El Gallinero tiene un plan
Asociaciones, arquitectos y religiosos presentan un proyecto para cubrir el vac¨ªo municipal
Durante la Gran Depresi¨®n, el Gobierno estadounidense de Franklin D. Roosevelt puso en marcha una serie de programas p¨²blicos de recuperaci¨®n, entre 1933 y 1936, que se enfrentaron a un obst¨¢culo muy particular: a los norteamericanos no les gusta recibir dinero del Estado, pues consideran que el ciudadano debe ganarse la vida con su trabajo, no a trav¨¦s de subsidios. Es una cuesti¨®n de orgullo. ?C¨®mo ayudar entonces? Poni¨¦ndolos a trabajar al servicio del bien com¨²n, construyendo por ejemplo obras p¨²blicas pero, si fuera necesario, contratando a cuadrillas para ensuciar durante el d¨ªa y a cuadrillas para limpiar durante la noche. Sin llegar al extremo de esa caricatura, una filosof¨ªa similar subyace bajo el plan social presentado ayer por la tarde para el poblado chabolista de El Gallinero. Pero vayamos por partes.
¡°Tengo una casa de madera que me la ha construido mi marido, con dos habitaciones, frigor¨ªfico y un hornillo el¨¦ctrico para calentar agua en un cubo para duchar los ni?os antes de que vayan al cole. Para ir al servicio, tenemos el campo. Hace cuatro meses, se quem¨® la casa, y casi se quema mi hija. Cuando llueve, el techo es de pl¨¢stico, y llueve en toda la casa. Han limpiado varias veces, pero sigue habiendo ratas. Mi marido tapa los agujeros, pero siempre entran, y han mordido a mi hija. Tengo cinco hijos, y tres de ellos van al cole. Yo salgo a pedir a las nueve de la ma?ana y vuelvo a las dos a recogerlos. A Madrid voy en autob¨²s, pero tengo que recorrer 700 metros por la autov¨ªa de Valencia, porque no tenemos parada; es peligroso, y si me coge la polic¨ªa me pone una multa de 80 euros¡±.
Rebeca vive desde seis a?os en El Gallinero. As¨ª describ¨ªa anoche su vida, sentada frente a cientos de personas en un escenario a 13 kil¨®metros de distancia de su chabola, en la Casa Encendida de Madrid (se intent¨® organizar el acto en el Caixaforum y en el Matadero, pero estos espacios se negaron). Su relato sirvi¨® para presentar el plan estrat¨¦gico para ese poblado madrile?o elaborado por las parroquias de Santo Domingo de la Calzada y de San Carlos Borromeo; miembros del Equipo de Intervenci¨®n con Poblaci¨®n Excluida; profesores y alumnos de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares; y vecinos del asentamiento.
En El Gallinero viven 420 gitanos venidos del sudeste de Ruman¨ªa; el 60%, es decir, unos 250, son menores de edad. Se encuentran en una situaci¨®n de m¨¢xima pobreza, y el ¨²nico progreso alcanzado en los ¨²ltimos a?os (el asentamiento se cre¨® en 2004) ha sido la escolarizaci¨®n casi completa de los ni?os. El Ayuntamiento de Madrid (Partido Popular) ha llegado a afirmar que los habitantes del poblado no se dejan ayudar, no aceptan los recursos puestos a su disposici¨®n por los servicios sociales. Lo que no es completamente cierto, pero tampoco es completamente falso.
El plan presentado ayer pretende ¡°trasladar a un lugar integrado en el tejido urbano y en la sociedad, que re¨²na condiciones b¨¢sicas de habitabilidad y acceso a los servicios p¨²blicos¡±. El Gallinero se encuentra ahora en medio de un secarral entre dos carreteras (la A-3 y la M-50), a un kil¨®metro a trav¨¦s de la nada de las viviendas construidas en un barrio paralizado antes de nacer, Valdecarros (en el distrito de Villa de Vallecas). Un 17% del suelo de ese desarrollo pertenece a la Comunidad de Madrid; otro 17, al Ayuntamiento de la capital. A este se dirigen los impulsores del plan para solicitar una parcela de la Empresa Municipal de la Vivienda y el Suelo (han seleccionado varias opciones posibles) en la que poner en marcha su proyecto.
