para una amnist¨ªa general, y la conseguimos, y todos a la calle¡±.
¡°A partir de eso¡±, sigue contestando Ardanza, ¡°deciden seguir con la lucha armada, mientras nosotros estamos tratando de construir una democracia, con el riesgo que ellos suponen con sus tiros para ese dif¨ªcil proceso. Han pasado d¨¦cadas, intentaron vender promesas, pactos, y dem¨¢s, y despu¨¦s de treinta y tantos a?os no han obtenido nada. Al final, ahora han tenido que pasar por el aro ellos tambi¨¦n, lo cual supone un fracaso total y absoluto. Lo tremendo del caso es que ese fracaso ha dejado una estela de sangre, sudor y l¨¢grimas, de ruina, pobreza, odio, muertos¡±. ¡°Hoy es el d¨ªa¡±, remata, ¡°en el que evidentemente no quieren reconocer su fracaso, pero tengo confianza de que esta situaci¨®n va a ser irreversible. Evidentemente, la presi¨®n internacional y social ha influido, pero la presi¨®n b¨¢sica ha sido que su propia gente, a voz en grito, les haya dicho: ¡®Si vosotros quer¨¦is suicidaros os suicid¨¢is, pero no estamos dispuestos a que la opci¨®n pol¨ªtica que detr¨¢s de todo este planteamiento pueda existir y que podr¨ªa tener un ¨¦xito electoral determinado, se vaya tambi¨¦n con vosotros por la alcantarilla¡±.
Quien rompe el Acuerdo de Ajuria Enea es b¨¢sicamente el PP¡±
¡ª ?C¨®mo ve a Bildu?
¡ª ¡°Bildu, al final, es el resultado de muchas cosas, de algunas mal hechas por el PNV, probablemente, de otras mal hechas por los tribunales y por el Gobierno espa?ol al generar tanto victimismo en ellos. Desde ese punto de vista democr¨¢tico es muy positivo que en este pa¨ªs cada cual empiece a asumir las responsabilidades de gobernar, porque gobernar es pactar, es dialogar, y, aunque desde la perspectiva de ellos es ¡®prostituirse¡¯, tendr¨¢n que hacerlo. Al mundo de la izquierda abertzale le va a costar mucho tiempo democratizarse, calculo que una generaci¨®n¡±.
¡ª En esta campa?a electoral se tendr¨¢ que hablar del modelo de pa¨ªs. ?C¨®mo ve el encaje de Euskadi en Espa?a en un futuro pr¨®ximo?
¡ª ¡°Lo veo desde las frustraciones y decepciones que arrastro. No puede ser que una ley b¨¢sica, que conforma el marco constitucional espa?ol, como es el Estatuto de Autonom¨ªa vasco, durante treinta y tantos a?os haya tenido que ir desarroll¨¢ndose no como consecuencia de la legitimidad que le corresponde en un Estado democr¨¢tico en la aplicaci¨®n de la ley, sino con dobles y terceros pactos, y siempre en funci¨®n de las necesidades que el Estado dec¨ªa tener. Al final, hace que el nacionalismo se sienta defraudado¡±.
Para el futuro, el exlehendakari considera: ¡°Las reglas de juego de nuestra convivencia con Espa?a tendr¨¢n que ser distintas. Lo que se pacte, tendr¨¢ que ser ejecutado hasta el final. Desaparecida la excusa de ETA, y desaparecidas otro mont¨®n de excusas que impiden que lo que pueda ser una voluntad mayoritaria vasca se convierta en realidad, en cada momento la sociedad vasca tendr¨¢ que ir estableciendo pactos y consensos claros. Naturalmente, esta es una sociedad con dos sensibilidades y entonces lo que hace falta es el entendimiento. Lo que fue el plan Ardanza, que era una formulaci¨®n para ver, en definitiva, c¨®mo pod¨ªamos ir avanzando. Lo primero es que el pacto tiene que ser entre vascos, y en este momento, con solo cuatro referentes pol¨ªticos, todav¨ªa se nos simplifica m¨¢s el escenario. Se resumen en dos nacionalistas y otros dos espa?oles, cada cual tambi¨¦n con su propia din¨¢mica¡±.
Y concluye. ¡°As¨ª que, primero, necesitamos un pacto entre vascos, pero con el compromiso de que lo que resulte del mismo vaya a ser respetado despu¨¦s en Madrid. Lo que no cabe es que luego est¨¦ sometido al cepillo de una comisi¨®n constitucional en Madrid con Alfonso Guerra al frente, porque entonces no nos sirve, y eso en el plan Ardanza est¨¢ muy claro. Lo pactado aqu¨ª se acepta como ley en Madrid¡±.
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