Como en los setenta

Camisas a cuadros, ce?os fruncidos, mand¨ªbulas hirsutas y manifiesta aversi¨®n por los peluqueros. Antes incluso de enchufar sus guitarras, los cuatro integrantes de Howlin Rain aportan suficientes indicios de lo que est¨¢ a punto de suceder. La sala El Sol casi se llen¨® anoche para asistir al estreno de The Russian wilds, tercer disco con el que Ethan Miller y sus secuaces renuevan su fe en el rock de la era anal¨®gica.

El cuarteto de San Francisco se comporta como si a¨²n transit¨¢ramos por los setenta y los camareros vaciasen cajas enteras de Mirinda. Voces furiosas o implorantes, ecos sure?os, ¨¦pica rockera reconcentrada, digresiones instrumentales, bajistas que se ganan el sueldo con un mont¨®n de notas, fabuloso consumo de vatios.

Y mucha m¨¢s vigencia que nostalgia. Justo antes hab¨ªan comparecido los cinco chavales de Sparkle Gross, los Black Crowes madrile?os, con un cantante como el joven Joe Cocker y ese guitarrista amigo del exhibicionismo y la filigrana. De muy buena gana los recomendar¨ªamos si no fuera porque esta misma noche, en Guadarrama, certifican su disoluci¨®n con un ¨²ltimo concierto. Ya es mala pata.