En El Gallinero viven 90 familias sobre una superficie de 20.000 metros cuadrados. Los impulsores del plan solicitan un terreno de 40.000 metros cuadrados para instalar a un centenar de familias. All¨ª pretenden construir ¡°con materiales sencillos¡± casas unifamiliares de un piso y 45 metros cuadrados (dos habitaciones, sal¨®n, cocina y ba?o), sobre parcelas algo mayores para ¡°permitir un crecimiento cuando la familia lo necesite y pueda permit¨ªrselo¡±.
¡°Pero no se puede hacer para ellos sino con ellos¡±, aseguran los impulsores del plan. Por eso, proponen una ¡°autoconstrucci¨®n dirigida¡±, en la que ¡°prime la comunidad sobre la individualidad¡±. ¡°Esa es la clave para que las casas no se abandonen¡±. En resumen: quieren formar a los habitantes del poblado, a trav¨¦s de escuelas-taller, para que ellos mismos puedan ir levantando sus propias casas pero adem¨¢s, ¡°el d¨ªa de ma?ana, puedan insertarse en alg¨²n tipo de trabajo vinculado a esas actividades¡±. ¡°Que todos trabajen sin saber a qui¨¦n le va a tocar la vivienda, para que todo el mundo cuide todas por igual, y luego repartirlas por sorteo¡±, explican los promotores.
?¡°Como prime lo econ¨®mico, estamos perdidos¡±, a?aden, pero eso no significa que no hayan cuantificado el coste del plan. Lo han dividido en tres fases. En la primera, de trabajo social, se cuenta con la colaboraci¨®n de los 42 t¨¦cnicos que trabajan ya en el poblado. En la segunda, de trabajo t¨¦cnico, esperan la colaboraci¨®n de voluntarios y estudiantes universitarios para disponer de arquitectos, jefes de obras y cuadrillas de apoyo; gasto estimado: 25.200 euros anuales. En la tercera, de ejecuci¨®n material, se presupuestan 600 euros por metro cuadrado construido en materiales, 27.000 euros por vivienda, 2,7 millones en total. Coste global estimado: 2.725.000 euros para un barrio de 100 casas.
El suelo se solicitar¨ªa al Ayuntamiento de Madrid. El dinero, al programa europeo para la integraci¨®n de la comunidad gitana en Espa?a (con un presupuesto de 2.928 millones) o al programa estatal de inclusi¨®n social (con un presupuesto de 9.710.861 millones). No ser¨¢ f¨¢cil: los promotores del proyecto se reunieron con el Gobierno local (PP) en marzo, y desde entonces no han obtenido respuesta alguna. Ese mismo mes, la alcaldesa, Ana Botella, rechazaba en el pleno municipal una propuesta conjunta de la oposici¨®n para elaborar un plan integral de actuaci¨®n. Menos de dos semanas despu¨¦s, visitaba el poblado y anunciaba que se estaba ¡°dise?ando un plan¡±.
El concejal socialista Pedro Zerolo denunci¨® sin embargo en julio que ese supuesto plan, que el PP le remiti¨® a su requerimiento, es ¡°una aut¨¦ntica tomadura de pelo¡±. Efectivamente, el proyecto del PP consist¨ªa en algo m¨¢s de un folio que se pon¨ªa como objetivo ¡°facilitar una respuesta social coordinada entre las Administraciones y entidades sociales que intervienen en el Gallinero¡±, pero sin ninguna propuesta concreta para lograrlo. Ahora ya hay un plan real sobre la mesa. Pero necesita la colaboraci¨®n de Botella.
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